No hubo fiesta ni boliche, pero sí triunfo y gol

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“La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”, dice Rubén Blades en una canción. Y vaya que la tuvo Gabriel Pedrazzi en el inicio de su carrera futbolística. “Mi gran anhelo era jugar en la Primera de Gimnasia, no quería otra cosa”, dice, pero jamás imaginaría lo que viviría a sus 17 años. “Yo era del barrio de la Loma, era todo descampado. Existía el potrero y podíamos jugar en todos lados”, comienza contando Pedrazzi.

“Cuando empecé a entrenar en Primera con Gimnasia jugábamos los sábados en la B, y mis amigos tenían el equipo del barrio que jugaban los domingos. Yo los acompañaba siempre, miraba de afuera pero alguna vez jugué un rato. Era algo barrial y si jugaba un rato me cuidaban mucho. Y el día del debut fueron todos a verme”, recuerda Gaby.

Y esas horas previas fueron de nerviosismo por que el debut fue realmente inesperado. “Se habían caído un par de jugadores, el Potro Domínguez que era el titular estaba con una contractura o algo así. Yo me veía muy lejos de jugar en Primera, tenía 17 años, estaba en Quinto año, jugaba en inferiores. Pero llamó a mi casa Della Savia que era el técnico para hablar conmigo, y yo con algo de fiebre estaba en cama. Hablo con Carlos y me dice que me tendría en cuenta para el partido del sábado. Me sorprendió y le digo que encima tenía la entrega de diplomas en la escuela porque terminaba el secundario. Y me dice, ´andá a la entrega de diplomas pero no te quedes al baile a la noche, venite para concentrar porque jugás´. Me quedé duro, era mi sueño”, recuerda Pedrazzi. Y fue así, ese viernes fue con su familia a la entrega de diplomas, pero al rato debió irse. “Mis amigos me decían, vamos a la fiesta, cómo te vas a ir. Era en un boliche de moda en ese momento, Govinda, y les decía que no podía, que me tenía que ir a concentrar. ´Mañana debuto en Primera´ les decía y no me creían. Así que mi Viejo pobre me llevó hasta Estancia. Llegamos como a las 11 de la noche, comí algo, me revisaron, no tenía fiebre ni nada. Me quedé concentrado y me fui a dormir”.

Al otro día, ese sábado 5 de diciembre de 1981, el Lobo por la anteúltima fecha del Torneo de la “B” recibió en el Bosque a All Boys, con Pedrazzi debutando en Primera con 17 años. “No lo podía creer, jugué de entrada, ganamos 4 a 1 y convertí el cuarto gol. Recuerdo que me acalambré hasta las muelas... A la noche nos fuimos con mis viejos y mi hermana a cenar afuera los cuatro, esa noche no me la olvido más”, se emociona. Es que no dejaba de ser un chico que de repente le tocó debutar en Primera, cuando horas antes solo esperaba disfrutar de su noche de graduación en un boliche con sus compañeros de colegio. “Ese momento fue hermoso. Salir en el diario o en una foto era lindo, pero más allá de eso nunca cambié y seguí igual con los pibes del barrio o de la escuela, salíamos y compartíamos las cosas de chicos. Íbamos al cine, al centro a tomar algo”.

“Obvio que hubo sacrificios, también me perdí cosas, cumpleaños de 15, fiestas. Al estar en la B Gimnasia, las inferiores jugábamos los domingos a la mañana, por ahí te tocaba jugar a las 9 de la mañana en Isidro Casanova y en esa época no tenías las comodidades de ahora. Por ahí salías a las 6 de la mañana para jugar. Pero fui muy feliz en mi infancia, con mucho potrero y el sueño de jugar en la Primera de Gimnasia que era mi mayor anhelo y lo único que quería. Gracias a Dios lo pude cumplir, y encima años después, pude lograr también el ascenso a Primera”.

 

 

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