Max von Sydow: el hombre que peleó con el demonio y jugó al ajedrez con la Parca

El actor de “El séptimo sello” y “El exorcista” murió a los 90 años. Filmó más de 200 títulos, combinando lo popular y lo artístico

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Se enfrentó a la Parca y al demonio, se puso en la piel de Jesús, tuvo Tres Ojos para mirar todos los lugares y tiempos de Poniente, fue un granjero pobre nominado al Oscar y pilar de casi una docena de clásicos angustiosos de Ingmar Bergman: una de las presencias más poderosas del cine, la de Max Von Sydow y su porte alto y desgarbado, de ojos azules taciturnos, rostro alargado y piel pálida, la de esa voz profunda, se fue de este plano de la existencia ayer, a los 90 años, dejando tras de sí una carrera actoral que supo combinar trabajos en el cine independiente y autoral y participaciones en trabajos de corte popular, desde “Flash Gordon” a “Game of Thrones”, pasando por “Star Wars”.

Von Sydow, conocido entre los seguidores del cine independiente por su trabajo con Bergman y por los cinéfilos del mundo como el sacerdote en el clásico del terror “El exorcista”, nació en Suecia pero se hizo ciudadano francés en 2002, donde murió ayer a la madrugada. Desde que debutó en la pantalla en 1949, en la película sueca “Only a Mother”, Von Sydow apareció en cerca de 200 producciones de cine y televisión, y se mantuvo activo hasta los últimos años. Recibió dos nominaciones a los premios Oscar -a mejor actor en 1988 por su apasionante interpretación de un granjero pobre en “Pelle el conquistador”, y a mejor actor de reparto en 2012 por su papel de un mundo en “Tan fuerte y tan cerca”. Y fue postulado a un Emmy por su trabajo como el Cuervo de Tres Ojos en “Game of Thrones”.

Von Sydow fue un pilar en casi una docena de clásicos de Bergman, entre ellas “Las fresas salvajes”, “Vergüenza” y “El séptimo sello” de 1957, en la que apareció en una de las escenas más memorables de la filmografía del director como el caballero medieval que juega un juego de ajedrez contra la Parca.

Von Sydow debutó en Hollywood como Jesús en la película de 1965 “La más grande historia jamás contada”, pero alcanzó la fama internacional como el sacerdote librador del demonio en “El exorcista”. Pero esa voz, esa altura, esa palidez e intensidad lo corrieron rápido del lugar del héroe en Hollywood, siendo encasillado a menudo como el villano sofisticado.

En esa calidad, rechazó el papel del siniestro Dr. No en la primera película de James Bond del mismo título (“El satánico Dr. No”), pero más tarde apareció como el villano amante de los gatos Ernst Blofeld en “Nunca digas nunca jamás”, de 1983. En 1980 interpretó al emperador Ming el Despiadado en “Flash Gordon”.

Aunque sus personajes a menudo eran siniestros, atormentados o malvados, Von Sydow, de voz suave, dijo que se hizo actor para superar su timidez. “Fui un chico muy tímido de niño”, dijo en una entrevista reciente. “Cuando empecé a actuar en un grupo amateur en la escuela secundaria, aunque no estaba consciente de ello en ese momento, de pronto tuve una herramienta maravillosa en mis manos. Podía expresar toda clase de cosas extrañas que jamás me atreví a expresar antes. Ahora podía hacerlo con el personaje como un escudo, como una defensa, y como una excusa”.

“Creo que por muchos años usé mi profesión como cierto tipo de terapia psicológica”, añadió.

Von Sydow nació el 10 de abril de 1929 en una familia de académicos en Lund. Fue bautizado Carl Adolf von Sydow, pero se cambió el nombre de pila a Max, argumentando que el suyo “no era un buen nombre” tras la Segunda Guerra Mundial.

Aunque su familia no estaba interesada en el teatro, su padre era un maestro contando historias de aventura que alimentaban su imaginación. Decidió que quería ser actor y formó una sociedad teatral con sus amigos tras ver su primera obra, “El sueño de una noche de verano” de Shakespeare, a los 14 años.

Se formó en el Teatro Dramático Real de Estocolmo y actuó en pequeños teatros municipales en Suecia por ocho años, una experiencia que luego describió como crucial para su carrera.

Allí conoció a Ingmar Bergman: “No puedo decir exactamente qué influencia tuvo sobre mí, pero debe ser enorme”, dijo sobre Bergman. “Hicimos la mayoría de ese trabajo cuando éramos mucho más jóvenes. Éramos libres: él todavía no había adquirido fama mundial y yo era sólo un actor regular de teatro con pocos créditos en el cine. Trabajamos duro y nos divertimos mucho”.

 

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