Festival de vendedores ilegales en La Plata: nadie frena el desborde
Edición Impresa | 19 de Diciembre de 2020 | 03:24

Con las fiestas navideñas a la vuelta de la esquina, el microcentro platense parece haberse convertido, más que nunca, en tierra de manteros. La venta callejera se ha expandido a pasos agigantados en las últimos meses, ante la casi nula reacción estatal, que dejó vía libre para el desarrollo de esta modalidad de comercialización ilegal que transgrede ordenanzas, el Código contravencional municipal, leyes nacionales, normativas impositivas de la AFIP y ARBA y distintas resoluciones.
Y ni hablar de lo ocurrido en las últimas semanas, cuando mientras en el microcentro crece el movimiento a medida que se acercan las fiestas de fin de año, la presencia de los manteros que ofrecen mercaderías de dudosa procedencia estalló.
Apenas una muestra de este fenómeno es lo que ocurría ayer al mediodía en los tramos más transitados de calle 8. Un verdadero festival de vendedores ambulantes. A un promedio de diez por cuadra.
En una recorrida por la calle 8, de 47 a 49, una veintena de vendedores ambulantes se encontraban apostados en las veredas frente a los negocios. Muchísima gente iba y venía buscando un regalo para el arbolito. Pero caminar por ese tramo era casi imposible sin correr el riesgo de pisar ropa, calzado, elementos de electrónica, CDs y DVDs, entre otros “rubros”, que, por otro lado, son cada vez más variados. Basta consignar que se contabilizaron en solo dos cuadras veinte manteros.
Bastante similar era el escenario urbano por diagonal 80 entre la zona de la estación de trenes y la Plaza San Martín.
Podía verse como, en torno a una manta, llegaban a juntarse 3 o 4 personas, mientras que en el comercio de ese rubro más cercano quizás había un par de clientes. Y los comerciantes, claro, estallan de bronca ante este desmadre de mantas, tablas y caballetes sobre las veredas.
Pierden clientela ante lo que consideran una competencia desleal. Romina tiene 36 años. Prefirió reservar su apellido. Es dueña de un local céntrico de bijouterie. Y ayer se lamentaba: “Es imposible competir. Yo hago un enorme esfuerzo para poder atraer los clientes, pero no puedo ofrecer los precios que le ponen en la calle, porque debo afrontar el alquiler, impuestos, tasas... Me da mucha bronca”, dijo.
Todo esto ocurre en el peor año para el comercio platense. Más de dos mil negocios debieron bajar las persianas. Y durante los meses más crudos de la pandemia muchos comerciantes destinaron gran parte de sus ahorros al pago de alquileres y empleados. Se esperaba que diciembre traiga algo de aire fresco a una economía que está en llamas. Es por eso que la competencia desleal preocupa y mucho al sector.
Incluso días atrás los comerciantes habían manifestado que aguardaban que la Municipalidad intervenga para desalentar la venta ambulante y la actividad de los manteros, e hicieron hincapié en un “dejar hacer” progresivo en la Plaza Italia, que desde temprano empieza llenarse de vendedores.
LETRA MUERTA
Como ya ha señalado este diario, la venta callejera transgrede diferentes normas. La ordenanza 8209, de 1993, no se respeta para nada. La misma prohibe expresamente desde el 1º de enero de 1994, en el Partido de La Plata, la venta en la vía pública autorizada por Ordenanza 6892 e hizo caer todos los permisos que habían sido otorgados hasta ese momento.
Sobre el Código Contravencional también pesan varias faltas que, al menos hasta el momento, no reciben sanciones. Se trata de los artículos 133 a 136, donde se fijan sanciones de hasta 1.000 módulos y arrestos de hasta 20 días para quienes realizan ventas en forma ambulante.
Pero los manteros también infringen en leyes impositivas nacionales y provinciales, porque no rinden tributo a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), y ni siquiera pagan, en la mayoría de los casos, el monotributo social.
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