Jerusalén: un domingo sin Ramos y misa íntima por el cierre histórico del Santo Sepulcro

 En una Jerusalén neblinosa y casi desierta, la Semana Santa versión COVID-19 comenzó ayer con un Domingo de Ramos que no tuvo ni ramos ni a los miles de peregrinos que los portan cada año mientras recorren las laderas del Monte de los Olivos cantando y bailando alegremente. La jornada comenzó temprano por la mañana con una misa en la basílica del Santo Sepulcro, a puerta cerrada, oficiada por el máximo representante de la Iglesia Católica en Tierra Santa, Pierbattista Pizzaballa, y que contó únicamente con la presencia de curas y franciscanos. Justamente ese emblemático templo no se cerraba  desde el año 1349, cuando otra epidemia, la Peste Negra, obligó a los custodios cristianos a trancar sus puertas.

Más tarde tuvo lugar una misa en el patriarcado latino de Jerusalén, que fue seguida por una misa, también encabezada por Pizzaballa, en el santuario Dominus Flevit, ubicado junto a los jardines de Getsemaní, a los pies del Monte de los Olivos. "Queremos tener fe en un Dios que nos dé certezas y seguridades, que nos tranquilice en este mar de miedos e incertidumbres en el que nos encontramos", expresó Pizzaballa durante la ceremonia, con la Cúpula Dorada de fondo, apenas visible entre la neblina.  

"Él, Dios, no resolverá todos nuestros problemas humanos, no nos dará las certezas que nuestra naturaleza humana necesita ni está aquí para responder a nuestros deseos inmediatos, pero no nos dejará solos, sabemos que él nos ama, esa es su respuesta", agregó.  

Las restricciones por el coronavirus, que obligaron a cerrar los lugares santos de Jerusalén hace más de una semana y han apagado la vida religiosa de la Ciudad Santa, han impedido además a los peregrinos acudir a estas ceremonias, que fueron transmitidas en vivo por internet y que continuarán durante esta semana, aunque también con muchas limitaciones.  

Más allá de las consecuencias religiosas, otro sector que ha sufrido muchos daños a causa de las medidas contra la pandemia ha sido el turístico, que por estas fechas suele atender a cientos de miles de personas que inundan Jerusalén y recorren emocionados sus callejuelas, recordando la muerte de Jesús y su resurrección. 

 

 

 

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