Preocupación por la contaminación de las aguas del Río de la Plata

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La iniciativa de instituciones ambientalistas y de vecinos destinada a pedir al Gobierno provincial que la Región cuente con otra planta que procese líquidos cloacales, con la finalidad de velar por un mejor estado de las aguas del Río de la Plata, que son vertidas allí sin tratamiento, se compadece con la crítica situación existente a partir de los altos niveles de contaminación orgánica e inorgánica existentes en el estuario y, especialmente, en la costa local.

En un petitorio elevado al Gobernador los requirentes aludieron a la necesidad de contar con una nueva planta o modernizar y ampliar la existente, que funciona en la localidad de Berisso, además de reclamar la reparación de cañerías que desembocan en el río, para evitar así el volcado de líquidos sin tratar o tratados en forma parcial.

Se indicó que los turistas que acuden a las playas podrían contraer enfermedades intestinales y afecciones cutáneas por contactos directos con la arena. Todo ello, aseguraron, es producto de la falta de tratamiento de los desechos cloacales de nuestra zona.

Está claro que el Río de la Plata sigue sufriendo desde hace décadas los efectos de una incesante contaminación orgánica e inorgánica. El tema no deja de preocupar ya que se habla de una de las reservas de agua dulce más importantes del planeta que, pese a esa condición y a que se abastecen de ella ciudades argentinas con poblaciones muy numerosas -en nuestra zona lo hacen La Plata, Berisso y Ensenada- carece de sistemas de defensa frente a las distintas descargas contaminantes que sufre.

Cabe recordar que, según las conclusiones ofrecidas hace siete años en un encuentro multidisciplinario que convocó a ambientalistas y expertos de distintos sectores públicos y privados, los 3 millones de kilómetros cuadrados por los que se extiende la Cuenca del Plata -desde el sur de Brasil, pasando por el oeste boliviano, el Paraguay en su amplia extensión, el norte y centro de Argentina hasta llegar a la boca del río en nuestra región- sufren en forma ostensible el gravísimo impacto de las intervenciones de la actividad humana.

Se advirtió allí que el principal objetivo de los encuentros de análisis sobre las condiciones de la Cuenca del Plata es el de coordinar acciones entre los diferentes organismos, con la participación de organizaciones ambientalistas y de sectores universitarios, para trabajar en la búsqueda de soluciones, al margen de las acciones directas que los gobiernos -desde luego que, principalmente, el argentino- debieran haber puesto en práctica, para revertir el estado de contaminación del río.

Sin perjuicio de ello, resultan válidas todas aquellas acciones depuradoras que pueden y deben encararse a lo largo del río, como las que aquí reclaman entidades y vecinos de nuestra región. Resulta difícil de concebir que se estén arrojando al río en forma continuada enormes volúmenes de desechos orgánicos e inorgánicos, sin ningún tipo de tratamiento.

Sobran estudios que han dejado en claro la gravedad del cuadro, y si bien muchas veces tales informes originaron expectativas alentadoras, al cabo de un tiempo llegaron los efectos desalentadores de la inacción. Lo cierto es que la alteración de las condiciones ambientales del Río de la Plata y el potencial peligro que constituyen las actuales anomalías para la salud de millones de habitantes, son causas más que suficientes para encarar profundas rectificaciones.

 

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