El fenómeno “Bake Off”: por qué un reality de pastelería es pasión de multitudes
Edición Impresa | 12 de Mayo de 2020 | 05:06

Hace un mes, en un evento histórico, todos los canales de aire transmitieron el especial solidario “Unidos por Argentina”: aunque la finalidad no era entretener sino juntar dinero para la Cruz Roja, el evento fue bastante aburrido, y rápidamente el público perdió el interés. Hasta que se hicieron las 22.30. Y luego las 23. Y “Unidos” seguía al aire. Entonces, la tuitósfera volvió a prestar atención al evento solidario, aunque esta vez para volcar su bronca: debido a que el especial se había extendido, esa semana no habría “Bake Off”.
Es que durante la pandemia, el reality de pastelería de Telefé, conducido por Paula Chaves y con Christophe Krywonis en el jurado (acompañado por Damián Betular y Pamela Villar), y basado en el histórico “The Great British Bake Off”, es pasión de multitudes. A menudo, multitudes enardecidas: sin emisión ese domingo, la ira tuitera colocó a “Bake Off” entre las tendencias argentinas en Twitter, algo que cada domingo vuelve a repetirse, porque ver el envío es tan divertido como comentarlo, y seguirlo, por las redes sociales.
Con el impulso de esta comunidad de personas encerradas que se volvieron fanáticas del show y de sus participantes, “Bake Off” lidera la audiencia del domingo por amplio margen: el domingo superó los 11 puntos de promedio, lo mejor del canal por dos puntos de distancia y superando a los envíos domingueros de El Trece, entre los que se incluye Mirtha, por más de cinco puntos.
Pero el fuerte de “Bake Off” está en las redes: el furor tuitero por el programa es tal, que el domingo ya era tendencia antes de iniciar su emisión de cada fin de semana. En su episodio número 10, además, “Bake Off” colocó tres “hashtags” entre las diez tendencias globales, es decir, entre los diez temas más conversados, en todo el mundo, en Twitter en ese momento: “Marcos”, el gran protagonista del último capítulo, “BakeOffArgentina” y “Agus”, la gran favorita para ganar el concurso.
Es que sin dudas, “Bake Off” es un producto particularmente apto para el lenguaje de las redes, una fábrica de memes potenciada por la pandemia que tiene a la gente en casa, encerrada, otra vez viendo tevé. La segunda temporada del envío que había llegado a Telefé por primera vez en 2018 comenzó el 1º de marzo de este año con 8 puntos de rating promedio, pero desde que se decretó la cuarentena la audiencia no paró de trepar, impulsada por el ruido que genera cada domingo en las redes sociales, el nuevo boca en boca.
El domingo pasado, por ejemplo, la torta de Marcos rompió internet: el emprendedor de 19 años, que regresaba al programa tras ser eliminado hace dos semanas, tenía que hacer una torta con la consigna “amor”. Eligió hacer una torta de Boca, y el resultado, como a veces ocurre en “Bake Off”, fue bizarro y espantoso, una torta desarmada, chueca, que más que azul y oro quedó verdosa y que, encima, tenía las siglas de su club, CABJ, escritas con la “b” minúscula. “El hincha de Boca está loco”, ofreció como excusa, pero Twitter no se la dejó pasar y tampoco el jurado, que lo echó por segunda vez del programa.
FANATISMO
Allí reside parte de la gracia del programa: los competidores no son reposteros profesionales, sino amantes amateur de la pastelería, con más o menos talento, pero propensos a las desgracias culinarias. Ese carácter “fallido” de los protagonistas, que ya se ha visto en otros realities culinarios (de igual éxito 2.0 goza la saga de Netflix “Nailed it”, que ya abraza directamente el bizarro), produce una fuerte empatía con ellos, que se traduce, quizás algo exacerbado por el aburrimiento, la ansiedad y la falta de competencias deportivas, en un fanatismo intenso y gritón.
“Se ha vuelto pasional. Los otros días, vi el comentario de una mujer en Twitter que escribió que si no volvía Marcos, el último de los participantes que se fue, ella no iba a ver más Bake Off. Me da gracia y ternura, porque no es más que un juego y son expresiones pasionales pero muy sanas. La gente se entretiene mucho”, decía al respecto en una entrevista Christophe.
Lo curioso es que Telefé no le tenía fe al fenómeno: la primera temporada había sido muy exitosa, llegando a promediar 17 puntos de rating en sus últimas emisiones, pero la segunda entrega, grabada en 2019, postergó su aterrizaje en la pantalla porque Telefé lideraba el rating y no quería tocar su grilla. Terminó aterrizando en un momento ideal: con la gente en sus casas buscando entretenimiento, la segunda temporada del reality se transformó en un show ideal para obsesionarse, un poco en chiste, un poco en serio, en los domingos de pandemia.
“En estos tiempos, acompañar a la gente es un alegría. Ir todos los domingos en estas épocas de aislamiento, es muy lindo para todos. Hay mucha pasión que no vi antes y me recuerda a la época de MasterCheff”, dijo al respecto el chef que condujo el recordado envío en 2014 y 2015.
E intentó explicar algo sobre el inesperado fenómeno: “Con el encierro, las personas volcaron su pasión al programa. Hay gente que no se imaginaba cocinar hace seis semanas y durante la cuarentena se volcó hasta a la pastelería, es muy interesante. Es una necesidad comer y es un placer hacerlo bien, ahí está la fórmula. Cuando uno está en casa y no puede hacer nada, además de limpiar, algo que no es de lo más agradable, uno quiere entretenerse. La cocina es una fuente de diversión, eso hace que uno se conecte a la cocina y la pastelería de una manera lúdica y constructiva. Es bueno dar placer comiendo”.
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