Golpeó de forma salvaje a su pareja y se fue a tomar el colectivo: lo detuvieron

El sindicado agresor, de 37 años, es de Villa Catella. La víctima, un año menor y que terminó en el hospital a causa de las heridas, asegura que ya lo liberaron y tiene miedo 

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“Milito en el feminismo, tengo todas las herramientas para salir de una situación así y sin embargo estuve atrapada en este círculo violento”, le contó ayer por la tarde Mariana Carlá a EL DIA, en tono de lamento. La joven de 36 años, que trabaja en el Centro de Monitoreo de Ensenada, denunció que fue víctima de violencia de género a manos de su pareja, quien, según dijo, la golpeó de manera brutal.

No era la primera vez que lo hacía. En febrero, además de la agresión física le habría robado la moto. Ella no lo denunció en esa ocasión y siguió inmersa en una historia sórdida que tuvo su aparente final con la detención de J.E.M. (37). Según sus propias palabras, “no pude radicar la denuncia en aquella oportunidad, no sé por qué no lo hice. Una no entiende. Cuando te pasa, aún teniendo todas las herramientas, no lo hacés. Después me pidió perdón y volví, es complicado”.

Ahora, luego de declarar ante la Policía y con otra perspectiva tras la extrema experiencia, Mariana aceptó relatar lo ocurrido “para que otras chicas tomen consciencia y se animen a denunciar a los violentos”. También denunció que en las últimas horas el acusado fue liberado y que tiene miedo.

“SIEMPRE FUE VIOLENTO”

Los ataques físicos comenzaron “hace un mes”, cuando el hombre le dio un cabezazo “mientras estábamos en la playa en Punta Lara”, se subió a la moto de la víctima y se fue sin más, aseguró Carlá.

No obstante, conforme indicó, “él siempre se mostró violento. Yo creí que estaba nervioso porque no tenía trabajo, lo justificás o buscás un motivo para explicar por qué reacciona así”.

Ella no alcanzaba a ver lo que sucedía desde su lugar, pero la misma familia de J.E.M. “me decía que lo deje, que él era así y no iba a cambiar”, recordó. Las idas y venidas en la relación eran constantes. En el medio, las discusiones fuertes y los insultos vociferados nunca faltaban.

“Estábamos tres días peleados y volvíamos. Me escribía él o a veces era yo quien lo llamaba para ver cómo estaba”, explicó Mariana. Entonces su novio se mostraba “calmado y arrepentido”. Y retomaban el vínculo. La historia de ambos comenzó tiempo atrás: “Nos conocimos hace como 10 años y estuvimos juntos unos meses. Después hicimos nuestras vidas y nos reencontramos en noviembre del año pasado”, refirió.

Ese sube y baja emocional tuvo su pico el miércoles a la noche. Según manifestó Mariana, “estábamos en el cumpleaños de mi mejor amigo en Punta Lara, lo más bien. Comimos, bailamos, todo normal”. Regresaron a alrededor de las 4 de la madrugada. Él iba adelante en la moto de ella y al doblar resbaló y se cayó del rodado. La mujer lo ayudó a levantarse y le pidió que tuviese más cuidado.

“En la puerta de mi casa me dijo ‘me voy’, yo le respondí que bueno y nos despedimos”, sostuvo Carlá. Pero J.E.M. volvió. Se pusieron a discutir y entonces comenzaron los golpes e insultos. “Me empezó a pegar en la cara, me tiró en la cama porque no quería que salga de mi casa. Yo empecé a los gritos, y ahí se puso peor”, aseguró. Las trompadas eran todas en la cara, en la nariz, en la cabeza. En el peor momento de la paliza entraron el hijo de 8 años y el abuelo de la joven. Ese instante de distracción fue aprovechado por Mariana, que salió corriendo a la sede de la Policía local que está justo enfrente, donde finalmente denunció todo. El agresor, por su parte, escapó, aunque no iría lejos. Lo avistaron a pocas cuadras de allí. Esperaba el colectivo para dejar la escena, pero lo aprehendieron y fue trasladado a la comisaría Primera de Ensenada por el cargo de “lesiones mediando violencia de género”.

A Mariana la llevaron a cuerpo médico y le tomaron declaración. Al dialogar con este medio, reflexionó: “Estás envuelto en un círculo de mierda, de violencia. Si no me hubiese hecho lo que me hizo por ahí no lo denunciaba y todo seguía igual. Ahora no quiero que mis hijos me vean como estoy”.

 

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