Sin concentrar y a debutar en un clásico platense

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Quien hoy nombra a Abel Ernesto Herrera, nombra ni más ni menos que a un símbolo de Estudiantes. Jamás se puso otra camiseta y le dedicó toda su carrera futbolística al León. Quién iba a decirlo, que aquel gris y lluvioso sábado 23 de diciembre de 1972 debutaba a las apuradas un pibe con tan solo 17 años que con el tiempo se convertiría en el hombre récord del club, al ser el futbolista que más veces defendió la camiseta albirroja en partidos oficiales en Primera. Fueron 467 veces.

“Yo era un pibe de barrio que vivía ilusionado con el fútbol, como cualquier chico, con una familia muy humilde donde teníamos que trabajar todos para comer, era así... éramos pobres. Mi padre no me pudo dar un estudio porque teníamos que trabajar, pero la ilusión de jugar siempre estaba”, comienza recordando Abel, sin bronca, solo con orgullo. “Llegué a Estudiantes a los 11 años lo que era un gran orgullo para mi siendo hincha del club. En ese momento no pensaba hasta adónde podía llegar, pero se me dio con muchísimo sacrificio y humildad. Tenía que tomar dos micros para ir al club, pero tomaba uno y después caminaba como 15 cuadras porque no tenía plata”.

Oriundo del barrio Santo Domingo de Quilmes. Por el Campeonato Reclasificatorio 1972, se debía jugar un clásico en cancha neutral, y el escenario elegido fue la vieja cancha de Quilmes. Ese sábado 23 de diciembre sería el debut para Tití. “Tuve la suerte de debutar a los 17 años, que fue increíble, por que justo fue contra Gimnasia. Eramos todos chicos de Tercera y Cuarta los que jugamos porque la Primera estaba de paro o algo así. Y jugamos, éramos todos pibes, empatamos y para nosotros fue como un campeonato”.

Y sigue: “Me acuerdo que no concentramos para el clásico, pero no dormí en toda la noche. Era el debut, que no esperaba a esa edad, y en un partido tan importante como el clásico. Pero creo que casi ninguno dormimos por la ansiedad y los nervios que teníamos. Yo me quedé a dormir en el pabellón Demo, nos juntamos en el club y salimos para la cancha de Quilmes. Fue un momento muy lindo”, dice Herrera. Encima, el partido se jugaría en dos partes. Ese sábado 23 ganando Gimnasia 2 a 1 se suspendió a los 17 minutos del segundo tiempo por la lluvia. Los 28 minutos restantes se completaron el miércoles 27 de diciembre siguiente, y en ese lapso el Pincha hizo un gol que valió el empate final 2-2.

La prueba de fuego había pasado y quedaría mucho por delante. “Después del debut seguí trabajando mucho, escuchando a la gente grande, seguí entrenando en el plantel profesional y en el año ´74 volví a jugar en Primera División con Carlos Bilardo. Siempre con mucho sacrificio, yo era de Quilmes y viajaba todos los días hasta que en una época me quedé en el pabellón Demo, un lugar donde Estudiantes te cobijaba, era una verdadera familia”, explica Herrera que deja en claro que a pesar de su juventud en ese entonces supo asimilar las cosas. “Siempre digo que Dios me iluminó por lo que pude compartir en Estudiantes. Ver entrenar a ídolos como Verón, Togneri, Tato Medina, Pagnanini, Pachamé y compartir con ellos una práctica, un vestuario, un campo”.

Tití lograría los títulos del Metro ´82 y Nacional ´83 siendo titular indiscutido desde el lateral izquierdo con el número “5” en la espalda. “Tuve mucha constancia para poder jugar en Primera, aprendía de esos campeones del mundo que eran monstruos. Después llegó el momento de los partidos en televisión, los reportajes, algo que uno lo imaginaba de chico. Y estuve toda una vida en el club, fueron 23 años. En Estudiantes empecé y ahí terminé. Le debo todo al club y siento un amor muy grande por la Institución porque me formó como persona y siento orgullo de eso. Es mi segunda casa”.

 

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