Por la cuarentena hay menos enfermedades respiratorias

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Algunas de las principales enfermedades respiratorias registraron en el último mes una disminución de hasta el 50 por ciento respecto de 2019 y desde hace tres semanas no se reportan casos nuevos de sarampión. El fenómeno sería un efecto secundario de la medidas de aislamiento social, entienden algunos infectólogos quienes aseguran que aun así es “fundamental” no descuidar los esquemas de vacunación.

Según el último Boletín Integrado de Vigilancia Epidemiológica, publicado el fin de semana, en Argentina hasta la semana 14 (del 30 de marzo al 5 de abril) se registraron 91.693 casos de ETI (Enfermedad Tipo Influenza); 13.193 casos de neumonías, 13.054 casos de bronquiolitis en menores de dos años y 4.503 casos de Infección Respiratoria Aguda Grave, que es toda infección con fiebre mayor de 38º, tos y que requiere hospitalización. Estas cifras, comparadas con las difundidas para la misma fecha del año pasado, muestran que hubo una reducción de casos a cerca de la mitad.

En cuanto el sarampión, los datos oficiales indican que no se reportaron nuevos casos en el país desde la semana 13, que va desde el 23 hasta el 29 de marzo, una semana después de que se determinara la suspensión de clases por la pandemia.

“Para todo lo que es enfermedad infectocontagiosa, y sobre todo para aquellas que se transmiten por vía respiratoria, tanto el aislamiento como las medidas de higiene personal que se han incorporado a partir de la pandemia han significado una ventaja”, explicó el médico infectólogo Ricardo Teijeiro.

“Si bien el sarampión tiene una transmisión más de tipo respiratoria o aérea y no por gota como el coronavirus, el distanciamiento social y sobre todo que no haya clases en escuelas y universidades va a disminuir el contagio”, aseguró por su parte la infectóloga pediátrica Gabriela Ensinck, integrante de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

No obstante ello, “no hay que relajarse con respecto a la vacunación que debemos hacer de acuerdo a los grupos de edad porque no vaya a ser que por no vacunar nos descuidemos y empecemos a tener más coqueluche (tos convulsa) o que se continúe con el brote de sarampión”, señaló Tejeiro, quien teme que “si no vacunamos en el momento que hay que hacerlo, cuando se retome la escolaridad, vamos a tener brotes de enfermedades para las que teníamos herramientas de prevención”.

 

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