Hace falta detener a una actividad delictiva cada día más violenta en la Región

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Con el homicidio del músico Santiago Stirz como motivo desencadenante de la protesta que apuntó contra la inseguridad reinante en La Plata, unos 500 ciclistas de nuestra ciudad concretaron una masiva y conmovedora “pedaleada” de unos 45 kilómetros de extensión, en los que recorrieron el frente de siete comisarías del casco urbano y de localidades de la periferia así como la sede del ministerio de Seguridad provincial, para dejar testimonio de sus reclamos contra la violenta ola delictiva que aflige a la población.

Como se sabe, el joven músico Stirz fue baleado a quemarropa por dos motochorros el jueves pasado, que lo asaltaron cuando se movilizaba en su bicicleta por la cuadra de 47 entre 20 y 21 de La Plata. Pese a que tan sólo opuso una escasa y casi instintiva resistencia, la víctima recibió dos balazos en la cabeza. Fue internado en el Hospital San Martín, donde llegó a ser intervenido quirúrgicamente pero, lamentablemente, falleció como consecuencia de las heridas sufridas.

Cabría consignar que la caravana de ciclistas fue acompañada por el aplauso del público en las veredas y por los bocinazos que tocaban muchos automovilistas, en lo que resultaron ser dos signos elocuentes del respaldo general que mereció esa manifestación cuyos organizadores destacaron también el buen trato con que fueron recibidos en todas y cada una de las dependencias policiales en donde conversaron con sus jefes.

Desde luego que el tema del robo de bicicletas –una modalidad en auge en los últimos meses- y de la necesidad de analizar e investigar en el mercado de venta de las bicicletas robadas fue uno de los temas obligados que se trataron, planteado por los organizadores de la marcha ante las autoridades policiales.

Como se ha dicho, se trata de una expresión más contra el fenómeno de la inseguridad en nuestra zona, que es mucho más abarcativo. La actividad delictiva no deja, virtualmente, brecha alguna sin tocar y, en la mayoría de los casos, lo que se reclama en forma prioritaria es una presencia más consistente y continuada de policías en las calles, con mayor cantidad de patrullajes y, consiguientemente, de móviles policiales en la vía pública.

La llegada a La Plata del narcotráfico para quedarse, el crecimiento en el consumo de drogas, los asaltos a través de modalidades cada día más violentas, las entraderas y salideras, todo lleva a concluir que mientras la Policía no pueda consolidar una presencia disuasiva en la vía pública, la población platense no dejará de verse acosada por la persistencia y mayor intensidad de una ola delictiva que, a su manera, no deja de marcar así los fracasos oficiales en el manejo del tema de la seguridad.

Se lo ha dicho muchas veces y conviene reiterarlo: fracasos que no son sólo de ahora, sino que vienen desde hace muchos años. Que no atañen, tampoco, a una exclusiva responsabilidad policial y que se vieron reflejados por las insólitas oscilaciones en los criterios doctrinarios que se aplicaron sobre el accionar de la repartición policial. La seguridad en la Provincia saltó muchas veces, sin rubor alguno y en cuestión de segundos históricos, de la tesis de la mano dura a concepciones ultra garantistas.

En la instrumentación –si se quiere rudimentaria y hasta ingenua por momentos- la Provincia perdió mucho tiempo, muchos recursos y, fundamentalmente, los rumbos certeros que exige toda política de seguridad.

Más allá de ello y de las correcciones que deban efectuarse, lo que el poder público, es decir, el imperio de la ley, no puede ni debe permitir es que la delincuencia, mientras tanto, siga causándole pérdidas de vidas y bienes a la población.

 

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