La Plata jaqueada por narcos, usurpadores y manteros

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Las crónicas cotidianas vienen marcando con elocuencia que nuestra ciudad se encuentra jaqueada por la presencia de bandas de narcotraficantes que hoy disputan a balazos su predominio sobre territorios de la periferia; por una verdadera escalada de usurpaciones de tierras y por la presencia de una venta ambulante, que también viene creciendo de manera ostensible, aún en tiempos de restricción de la circulación social como los que corren a partir de la pandemia.

Puede decirse, sin exageración, que no hay espacio público ni privado que no se muestre a salvo de estos tres flagelos, en fenómenos que, pese a ser de naturaleza diversa, responden a un denominador común, que es la no aplicación oportuna y eficaz de las leyes que prohíben en forma expresa tales actividades.

En el caso del narcotráfico, se sabe que se registraron y siguen registrándose verdaderas batallas entre bandas dedicadas a la actividad narco en lugares como El Palihue y otros barrios de la zona sur platense, con jóvenes eliminados a balazos o adultos gravemente heridos que debieron ser internados en hospitales. Muchos vecindarios viven atemorizados por estos grupos.

Asimismo, se conocieron varios casos de personas que vendían drogas en zonas céntricas y, por dar sólo algunos ejemplos, a pocos metros de una iglesia y de un colegio, en donde se habían montado verdaderos negocios. Quienes investigaron estos episodios y especialistas en el tema no dejan de advertir que el consumo de drogas dejó de ser el principal problema en nuestra ciudad, para ser eclipsado por la llegada de las bandas de narcotraficantes que llegaron para quedarse.

¿Qué más podría decirse de las usurpaciones de tierras, que hoy se irradian en forma incontenible por toda la periferia? Las ocupaciones ilegales que se iniciaron hace poco en Los Hornos, Abasto y otras localidades del oeste, se trasladaron luego a casos que se registran en Los Porteños y en el barrio El Rincón –con bataholas muy violentas entre intrusos, vecinos y policías, así como entre grupos de los propios ocupantes, que se pelean por el “negocio”, consistente en ocupar tierras que no les pertenecen para después venderlas –por las redes sociales- a costos muy bajos. Pero, a partir de anteayer, las intrusiones también afectan a zonas como la del Parque Ecológico, entre City Bell y Villa Elisa, a la bajada de la autopista en City Bell, a lugares de Ringuelet, Tolosa o La Granja.

Tanto el derecho de propiedad de los particulares o, en ocasiones, el del propio Fisco, como la posibilidad de ver un crecimiento urbanístico racional se ven conculcados por estos grupos, comandados por personas que cuentan con frondosos antecedentes delictivos y judiciales.

Por último, puede hablarse del auge ciertamente inentendible e injustificable de la venta ambulante en La Plata, convertida últimamente en tierra prometida para esta actividad que es ilegal, que perjudica al comercio instalado y que está organizada por grupos mafiosos que explotan a los manteros, aprovechándose de sus necesidades de trabajar. Y que, además, incumple con las obligaciones impositivas fijadas por Nación y Provincia, así como con el pago de las tasas municipales.

Se ha dicho aquí que es hora, entonces, de que las distintas jurisdicciones afectadas inicien una investigación a fondo sobre las organizaciones mafiosas que siembran cada día más puestos informales de venta en La Plata. De lo contrario, habría que preguntarse si es que pudiera existir algún mecanismo de protección que neutraliza los reiterados operativos de erradicación y que se muestra permisivo ante la venta ambulante, que hace oídos sordos a las leyes que la prohíben. Ello sin dejar de mencionar las enormes demoras judiciales para restablecer los derechos conculcados.

Esas mismas conclusiones sirven para demandar soluciones inmediatas para el narcotráfico y las usurpaciones que, junto a la venta ambulante, integran una trilogía perniciosa que viene dañando, muy profundamente, la calidad de vida de los platenses.

 

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