La incidencia de la droga en la tasa de homicidios en el país

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El auge de homicidios que se registra en Rosario –en las últimas horas fueron asesinadas a balazos dos mujeres, en episodios vinculados al narcotráfico, con lo que ya son 31 las víctimas de crímenes ocurridos en lo que va del año en esa ciudad- viene a corroborar lo expresado el año pasado por el arzobispo rosarino acerca del crecimiento del consumo y la venta de drogas en ese distrito, en una situación que relacionó al incremento delictivo general.

Se trata, por cierto, de un fenómeno que se presenta en muchas ciudades del país. Basta recordar que, en nuestra zona, tanto los magistrados a cargo de los fueros penal y de responsabilidad penal juvenil, coinciden en poner de relieve la altísima incidencia que tiene la droga en muchos de los hechos investigados por la Justicia.

En los dos últimos casos ocurridos en Rosario, una de las hipótesis que maneja el fiscal respecto al móvil de los homicidios apunta a un ajuste de cuentas entre narcotraficantes ya que, al parecer, ambas víctimas pertenecerían a grupos antagónicos que se disputan el territorio en esa ciudad.

Se ha señalado insistentemente que la droga ha llegado a nuestro país para quedarse, apuntalada ahora por la presencia de peligrosos carteles y de grupos mafiosos en distintas jurisdicciones. Las preocupaciones existentes hace no muchos años, relacionadas a la incipiente venta de drogas en cercanías de los colegios se vieron minimizadas, ahora, al ser confrontadas ante la alarmante presencia de organizaciones de narcotráfico asistidas por respaldos poderosos.

Resulta necesario recordar que fue en 2013 cuando un informe de la Oficina Antidrogas de las Naciones Unidas ubicó a la Argentina como el tercer punto de partida de cocaína hacia el mundo detrás de Brasil y Colombia.

En el mismo trabajo, advertía sobre la fragilidad de los controles en los aeropuertos y puertos. Ese dato fue el primero que demostró la enorme gravedad de lo que ocurría en el país, hasta entonces considerado de tránsito y convertido en país productor, consumidor y en la mira de los carteles internacionales.

Para esos carteles, el interés de la Argentina no pasa por el mercado interno de las drogas, al que consideran pequeño y sujeto a fuertes altibajos económicos. El objetivo pasa por convertir al país en base de almacenamiento y movimiento estratégico para llegar a su segundo mercado más importante: el europeo. Especialistas en el tema postulan que el primer interés de los carteles en el país fueron los fueron los precursores químicos para producir cocaína y drogas de diseño, cuando aquí pudieron conseguirlos a precios irrisoriamente bajos. Pero otro de los factores que seducen a estos carteles es una buena infraestructura de puertos argentinos poco controlados, por donde diariamente salen centenares de barcos cargados de cereal y otras producciones, muchos de ellos hacia puertos canadienses y europeos.

La enorme gravedad del problema obliga a ponderar la decisiva importancia que debe tener el Estado, como investigador y represor principal de las organizaciones del narcotráfico que se ha instalado con creciente fuerza y que cuenta con centrales internacionales de apoyo. De sobra se conoce que los narcotraficantes exponen, en forma cotidiana, la millonaria y delictiva trama de negocios y vínculos políticos que los respaldan, en un proceso que encuentra a nuestro país en desventaja frente a ese fenómeno.

 

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