Miedo y preocupación tras el suicidio del ladrón en la estación de servicio

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Los automovilistas que ayer se detuvieron con sus vehículos en los surtidores de la estación de servicio de GNC de 122 y 46, seguramente no advirtieron nada raro.

Pero el personal de esa expendedora tuvo sensaciones ambiguas, que oscilaron entre la habitualidad de sus tareas y las escenas de pánico que vivieron en carne propia 24 horas antes, por una lluvia de balas cruzadas entre policías y el preso que se quitó la vida en el minimercado tras haber escapado del hospital San Martín, donde estaba internado bajo custodia del Servicio Penitenciario Bonaerense (SPB).

Es que a nadie en la estación de servicio “Puma” que funciona en esa esquina se le escapa que el inesperado y violento episodio pudo haber tenido consecuencias todavía más trágicas. Los investigadores y peritos constataron que el tiroteo incluyó 23 disparos en un lugar con surtidores de GNC (Gas Natural Comprimido) y con coches que en el baúl tienen equipos del mismo combustible.

No pocos repararon en que de haber impactado los proyectiles en esos blancos podrían haber desatado un incendio de proporciones. La buena fortuna también protegió a clientes y empleados, que salieron ilesos del tiroteo.

Como se informó en la edición de ayer, la fuga ocurrió a las 13 del martes, cuando Nahuel Crause Lara (23) estaba a punto de recibir el alta del hospital San Martín al que lo habían trasladado la noche anterior, por tragarse una bombilla y un tenedor en la Unidad 35 de Magdalena, donde estaba alojado por robo agravado. Aprovechó que un guardia fue al baño y que otro le quitó las esposas para que él también lo hiciera, redujo a éste a golpes y se apropió de las armas de los dos. Huyó en un remís, que la policía localizó cargando gas en la “Puma” de 122. Al verse rodeado, y tras enfrentarse con los policías, entró en el shop y se suicidó.

“LO PIENSO Y RESULTA EXTRAÑO”

Una de las vendedoras del aceptó ayer relatar a EL DIA los azarosos momentos que se vivieron ahí dentro. Todavía asustada, al punto que pidió mantener su identidad en reserva, contó que todo pasó después de que el remís se detuvo para cargar GNC al lado de uno de los surtidores. Enseguida “llegaron patrulleros y se bajaron policías que querían atraparlo- recordó la chica- pero este hombre intercambió con ellos más de 20 tiros, para enseguida meterse en el minishop”. Según apuntó, en este sector se encontraba otra empleada que, al verlo ingresar con una pistola en sus manos, “alcanzó a esconderse en la cocina”.

Crause Lara no la vio. “Por suerte -reflexionó su compañera- porque seguro la agarraba como rehén o a lo mejor pasaba algo peor”.

Reveló que “el remisero después comentó que el ladrón le había pedido que lo llevara a Quilmes, sin que este hombre supiera que el pasajero estaba escapando de la Policía”.

Por eso es que el remisero “le dijo que antes de llevarlo a Quilmes necesitaba venir a cargar gas al auto”, completó la vendedora del minimercado.

Parada en el punto exacto en el que un hombre se voló la cabeza al verse acorralado por la Policía, admitió la joven que “nos quedó miedo y una sensación extraña, porque todo duró menos de 5 minutos pero fue un caos, con un desbande de compañeros para evitar ser baleados”.

 

 

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