Pandemia y desigualdad socioeducativa: ¿Se está forjando una generación COVID?

La Unesco tiró la piedra en su último informe global. Qué ocurrirá con los aprendizajes, la deserción y las relaciones más básicas

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Carlos Altavista

caltavista@eldia.com

“¿Habrá una generación Covid? ¿Una parte de la población marcada por el impacto de la pandemia en su educación?”, se preguntó Manos Antoninis, miembro de la Unesco, tras la presentación del último “Informe de seguimiento de la educación en el mundo”, que periódicamente realiza esa organización de la ONU. “Es muy difícil predecirlo”, admitió, teniendo en cuenta que el planeta aún no se ha librado -ni mucho menos- de las consecuencias del virus SARS-CoV-2.

El estudio invita a reflexionar. Pues afirma que el 40 por ciento de los países que suspendieron las clases (188 en total) no apoyaron a sus alumnos (1.600 millones). Es decir que en 75/76 países los estudiantes quedaron a la buena de Dios. Ahora bien, luego hay una gran cantidad de naciones, entre las que se encuentra la Argentina, que sí los ayudaron, pero como se pudo, si vale la expresión.

Se ha hablado y mucho de la brecha educativa -materializada en el acceso a la tecnología pero muy lejos de acotarse a ese aspecto- que existe en el país. “Repensar el futuro de la educación es tanto o más importante tras la pandemia de la COVID-19, que ha exacerbado y puesto de relieve las desigualdades”, advirtió, hablando del mundo todo, la directora general de la Unesco, Audrey Azoulay. Pero como “mal de mucho consuelo de tontos”, hay que preguntarse si la disparidad argenta de cada día puede configurar a futuro una generación Covid en materia educativa. Léase: miles de chicos y chicas que quedarán fuera del sistema por deserción (cuando regrese la “normalidad”), otros tantos que lisa y llanamente perderán el año en cuanto a aprendizajes por la imposibilidad de participar del proceso de continuidad pedagógica (más allá del gigante esfuerzo que hacen muchos docentes), la dificultad de los alumnos del último curso de secundaria para encajar en la universidad (algo que ya les resultaba difícil a quienes tenían un 5º o 6º año normal), las carencias con que decenas de miles de niños y niñas entrarán a 1º grado de primaria. Y más.

El blanqueo

“Se ha hecho muy evidente la inequidad social que ya existía y que obstaculizaba los aprendizajes de muchísimos niños, niñas y adolescentes. ¿La parte positiva de esto? Sí, existe. Hoy se habla del tema en todas las escuelas. Antes, pese a que la realidad estaba allí, no se debatía”, subrayó un inspector de área de la Región que desde hace años recorre establecimientos educativos públicos y privados.

“Seguro que habrá una generación Covid”, dijo a este diario el ex titular de la cartera educativa provincial, Gabriel Sánchez Zinny. “Pensar que sobre la personalidad, la psiquis y la forma de relacionarse de los chicos y chicas no tendrá ningún efecto escuchar hablar de guerra, enemigo, pandemia global, así como el estar más de cien días encerrados, percibiendo temor en la gente más cercana, usando barbijos y manteniendo distancia con los demás, es casi ingenuo”, disparó el docente e investigador.

Lo que hoy nadie puede contestar, como Antonini, es cuáles serán esos efectos. “Se viene un enorme desafío, como el de trabajar todo esto con los chicos y chicas. Tras la gran crisis que nació en 2008 y continuó en los años siguientes, en Europa hubo efectos sobre la juventud, y fueron estudiados. Claro que son contextos diferentes”, añadió.

Bien diferentes. Mientras aquí se prevé una fuerte deserción post-pandemia, el informe de la Unesco recordó que en países avanzados, como Francia y España, aquella gran crisis provocó el efecto inverso: como no había empleo, muchos jóvenes prefirieron prolongar sus estudios (en la universidad) mientras duró la época de incertidumbre económica.

“Es predecible que aquí muchos chicos pierdan un año, y que otros salgan a buscar trabajo. La cuestión es que el empleo va a escasear. Y en general no será calificado”, dijo Sánchez Zinny, para plantear otro escenario interesante: “¿Los jóvenes que sigan la universidad estudiarán las mismas carreras que tenían en mente? ¿O esta situación extrema influirá sobre la elección?”.

Otra escuela, otras demandas

“Anticipar las marcas que dejarán los acontecimientos que estamos viviendo es difícil. Sin embargo, podemos aprender de la historia”, propuso el director del departamento de Ciencias de la Educación de la Facultad de Humanidades (UNLP), Martín Legarralde. “Será necesario construir la idea de que la excepcionalidad que atravesamos tiene que marcar las expectativas sociales sobre la escolarización. Como sociedad no podemos pedirle a la escuela, ni ahora ni en los meses que sigan a la superación de la pandemia, lo mismo que esperábamos antes de ella”, apuntó.

Una escuela más justa

“Para que las marcas de la COVID-19 en la experiencia educativa de niños, niñas y jóvenes no sean traumáticas, como sociedad tendremos que acompañar, desde múltiples espacios, las acciones de las escuelas por la recuperación y el sostenimiento de los vínculos humanos y pedagógicos”, opinó Legarralde.

El especialista señaló que “la generación Covid será una marca traumática si ignoramos que, como humanidad, hemos atravesado una experiencia difícil, que hemos dado respuestas colectivas a esa experiencia y que, a partir de eso, tenemos que repensar cómo hacer de la educación y la escuela espacios más justos. Cuando la pandemia pase, la escuela deberá hacer frente a prioridades que son distintas de las que pensábamos en el pasado: atender a la desigualdad, hacer lugar al procesamiento de lo traumático, recuperar el lazo humano como fundamento del vínculo pedagógico, reponer lo colectivo y lo común”, enumeró.

El profesor de la Universidad Torcuato Di Tella, Mariano Narodowski, se refirió a la escuela prepandemia y a los jóvenes estigmatizados. “Ellos, los adolescentes, sobre todo varones pobres, abandonaban; como si con sus 15 años de vida en hogares socioeconómicamente vulnerados fueran los responsables, como si existiera una voluntad individual de heredar la pobreza de sus mayores. Este fenómeno global produce infancias y adolescencias desrealizadas, incapaces de completar adecuadamente su período de formación. Pero esta vez con un detalle elocuente: la comprobación brutal y descarnada que no son ‘ellos’ los que abandonan, sino que es la sociedad la que los abandona a ellos”, disparó (ver nota aparte).

Los invisibles

El ex director general de Educación de la Provincia, Mario Oporto (2001-2005 y 2007-2011), advirtió que “no se podrá volver a la ‘normalidad’ escolar (que será ‘otra normalidad’) por una largo tiempo. Mientras, no podemos abandonar a los alumnos en sus existencias desiguales, sin la cobertura y el cuidado del sistema educativo”.

“Se desarmó lo planificado. Se profundizaron las desigualdades. La ausencia de conectividad, sumado a las posibilidades de apoyo familiar, marcan obstáculos y diferencias para el acceso a los aprendizajes, incluso a las relaciones más básicas. Hay que asumir que este año no es normal, y que si la presencia del virus cambió todo no podemos pensar que la escuela va a seguir igual. (Hoy) entender la realidad es más importante que todas nuestras ideas previas”, señaló. Y se refirió a la “aparición de los ‘invisibles’, de los pobres, los marginados, los descartados, los ancianos, los vulnerables. La escuela no puede eludir asumir una pedagogía de la visibilidad”, desafió el experto.

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