Alzheimer, la otra epidemia que avanza en silencio

Hoy se recuerda el Día Mundial de esta enfermedad neurodegenerativa crónica, que se encuentra entre las que más se han expandido en los últimos años

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En plena pandemia de coronavirus, hay otra epidemia, más silenciosa, pero que ya es definida como la gran epidemia del siglo XXI. Se llama Alzheimer, la enfermedad neurodegenerativa de la que hoy, como todos los 21 de septiembre, se recuerda su día mundial. Y se la señala como epidemia porque según la Organización Mundial de la Salud (OMS) se ubica en el grupo de enfermedades que más han aumentado en mortalidad en los últimos años, tras haberse duplicado en los últimos 15, y constituyéndose en una de las 10 principales causas de muerte en el mundo, detrás de las cardiopatías isquémicas, los accidentes cerebrovasculares (ACV) y las infecciones de las vías respiratorias.

“La enfermedad de Alzheimer -explica la doctora Florencia Vallejos, integrante del departamento de Neuropsiquiatría del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO)- es una patología neurodegenerativa, crónica y lentamente progresiva, que se caracteriza por una afectación de las funciones mentales superiores. Es consecuencia de la acumulación de sustancias tóxicas en el cerebro (proteína B-amiloide y proteína TAU), que desencadenan procesos de alteración en la conectividad neuronal y muerte neuronal, aunque según la localización de estas sustancias, se presentan diferentes síntomas”.

Por el momento, la enfermedad de Alzheimer no tiene cura, ni tampoco medicamentos que lo puedan detener.

Sobre esto, la neuróloga María Alejandra Amengual explica que “el Alzheimer afecta el cerebro, impidiendo el normal funcionamiento de las neuronas. Progresa lentamente y los síntomas van apareciendo o acentuándose a lo largo de los años. De hecho hay cambios microscópicos en el cerebro que empiezan a producirse hasta 15 o 20 años antes de la aparición de estos signos”.

Y el principal desafío para probar los medicamentos contra el Alzheimer en los ensayos clínicos, es que los participantes deben tener síntomas, pero cuando eso ocurre, generalmente es demasiado tarde para que los tratamientos tengan un efecto significativo, ya que muchas células cerebrales murieron para ese entonces.

En cuanto a los síntomas, la doctora Vallejos apunta que “en su forma típica y en estadíos iniciales, las manifestaciones se caracterizan por fallas en la memoria de episodios más recientes. Es decir, estas personas presentan dificultades para generar recuerdos nuevos, mostrándose más repetitivos en sus preguntas, olvidando conversaciones o eventos vividos. También aparecen dificultades para orientarse en lugares previamente conocidos y dificultades con el lenguaje y la resolución de problemas. Estos cambios pueden acompañarse de síntomas conductuales, como falta de iniciativa, irritabilidad, cambios en el carácter o aislamiento, entre otros”.

“En líneas generales -agrega- los síntomas suelen preocupar más a los familiares o al entorno que al propio paciente. Con el progreso de la enfermedad, empeora el deterioro cognitivo y comienzan a aparecer otros, como dificultades para realizar actividades motoras aprendidas previamente. Esto impacta de forma progresiva en la capacidad de la persona de funcionar de forma independiente, requiriendo con el tiempo asistencia y supervisión por terceros de forma permanente”.

Al recordar la fecha, entidades que nuclean a familiares de pacientes que padecen la enfermedad, señalan que “los costos en salud de la Enfermedad de Alzheimer son más altos que los del cáncer, ACV y problemas cardíacos, pero los fondos destinados a su tratamiento e investigación son menores que para estas últimas patologías”.

EL ALZHEIMER EN LOS TIEMPOS DEL CORONAVIRUS

En el marco de la pandemia de Covid 19, la situación es distinta también para los pacientes de Alzheimer, ya que en ellos los síntomas pueden ser diferentes a los del resto de las personas.

“En ellos -advierte la neuropsicóloga Natali Lagarda Badilla- una alucinación, un delirio o un cambio abrupto en la conducta es a veces el primer signo de una enfermedad infecciosa, incluyendo la de coronavirus. Se ha reportado que el Covid puede iniciar así, con síntomas psiquiátricos como alucinaciones o delirios y con más síntomas gastrointestinales que en la población adulta”.

Tratándose de una enfermedad crónica y progresiva que afecta a entre 30 y 35 millones de personas en el planeta, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, la realidad del confinamiento por la pandemia es otro de los efectos indirectos que los afecta.

“Muchos han perdido el contacto físicamente con sus familias, otros no saben cómo hacer las llamadas telefónicas o videoconferencias y requieren muchos apoyo para hacerlo; están más aislados y se reportan más problemas psicológicos y conductuales -señala Lagarda- por lo que el contacto social con otras personas de su edad o con la propia familia es estimulante, y el hecho de que esto haya disminuido tiene un impacto cognitivo y emocional muy importante”.

 

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