Inquietante auge de contenidos racistas en redes sociales

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No pueden menos que causar preocupación y, por cierto, suscitar el más categórico de los repudios, los contenidos de tipo racista, que invitan a través de las redes sociales de Internet al odio hacia terceros, utilizados últimamente por personas y, en especial, a partir de dos casos policiales que alcanzaron resonancia pública: el de la joven atacada y golpeada varias veces en la cabeza en la pelea ocurrida en Diagonal 80 y, pocas jornadas antes, en el de Fernando Báez Sosa, muerto a golpes por una patota en Villa Gesell.

Cabe señalar que este fenómeno virtual se ajusta en sus características a una lamentable tendencia de la realidad, reflejada en el hecho de que, además de las muestras de racismo, también crecen las denuncias sobre muchos episodios de discriminación en las redes según lo atestiguaron distintos testimonios en los últimos años.

Como se recordará, en 2018 el INADI hizo público un trabajo que reflejó el informe elaborado por organizaciones civiles y gubernamentales acerca de la existencia de numerosos episodios de naturaleza racista y de discriminación en el país.

Expresiones cargadas de odio y desprecio en las redes, calificativos denigrantes por el color de la piel, sugerencias de un rápido linchamiento a los presuntos autores de delitos, incitaciones a hacer justicia por mano propia, descalificaciones categóricas de quienes piensan o actúan de determinada manera, empleo de palabras insultantes, todo vale para montar una injuria o incurrir en violencias verbales.

Además, a ese panorama disvalioso se suma en el caso de nuestro país, la intolerancia existente entre los grupos políticos mayoritarios dominantes –la llamada “grieta”- que se nutre asimismo de la discriminación.

El informe del Inadi destacó asimismo que, así como crecen los grupos que promueven mensajes discriminatorios, las redes sociales son también el lugar para que muchos chicos pacten peleas o se encuentren simplemente para acosar a otro. A este último ejemplo se lo conoce como cyberbullying, una adaptación de lo que hasta no hace tanto se conocía como la agresión entre los adolescentes y niños en situación escolar y que ahora define a ese mismo hostigamiento a través de mails, blogs, redes sociales o imágenes digitales. Pero esta forma de atormentar con impunidad salió de la escuela y se expandió, a través de distintos medios, entre adolescentes y adultos.

Lo cierto es que, así como es fácil agraviar por las redes, poder eliminar un contenido racista o que incite al odio hacia un tercero en Internet no es nada sencillo. Porque cuando se lo consigue denunciar, el mismo contenido ya fue replicado en otros sitios y se extendió así a toda la Web en una difusión muchas veces imparable. De allí la necesidad de que se conforme una sólida red educativa en torno al manejo de las redes sociales.

En el caso de nuestro país, parece llegada la hora que la sociedad en su conjunto –representada por los funcionarios, la dirigencia política, los referentes culturales, sociales y deportivos, así como por la guía rectora de los diversos cultos- se decida, una vez por todas, a achicar la grieta, llamar a la cordura a la población e incrementar en los habitantes los niveles de responsabilidad social. Se trata de un camino que el país debe recorrer y en el que sólo falta un primer paso.

En cuanto a las redes, se ha dicho ya en innumerables ocasiones –ante desviaciones impropias en el uso de esa herramienta- que es preciso inculcar en los usuarios, muy en especial en los menores de edad, que son quienes con más intensidad actúan en ellos, principios rectores de buena conducta y de respeto y tolerancia a todas las diversidades. En el caso del odio racial, demasiado ha sufrido la humanidad por ese flagelo causante de los más graves crímenes de la historia.

 

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