Chau “faso”: cómo dejar de fumar, pero de verdad

El cigarrillo representa uno de los mayores riesgos para la salud. Abandonar el hábito proporciona beneficios casi inmediatos

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Por LORENA SIMMEL

Agencia DPA

Fumar es el mayor de los riesgos para la salud que es evitable, ya que se puede dejar, lo que además proporciona beneficios muy altos para la salud, independientemente de la edad y del historial del fumador. No obstante, para muchos fumadores es muy difícil dejarlo, porque los diferentes productos con tabaco son adictivos, debido a la nicotina, que ataca directamente a los nervios.

“Fumar es, por así decirlo, una cuestión mental”, según Wolfgang Behrens, presidente de la Asociación de No Fumadores de Berlín-Brandemburgo.

Si no se consigue dejar de fumar en el primer intento, no hay que caer en la desesperación. “Si se quiere dejar de fumar, se debe luchar contra el comportamiento de fumador y entrenar el cerebro”, explica el experto. Se trata de desobedecer a uno mismo y de romper los hábitos.

Los estudios muestran que la terapia cognitivo-conductual es la forma más efectiva para dejar de fumar. “La dependencia psicológica tampoco puede ser eliminada con medicamentos”, explica el Profesor Dr. Rainer Thomasius, psiquiatra de la Clínica Universitaria de Hamburgo-Eppendorf (UKE) y director médico del Centro Alemán de Problemas de Adicción de la Infancia y la Adolescencia (DZSKJ).

“Los programas que tienen éxito se caracterizan por el hecho de que están dirigidos por personas muy cualificadas y no ofrecen una garantía de éxito”, explica Michaela Goecke, jefa de la sección de Prevención de Adicciones del Centro alemán de Educación Sanitaria (BZgA).

Los expertos recomiendan el llamado sistema de punto final, mediante el cual se elige un día determinado a partir del cual se deja de fumar. La preparación mental para este día es decisiva.

Si se produce una fuerte dependencia física de la nicotina, se puede incorporar una terapia sustitutiva a la terapia conductual, ya que puede ayudar a reducir los síntomas físicos de abstinencia en los primeros días. También hay medicamentos para dejar de fumar, en los que suelen hallarse como ingredientes activos dos sustancias: el bupropión y la vareniclina. En ambos casos se pueden adquirir únicamente en farmacias y con receta médica.

Para muchos profesionales son únicamente una segunda opción, entre otros motivos debido a sus numerosos efectos secundarios.

Pero también hay muchos otros métodos: hipnosis, acupuntura, ejercicios de respiración o programación neurolingüística (PNL). Pero Thomasius no los recomienda, porque su eficacia no está probada científicamente. “Dejar de fumar es un asunto muy personal”, dice Goecke, porque “no hay un método que se adecue a cada tipo de fumador”.

El propio BZgA ofrece a las personas que desean dejar de fumar un amplio y diverso programa, que incluye cursos de grupo de terapia conductual, una consulta telefónica gratuita o un método conductual online. “Los programas para dejar de fumar que utilizan ordenadores e Internet son relativamente nuevos”, dice Thomasius. “Pero está demostrado que su uso puede tener éxito”, añade.

Muchos fumadores temen que después del último cigarrillo ganarán peso. Según Goecke, existe efectivamente esta posibilidad.

“El cambio del metabolismo después de dejar de fumar puede llevar a un ligero aumento de peso”, explica la experta, por lo que recomienda seguir una dieta saludable y hacer ejercicio. “Los efectos positivos de dejar de fumar se notan con rapidez y superan a los negativos, como el aumento de peso”, dice por su parte Behrens.

La presión sanguínea se reduce, el pulso se sitúa en un ritmo normal y se normaliza la temperatura de las manos y los pies. Por todo ello, dejar de fumar representa en cualquier caso un beneficio para la salud.

 

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