El preso que murió en el penal de Varela tenía disparos, no “facazos”
Edición Impresa | 24 de Abril de 2020 | 01:43

La versión de que el interno que murió en la Unidad 23 de Florencio Varela había fallecido por un facazo duró lo que tardaron los forenses en revisar el cuerpo y detectar que no eran heridas de arma blanca las que lo habían matado, sino impactos de perdigones (a determinar si fueron de goma o de plomo). Ocho, por lo menos, según la información judicial: 5 en piernas, uno en el sector costal, otro en el parietal derecho y uno más en la nuca. Esta revelación le quitó fuerza a la versión inicial de que la muerte había sido la consecuencia de un conflicto entre presos que no se ponían de acuerdo sobre la conveniencia -o no- de adherir a la huelga de hambre declarada en distintos penales de la Provincia en reclamo de excarcelaciones y domiciliarias por el coronavirus.
“Creemos que fue un motín”, dijo una fuente judicial en alusión al incidente ocurrido en la mañana del último miércoles. Por lo pronto, a todos los agentes penitenciarios que actuaron en el hecho -alrededor de 100, de las seis cárceles que conforman el complejo penitenciario de Florencio Varela - se les abrió un sumario administrativo en Asuntos Internos del ministerio de Justicia provincial, “para deslindar responsabilidades”, aclaró. Trascendió también que el jefe de la unidad fue apartado preventivamente, aunque las fuentes consultadas no confirmaron la versión.
Para trabajar en la investigación penal se conformó un equipo integrado por tres fiscales del Departamento Judicial de Quilmes encabezado por la titular de la Unidad Funcional de Instrucción (UFI) descentralizada 9 de Florencio Varela, Roxana Giménez.
Hay muchos elementos a analizar ya que, además de enviar a peritar las armas de todos los penitenciarios, aguardan el análisis de numerosas filmaciones realizadas por los propios presos durante la revuelta, y las registradas por las cámaras de seguridad del penal, agregaron las fuentes. Sin embargo, identificar a quien disparó las postas mortales no será fácil.
Los de las escopetas “son caños sin estrías, por lo que el proyectil sale limpio”, dijo un especialista consultado por este diario, por lo que “es imposible establecer qué arma disparó un perdigón”. Sólo se puede cotejar “la impronta de la aguja percutora en el culote del cartucho y hasta la marca de la uña extractora de la escopeta”, agregó, “pero saber de cuál salió cada cartucho tirado en el piso no aclara el origen del perdigón”.
El joven fallecido fue identificado como Federico Rey Ramírez (23), quien estaba en el pabellón 6 de la cárcel desde el 2017 tras haber sido detenido por el delito de robo agravado por lesiones graves y la utilización de un menor, se informó. Los incidentes comenzaron en la madrugada del miércoles en esa unidad penal que aloja a 1.500 presos de máxima seguridad, cuando un grupo de internos comenzó un reclamo y huelga de hambre por prisiones domiciliarias y medidas de prevención ante el coronavirus. La protesta se fue recalentando y duró hasta bien entrada la noche, cuando se acordó levantarla en una mesa de diálogo de la que participaron 2 reclusos de cada pabellón, integrantes de la Comisión Provincial por la Memoria, autoridades penitenciarias y judiciales.
Ayer ya eran 1.100 los presos los que estaban en huelga de hambre en 8 penales bonaerenses.
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