El reconocimiento y respeto a los derechos de los mayores adultos

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El crecimiento exponencial en la mayor parte del mundo de las expectativas de vida que hoy, en nuestro país, supera a los 76 años de edad, viene acompañado de connotaciones positivas, sin perjuicio de que aún persistan desigualdades y abusos contra la vejez. Lo cierto es que hasta hace pocos años resultaban impensados algunos datos de la realidad, como el que acaba de evidenciarse en este diario en un artículo publicado recientemente, en el que se reflejó la actividad de más de 80 talleres habilitados este año por la Universidad Nacional de La Plata destinados a personas mayores de 55 años de edad.

Tal como se informó, las clases que se dictarán versarán sobre diferentes disciplinas, entre otras las de historia, literatura, filosofía, sociología, género, estimulación de la memoria, educación física, reflexiones sobre el envejecer, cine, danzas, teatro, pintura, computación y nuevas tecnologías, coro y natación.

Lo cierto es que no sólo se vive una época en la que se confirma una tendencia que es universal –favorecida en primer término por los notables avances de la medicina-, sino que también ese fenómeno viene presentándole a la sociedad una serie de desafíos acerca de la necesidad de resolver los problemas propios la edad mayor. Ello, en el visible contexto de todas las dificultades económicas, físicas y espirituales que los adultos mayores deben sortear en la vida cotidiana.

Cabe recordar que en 2015, al realizarse en la Organización de Estados Americanos una convención sobre los derechos de las personas mayores, se firmó un documento cuyo objetivo marcó la necesidad de “promover, proteger y asegurar el reconocimiento y el pleno goce y ejercicio, en condiciones de igualdad, de todos los derechos humanos y libertades fundamentales de la persona mayor, a fin de contribuir a su plena inclusión, integración y participación en la sociedad”, según dice el texto rubricado por representantes de la Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Uruguay y República Dominicana.

Concretamente, los derechos protegidos por la OEA son la igualdad y la no discriminación por razones de edad, el derecho a la vida y la dignidad en la vejez, el derecho a la independencia y la autonomía, el derecho a la participación y la integración comunitaria, y el derecho a la seguridad y a una vida sin violencia.

Son muchos los expertos que han venido alertando en los últimos años sobre los crecientes desafíos que plantea la denominada globalización de la vejez, frente a cuya presencia se requieren cambios mucho más amplios de conceptos y estrategias y hasta, si se quiere, de una nueva cultura social que contenga y proteja mejor a los adultos mayores. Es sobre todo en este último rubro, el de las reivindicaciones sectoriales, inclusive en las de índole educativa, en donde cobran especial valor las recomendaciones de la OEA.

 

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