Que digan lo que quieran: espléndida a los 51, Aniston se ríe de los que le tenían lástima

Codiciada, millonaria, exitosa, la actriz tuvo que esperar a que cambie la era para que dejen de verla “como una mujer sin hijos”

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“Toda mi infancia vi a los adultos ser crueles entre sí. Vi ciertas cosas sobre el comportamiento humano que me hicieron pensar: ‘No quiero esto en mi vida. No quiero ser así ni que ninguna persona con la que me encuentro tenga que sentir algo así’. Así que en cierto punto le pueden agradecer a mis padres. En la vida podés estar enojado, podés ser un mártir. Aunque también podés pensar: ‘ ¿Tengo limones? ¡Hagamos limonada!’”: así piensa Jennifer Aniston en una entrevista que le realizó su “hermana de otro padre”, Sandra Bullock, a raíz de su cumple número 51.

La frase parece describir a la perfección a Aniston, que durante toda su carrera ha soportado los prejuicios del sistema y los golpes de la vida sin claudicar: hoy, a los 51 y absolutamente espléndida, como demuestra con frescura y desparpajo en la sexy producción de fotos que acompaña a la entrevista de la revista Interview, ha conseguido que dejen de tenerle lástima, lástima por la infidelidad de su ex pareja Brad Pitt, lástima por tener hijos, y ha triunfado al imponer una visión sobre ella que tiene que ver con el éxito, la paz y la felicidad al margen del amor romántico y el mandato social de la maternidad.

Es decir, Aniston ha emergido triunfante de una era en Hollywood con fuertísimas presiones sobre sus estrellas, y ahora abraza un nuevo espíritu de época, donde su historia no se trata de sus problemas románticos o su falta de hijos, sino de haber sostenido durante décadas una carrera en la industria más competitiva del mundo. Es la cara de importantes marcas a pesar de trabajar en un lugar donde tener más de 40 parece pecado, que promociona en su flamante cuenta de Instagram donde la siguen casi 30 millones de usuarios; acaba de protagonizar la premiada “The Morning Show”; y su fortuna se calcula en más de 300 millones de dólares.

Jennifer lleva varios años intentando cambiar este relato que se cierne sobre ella: “Lo que cuantifica la felicidad de la vida de alguien no es ese ideal creado en los años cincuenta”, disparó en una entrevista hace dos años, y lamentó que esperemos “un final feliz” y no “un proceso feliz”. “Tengo un trabajo estupendo. Una familia estupenda. No tengo razón para no sentirme mal”.

Aniston escribió también una célebre carta abierta, pionera en la lucha feminista dentro de la conservadora industria del cine, donde contaba que estaba agotada de ser juzgada “por mi estado civil, por mi divorcio, por la falta de un compañero, por mis pezones”. En el artículo, Aniston apuntó contra “la cosificación y el escrutinio a los que sometemos a las mujeres. Trabajé muy duro como para ser reducida a una triste mujer sin hijos”.

Sin embargo, tuvo que cambiar la era para que el público dejara de verla como “la pobre solterona” protagonista de mil fracasos amorosos (además de Pitt, mantuvo relaciones de largo aliento con Vince Vaughn, John Mayer -con quien se la vio hace un par de semanas- y Justin Theroux, su marido hasta 2018); y también, para que los tabloides dejaran de anunciar supuestos embarazos de la actriz cómica.

Pero todo llega. Y hoy, mientras su ex Brad Pitt parece buscarle la mirada en cada encuentro (y hasta fue fotografiado tomándole la muñeca mientras ella intentaba escapar de su abrazo), Aniston se pasea por Hollywood espléndida, una de las actrices -y mujeres- más codiciadas, y libre, despojada finalmente, de ese mote de solterona infeliz que le quisieron colocar.

 

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