El después de “Relatos Salvajes” y “Toc Toc”

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Diego Gentile fue parte del elenco original de “Toc Toc”, con el que durante seis años y medio se puso en la piel de Otto, ese joven que va a terapia para tratar su fobia a las rayas. A ese espectáculo, que se convirtió en la comedia más vista de la historia teatral argentina desde su estreno en 2010, se subió sin demasiadas expectativas, “pensando que iba a ser un fracaso”, y se fue después de sentir que se había cerrado una etapa.

“Yo ya venía con esta inquietud en la cabeza, por más que venía ganando plata y dándome una estabilidad y cierto prestigio de estar en la comedia más vista. Pero sentí que ya nos habíamos dado mucho: ‘Toc Toc’ a mí y yo a ‘Toc Toc’”, cuenta.

Mientras la idea de bajarse de ese proyecto le ocupaba los pensamientos, llegó la convocatoria de Sorín para ir a filmar “Joel” al Sur y la aceptó sabiendo que había encontrado “la forma más amorosa y mejor de trabajar la culpa para soltar”. Nunca se arrepintió de haber tomado esa decisión.

Convocatorias no le faltaron porque Diego, para ese entonces, ya era popularmente conocido en todo el país, y en gran parte del mundo, gracias al suceso que casi se quedó con el Oscar, “Relatos Salvajes” (2014).

“Fue muy loco todo lo que pasó porque la película se estrenó cuando yo estaba haciendo ‘Señores Papis’, que le estaba yendo muy bien en Telefé, y mientras seguía con ‘Toc Toc’ en el teatro. Fue un año de mucha exposición, fue un momento bisagra en mi camino”, recuerda. Una pregunta repetida por propios y extraños era, en aquel entonces, “¿Y después de esto, qué?”. Nunca lo pudo responder. “No sabía qué había después de una película que pasó a ser la más taquillera de la historia argentina. ¡No hay nada! Tiene que haber otra que sea más taquillera y no va a pasar porque ya pasaron seis años, ya hay otras plataformas, ya no se meten 4 millones de espectadores en el cine. Entonces fue como una crisis por el hecho de no saber qué iba a pasar”.

Al contrario de lo que creía, pasaron algunos meses hasta volver a trabajar en otros proyectos más allá de “Toc Toc”. Y eso se lo atribuyó a las ansiedades externas. “Muchas veces no tiene que ver con las voces de uno, sino con las voces de afuera, que son muy castigadores. Lo que hay que hacer es correrse un poco de ahí, y escuchar lo que querés hacer, qué querés elegir y cuando las cosas empiezan a aclararse, empiezan a aparecer las ofertas, más allá de lo laboral, de lo que tiene que ver con el bienestar. Cuando la vara de la autoexigencia está tan alta, lo que te hace es que no disfrutes nada, que te pierdas el caminito, creyendo que lo importante es la zanahoria”.

 

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