Más de 80 damnificados por la presunta estafa millonaria de una red inmobiliaria

Los acusan de crear fideicomisos al costo y de abandonar las obras “después de recaudar el dinero”, según le contaron los denunciantes a EL DIA. Hay causas abiertas en los fueros penal y civil, en La Plata y en Saladillo

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Son más de 80 personas las que, desde 2010, vienen denunciando a M.B.B., un desarrollador inmobiliario y a tres inmobiliarias locales (de las zonas de plaza Paso, Barrio Norte y plaza San Martín) por presuntas estafas en la construcción de edificios por medio de fideicomisos. La maniobra, según le contó Germán Arias, hermano de uno de los damnificados a EL DIA, “consistía en crear fideicomisos de construcción al costo con los que recaudaban el dinero de los aportantes -en algunos casos cancelando el total de la unidad-, y luego no terminaban las obras. Nunca devolvían lo invertido e incluso pedían más, asegurando que no tenían más plata para continuar las obras”.

Los supuestos fraudes (que oscilarían entre los 8 y 10 millones de dólares) tienen dos locaciones determinadas: La Plata y Saladillo. En ambas ciudades los cimientos de edificaciones nunca concluidas se pueden ver todavía hoy, a pesar de que, en algunos casos, ya transcurrió una década. Todas las denuncias penales se unificaron en la UFI Nº 5, cuyo fiscal es Juan Menucci. M.B.B. está procesado en más de una causa.

EL “BOOM” INMOBILIARIO

“Esto empezó entre 2009 y 2010. En el boom inmobiliario que hubo en ese tiempo se hizo muy requerida su empresa de construcciones que trabajaba de forma tercerizada”, explicaron los denunciantes. Entonces, prosiguieron, “se puso a armar él mismo los fideicomisos como desarrollador inmobiliario, nosotros tenemos contados unos 10 aproximadamente”.

Por ejemplo, Cristian Arias (44) juntó todos sus ahorros y le pareció bien invertir. Había trabajado en el exterior y entre 2010 y 2011 le compró a M.B.B. 10 departamentos y dos unidades en la divisa norteamericana. El tiempo pasó y las obras no se movieron. Cuando se puso en contacto con otras personas, que estaban en su misma situación, Cristian “entendió que lo habían estafado”, lamentó Germán, su hermano. El denunciado, ante cada requerimiento, “les siguió pidiendo plata para avanzar y algunos, por miedo a perder la inversión de toda su vida, le siguieron dando plata”, añadió. En 2014 M.B.B. “fue denunciado en la localidad de Saladillo y se le inició una causa penal que está próxima a poner fecha para juicio oral. Por ese pleito, en julio de este año la defensa de M.B.B. solicitó el sobreseimiento, pero fue denegado por la Cámara de Apelación y Garantías en lo Penal de La Plata.

En el fallo, los jueces firmantes Carlos Aires Agüero y Raúl Dalto entendieron que “si bien el relato de la materialidad ilícita formulada en la descripción de los hechos adolece de algunas imprecisiones, lo cierto es que las piezas convictivas reunidas en la fase preliminar de instrucción, permiten acreditar ‘prima facie’ las maniobras ilícitas desplegadas por parte del imputado”.

Asimismo, consignaron que “tales maniobras habrían sido llevadas a cabo de manera deliberada ocasionando perjuicio a los intereses económicos de los damnificados, lo que determinaría la disposición de su parte a través de entregas de fuertes sumas de dinero, defraudándose así la confianza depositada en el mismo, demostrando a su vez una solvencia económica que no tenía, sin cumplir con la prestación de su parte que le correspondía realizar con el dinero recibido por adelantado”. Conforme indicaron los denunciantes, fue una martillera de La Plata quien “ tenía contactos en Saladillo y le acercó a M.B.B. gran parte de los clientes”. En esa línea, agregaron que “uno de los estafados es un ex jugador de Estudiantes que le compró dos oficinas en 13 y 46”.

Por otra parte, afirmaron que “todos los edificios tienen los permisos temporales, ninguna obra posee los definitivos. Por eso tienen fallas, están excedidas en metros cuadrados, son otros problemas que se suman al de la estafa en sí”. Algunas “ni siquiera las comenzaron, como es el caso de la obra de calle 50 entre 2 y 3; y en muchos casos han vendido la misma unidad tres veces: por ejemplo en 39 entre 6 y 7 y en 42 número 915.

TESTIMONIOS

Eduardo Stork, uno de los damnificados, refirió que “con mi esposa Gabriela adherimos a un fideicomiso en calle 41 entre 13 y 14 (número 912). La hicimos con una escribana en el año 2014 y entregamos en forma de pago 30 mil dólares y luego cuotas, para cancelar definitivamente el monto total en 2015, antes de que finalizara el plan. En la actualidad está en un 40 por ciento y nunca más tuvimos respuesta de la empresa constructora”.

Andrés Menini explicó que “el 20 de diciembre de 2010 firmé junto con otros beneficiantes fiduciarios el contrato del fideicomiso de 41 número 912. A partir de esa fecha empecé a realizar aportes, por unos 50 mil dólares. El constructor estimaba un plazo de obra menor a 36 meses, es decir que en el peor escenario el edificio debería haber estado terminando para finales de 2013”. Luego, también en 2010, “firmé otro contrato, del fideicomiso de 13 número 739, con la misma escribana y con los hermanos B. Por este llegué a pagar una suma cercana a los 65 mil dólares”, añadió. “Nunca hicieron una gestión transparente ni cumplió con su obligación contractual de rendición de cuentas. A diez años, están los dos a menos del 50 por ciento”, sostuvo.

“Adquirí una unidad en el año 2011, en 50 entre 2 y 3. La pagué en su totalidad y la obra nunca comenzó, está el terreno con la casa demolida. Además le compré a la misma persona un departamento en 54 número 535 que lleva más de 17 años de construcción. En ese lapso, me pidieron más dinero para terminarla”, reclamó, en tanto, Francisco Autulio.

Juliana Nader también tuvo que “pasar” de una obra inconclusa a otra: “Me adherí a un fideicomiso para la construcción de un departamento en 50 entre 3 y 4. Le entregué 15 mil dólares en efectivo, firmamos un boleta de compra venta. Al año no vi el inicio de la obra, ni siquiera se había tirado abajo la casa para empezar. Después de reclamar me pasó al fideicomiso de 41 entre 13 y 14, en el que estoy ahora. Aboné hasta el 2014 y después nunca más contestaron llamados ni reclamos”, detalló.

Claudio Vacaro a fines de 2012 les compré un departamento de pozo en 41 entre 13 y 14 y en ese año le entregué en mano 25 mil dólares. Después pagué el resto. En el contrato de compraventa, la entrega del departamento era en junio de 2013. Estamos en septiembre de 2020 y no tenemos novedades de estas personas. Yo estoy alquilando porque la única propiedad que pensaba y podía tener era esta que compré. Fui estafado, nunca más apareció ni dio una explicación. Espero que en algún momento le toque pagar todo el año que hizo, tanto a mí como al resto de la gente que cayó en la misma”.

Margarita Trezza, por su parte, manifestó que “junto con mi hermana, en septiembre de 2009, adherimos a un fideicomiso en calle 39 número 586 entre 6 y 7. Al momento de la firma entregamos 44.200 dólares y continuamos con los pagos acordados hasta finalizar la totalidad. La obra comenzó, después se paró y dejó de avanzar. Cada vez que nos acercábamos nos daban excusas, tuvimos muchas reuniones y siempre eran con promesas. En 2017 comprobamos que el tercer piso B, que habíamos adquirido, estaba ocupado. Siempre nos ofrecían otro departamento en otra obra por comenzar”.

 

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