La pandemia detona el número de chicos con hambre en EE UU
Edición Impresa | 9 de Diciembre de 2020 | 02:31

COCKEYSVILLE
Antes de que la pandemia cerrara su escuela y los funcionarios de inmigración de EE UU deportaran a su padre a El Salvador, Kimberly Orellana, de 14 años, no sentía miedo de pasar hambre.
Pero el salario de su madre, ahora el único sostén de su hogar, no es suficiente para alimentarla a ella y a sus dos hermanitas.
Por eso, Kimberly hace cola frente a una escuela para aprovechar la distribución de productos alimenticios organizada allí por una asociación sin fines de lucro.
“A veces necesitamos un poco de comida para mantener nuestra heladera llena”, dice Kimberly, en Cockeysville, al norte de la ciudad de Baltimore (este), durante un descanso de sus clases escolares que ahora se dictan bajo la modalidad en línea.
Cada vez más niños pasan hambre en EE UU. La epidemia de coronavirus, que ha matado a unas 280.000 personas en el país, provocó una histórica crisis económica.
Según el Departamento de Comercio, el 12 por ciento de los adultos afirma que “a veces” o “con frecuencia” no comieron lo suficiente durante el último mes.
Cerca del 10 por ciento de las madres de niños menores de cinco años declararon que habían pasado hambre en algún momento de octubre y noviembre, según una encuesta de la Brookings Institution.
La organización benéfica Feeding America estima que unos 50 millones de personas se considerarán en situación de inseguridad alimentaria este año, incluidos alrededor de 17 millones de niños.
CIFRAS ALARMANTES
Las cifras son alarmantes para la mayor economía mundial y uno de los principales países donantes de ayuda alimentaria a otras naciones.
“La alimentación y la agricultura representan alrededor del 20 por ciento de la economía de EE UU, pero el 100 por ciento de la gente come”, recuerda Chloe Waterman, directora de programas del grupo Friends of the Earth, quien enfatiza el rol del departamento de Agricultura para contrarrestar el problema.
El inicio de la pandemia en marzo y los cierres de empresas y negocios que siguieron dispararon el desempleo masivo y generaron una grave recesión.
Las escuelas también han cerrado, lo que ha impedido que los niños de familias de menos recursos reciban comidas gratuitas.
Según Bauer, la escasez de productos básicos en los supermercados también afectó en primera instancia a los padres y madres de bajos ingresos.
El Congreso de EE UU respondió permitiendo que los estados dieran a las familias tarjetas de beneficios por el valor de las comidas escolares, mientras que muchas circunscripciones continuaron proporcionando alimentos a los estudiantes.
Pero hay baches en esa red de seguridad, señala Bauer, especialmente para los padres que no pueden llegar a los lugares donde las escuelas reparten sus comidas gratuitas.
Y el principal plan del gobierno para dar alimentos a las familias necesitadas, el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), es insuficiente para cubrir todas las comidas, trasladando la carga del creciente desempleo a las entidades benéficas, sostiene Waterman.
Este es el caso de la asociación Baltimore Hunger Project, que ofrece productos alimenticios los fines de semana en la ciudad de Maryland y sus suburbios.
Las solicitudes se triplicaron desde el inicio de la pandemia y la asociación ahora está ayudando a 2.000 familias.
Entre ellas la de Kimberly, que pudo recibir huevos, pan y otros productos básicos para ella y su madre, ambas indocumentadas, y sus dos hermanas nacidas en EE UU. “A veces es muy difícil, pero hay que seguir adelante”, acota.
“Esto me parte el corazón”, dice Ayo Akinremi, un inmigrante nigeriano que comenzó a acudir allí para conseguir algo de comida para su esposa e hijos tras perder su trabajo, pero ahora asiste como voluntario. “Fue un choque cultural para mí venir a EE UU y encontrarme con tanta inseguridad alimentaria”, asegura. (AFP)
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