La crisis del sistema de salud no vino desde China, ni se resuelve con cuarentena

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Pablo Luchessi (*)

luchessip@yahoo.com.ar

La pandemia no es responsable de la grave situación en que se encuentra el sistema de salud provincial, solamente la profundiza aun más. La dirigencia provincial en su conjunto, hace tiempo abjuro de la cuestión sanitaria como tema central de la política pública. Los números son contundentes.

En el periodo comprendido entre 1984 y 1991, (administraciones de Alejandro Armendáriz y Antonio Cafiero), el sector salud tuvo una participación del 14 por ciento en el presupuesto total general de nuestra Provincia. A partir del año 1992 el deterioro presupuestario fue constante, pasando de aquel 14 al 6 por ciento actual.

Una caída del 50 por ciento en la participación presupuestaria, tuvo como resultado el deterioro generalizado del sistema de salud. Precariedad laboral, eliminación “de facto” de la carrera médica hospitalaria, inexistencia de concursos, incumplimiento constante de la ley 10.471, falta de insumos, deterioro de los servicios esenciales y no esenciales, escaso o nulo mantenimiento de la infraestructura hospitalaria, e inhumanas condiciones de trabajo, son apenas algunas de las consecuencias palpables del estado crítico al que hemos llegado tras décadas de abandono y desatención.

El fracaso de “la política” en todas las aéreas de gobierno en nuestra Provincia es un dato irrefutable, pero es en educación, seguridad y salud donde se puede visualizar con irrefutable claridad. El sistema de salud ya estaba en estado crítico mucho antes de la llegada del COVID-19.

Durante las dos últimas décadas, la inauguración de hospitales en tiempos electorales resulto un clásico.

El corte de cintas acompañado y los discursos agotadores aludiendo al interés por la salud de la población fueron dos caras de la misma moneda, tan huecos los discursos como vacíos los hospitales inaugurados, sin equipamiento ni personal.

En muchas oportunidades el corte de cintas se anticipaba a la finalización de las obras, otras veces las tareas se terminaban a ritmo de campaña en detrimento de la calidad y lejos de responder a planificación sanitaria alguna, en el extremo de la obscenidad se llego a utilizar el mismo equipamiento para dos inauguraciones diferentes.

Tanta fanfarria y palabrerío no se tradujeron en incremento alguno en la cuantía de camas disponibles.

Según dan cuenta los datos oficiales hasta el año 2001, con una población de 14,5 millones de habitantes, los hospitales bonaerenses tenían una capacidad instalada de 12 mil camas de alta, baja y media complejidad.

Pasados 20 años, la población creció más de 2 millones y el sistema público de nuestra provincia tiene disponibles 12 mil camas de alta, media y baja complejidad, ni una mas ni una menos que hace 20 años. Cruel y cruda realidad.

En términos gardelianos, “20 años no es nada” para el sistema púbico de salud bonaerense. De allí la afirmación: La crisis del sistema de salud bonaerense no vino de China ni se resuelve con la cuarentena.

(*) Diputado Provincial UCR (M.C.)

“En términos gardelianos, “20 años no es nada” para el sistema público de salud de la Provincia de Buenos Aires”

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