Por chupar la...: Cómo se contagió Fredy Villarreal el COVID-19

El humorista, que estuvo internado y con asistencia respiratoria por el virus, reveló la manera en la que contrajo la enfermedad

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Aunque estuvo internado y tuvo días en los que realmente la pasó mal, Fredy Villarreal logró recuperarse de su contagio de COVID-19 y ayer, entre risas, contó cuál es su teoría sobre cómo se pegó el virus.

En una entrevista con “Intrusos”, el humorista reveló cómo transitó la enfermedad que lo llevó a estar hospitalizado y hasta con asistencia respiratoria.

“Por más fuerte que seas, es cómo el virus llega y cómo te lo agarrás”, comenzó a contar el actor de 51 años dando pie para que le pregunten cómo se lo había contagiado.

Entre risas, y jugando primero al misterio, pero negando alguna picardía de índole sexual, pasó a detallar.

“Esto es para un sketch. Pero vino un plomero a casa y los dos chupamos la misma manguerita”, aseguró Fredy su realidad.

“Se me rompió el hidromasaje, me empezó a perder agua por el techo de la cocina. Entonces, cuando vinieron desconectaron el hidromotor que tiene una manguerita que es de pulsación de aire. Le dije que tenían que volver porque cuando soplaba la manguerita arrancaba el motor, vino, sopló y se fue al baño a tocar el botón. A los tres días me llamó y me dijo que no podía volver a casa porque tenía COVID”, manifestó el integrante de la troupe histórica de Marcelo Tinelli y su “ShowMatch”.

En ese momento, dijo que no pensó en ese pequeño detalle, sino que estando solo, internado, fue cuando le cayó la ficha de cómo se había contagiado.

Villarreal había sido internado a fines de septiembre, tras una complicación de su estado de salud. Luego del alta, escribió un profundo posteo: “Primero supe que estabas amenazante. Luego lanzaste toda tu furia de fuego para ver con qué podías vulnerarme, y te hice frente con hidalguía. Empezaste a quemarlo todo alrededor, mientras corría a refugiarme herido, atacado y cansado, salvando lo que tenía a mi alcance. Hasta que tuve que esconderme de tu frenética destrucción, feroz con quien te desafía. Pero en un momento, me perdiste de vista. Tirado en el piso, desnudo y en el piso caliente, vi cómo destruiste todo... Solo querías ver a quién ganabas y no lo que ganabas. Tan bajo me siento haber caído, tan en el fondo, desbastado, que el solo hecho de pensar en no caer más, me eleva. Entonces, es ahora donde pienso cuánto más de pie me encuentro. Sí, mirame dónde estoy. Allí, donde todo está roto, mi pulmón guarda un aliento. Allí estoy, en el piso, donde ese poquito de oxígeno que me queda, le da fuerza a mi pecho y a cada rincón de mi cuerpo. A cada tendón, para que se tense y se estire, y pueda ponerme de rodillas una vez más, sobre las frías cenizas que han quedado”.

 

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