El supremacismo racial se expande sin control por las redes sociales

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Por DIRIER LAURAS

AFP

PARÍS

No están estructurados pero se influyen mutuamente vía internet: racistas y supremacistas del mundo entero amplían sus acciones y representan una amenaza creciente que se nutre de sus héroes y mártires.

El doble tiroteo que dejó como saldo final un total de 11 muertos en Hanau (Alemania), y que parece directamente relacionado con “motivaciones xenófobas”, ocurre tras una larga lista de actos asesinos cometidos en Occidente por individuos en busca de la defensa de la “raza blanca”, a la que consideran amenazada por las migraciones, la globalización y el Islam.

Y de Christchurch a Pittsburgh, de Halle a El Paso, los militantes que decidieron pasar al acto en los últimos meses se nutren de una narrativa vehiculizada por internet con una eficacia que preocupa a los expertos y fuerzas de seguridad.

Para fuentes consultadas por la agencia de noticias AFP, el neonazi noruego Anders Behring Breivik, quien mató a 77 personas en 2011, inspiró a los militantes más tentados por la acción.

“Breivik se convirtió en una figura inspiradora para algunos”, indica Graham Macklin, profesor asistente en el Centro internacional del antiterrorismo (ICCT) de La Haya, en un reciente artículo consagrado al tema. “El ecosistema digital alimenta el impulso”, dice. “Un ataque anima e inspira a otro, creando un conjunto de ‘santos’ y ‘mártires’ que los otros pueden imitar”, añade.

El extremismo supremacista blanco entró en la fase de globalización evidente, confirma por su lado el Centro Soufan, un think tank (tanque de pensamiento) especializado en asuntos de seguridad y creado por un ex miembro del FBI.

Los autores de esas matanzas “fueron celebrados como héroes, mártires, santos, comandantes y otros títulos honoríficos”, revelaba en septiembre un estudio firmado por el centro estadounidense.

Los simpatizantes “adhieren a creencias milenarias y apocalípticas que hablan de una guerra racial inminente, y algunos están seguros de que llega el fin de los tiempos”, según el texto.

Como para el yihadismo, la red actúa como multiplicadora. Plataformas discretas pero accesibles (8Chan) o abiertas a todos (YouTube), así como las redes sociales más clásicas, facilitan a los militantes exaltar el paso al acto y promover sus fundamentos ideológicos.

El atentado de Christchurch realizado en Nueva Zelanda en marzo de 2019, fue difundido en directo por Facebook Live. Meses más tarde, el asesino de Halle (este de Alemania) puso también en línea directa su ataque antisemita en la plataforma de streaming Twitch.

“Que haya numerosos grupúsculos radicales en el mundo e internet es un facilitador para sus congregaciones nacionales o incluso internacionales”, constata Anaïs Voy-Gillis, geógrafa del Instituto francés de geopolítica, especialista en la extrema derecha.

Según ella, la masacre de Breivik posibilitó “desencadenar” la dinámica de un terrorismo de extrema derecha que ya existía de antemano. “Más allá de los actos que tuvieron un efecto de bola de nieve, el contexto actual, especialmente con la crisis migratoria de 2015, seguramente participó en la radicalización de varias personas que están ahora dispuestas a pasar al acto en nombre de una causa que consideran superior”, agregó.

Obnubiladas por el yihadismo, las autoridades del mundo entero deben ahora integrar esta otra amenaza bien real. En Francia, una comisión de investigación de la Asamblea Nacional (parlamento) mencionaba en junio tímidas tentativas de contactos entre “grupúsculos de ultraderecha presentes en Francia” y estructuras europeas, especialmente en Alemania, Grecia y Bélgica, aunque también en Italia, Gran Bretaña, España o Austria.

Según un informe del FBI fechado en noviembre de 2019, 19% de los actos de terrorismo cometidos por “lobos solitarios” en EE UU provienen de ideologías que “defienden la superioridad de la raza blanca”. O sea, exactamente la misma proporción que el islamismo radical.

 

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