César Isella: adiós al folclorista salteño que supo cantar con todos
Edición Impresa | 29 de Enero de 2021 | 04:28

Un problema cardíaco se llevó ayer, a los 82 años, al cantautor de música popular salteño César Isella quien, con su guitarra a cuestas, se encargó de ir creando himnos como “Canción con todos” y “Canción de las simples cosas” que quedarán para la posteridad.
Isella, que a lo largo de sus 65 años de trayectoria integró el legendario grupo Los Fronterizos, falleció como consecuencia de una cardiopatía que lo tuvo a maltraer durante el último tiempo. El año pasado, de hecho, había estado internado con un cuadro delicado de salud en el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA).
“Adiós papá. Quedarán, eternamente, tus canciones”, escribió ayer su hijo Fernando Isella, desde Madrid, donde reside, y como un guiño a la trayectoria y buen paladar de su padre, agregó: “El asado que deben estar armando y el vino que estarán brindando con Mercedes Sosa, El Cuchi Leguizamón, Armando Tejada Gómez, Los Fronte, Antonio Berni, Horacio Guarany, tu mamá y tu abuela”.
El artista popular, que formó parte del Movimiento del Nuevo Cancionero, una comunidad surgida en Mendoza en busca de “una música nacional de contenido popular” que también integrara Mercedes Sosa, había nacido en Salta en 1938 y había iniciado su carrera a los 12 años.
A lo largo de su camino integró el conjunto Los Fronterizos (1956-1966), formó una dupla compositiva con Armando Tejada Gómez, y en la década del 90 fue impulsor de Soledad Pastorutti, una relación que terminó en la Justicia y con él acusándola en público de “desagradecida”. Pero La Sole, ayer, dejó las polémicas de lado y lo despidió en sus redes sociales: “Más allá de nuestras diferencias hoy te despido con mucho respeto. Fuiste parte de los primeros años de mi camino... por los buenos recuerdos, que descanses en paz”, escribió, sin nombrarlo, junto a una foto de él en blanco y negro.
Isella, que llegó a ser director general del Teatro General San Martín y vicepresidente de Sadaic, fue nombrado en 2012 con el cargo permanente de Embajador de la Música Popular Latinoamericana por la entonces Secretaria de Cultura de la Nación. Ayer, el Ministerio de Cultura lo recordó como “uno de los máximos referentes de nuestro folclore”.
SU ÚLTIMA CHARLA CON EL DIA
“Yo siempre canté e ingresé a Los Fronterizos cuando apenas tenía 17 años -todo un adolescente-”, recordaba Isella en 2015 en una entrevista con EL DIA, a propósito de una de sus últimas visitas a la Ciudad.
El compositor resaltaba de aquellos días la “magia” de las provincias, “con personajes bellos como el Cuchi Leguizamón, Eduardo Falú o Jaime Davalos. Fue una década increíble en un conjunto con el cual andábamos de pueblo en pueblo por amor al canto”. Después, aceptaba que aquella magia amateur fue dando paso a la fama: “El país nos fue conociendo y comenzamos a recorrer el mundo”, particularmente a partir del éxito, en 1964, de “Misa criolla”.
Pero apenas un año más tarde Isella rompería con Los Fronterizos, “convencido de haber cumplido un ciclo”. Se armó solamente con su guitarra “con el deseo de recorrer América Latina” y de “encontrarme como compositor”.
Eran tiempos difíciles para salir a caminar por las fronteras del Sur, años de gobiernos militares en todo el continente: pero como suele ocurrir para los artistas las crisis son oportunidades de las cuales surgen expresiones perdurables. “Viví intensamente el Cordobazo del 29 de mayo de 1969, y de ahí nació, ahí construimos con Tejada Gómez, nuestra ‘Canción con todos’, que luego, cantada por la garganta irrepetible de Mercedes Sosa, se universalizó”, se enorgullecía de ese himno legado.
“Canción de todos” es ya un hito que todos conocen, aunque no sepan de su autor y su vida. La canción atravesó las fronteras de los países y, también, las políticas, cuando, en 1995, el propio Isella invitó a Fidel Castro, y al rey Felipe I de España a cantarla con él en el escenario. Incluso, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, y el ex presidente de Uruguay, José Mujica, la propusieron como himno de la Unasur.
Pero aquella canción que pedía a los hermanos latinoamericanos cantar, trajo “inconvenientes y penurias ciertas” al oficio de Isella, quien profundizó su postura al componer en 1977 “Juanito Laguna”: durante el año más duro de la dictadura de Videla, el cantautor que ya estaba en la mira por su música y su compromiso político compuso una oda a la desigualdad basada en el personaje de Antonio Berni, amigo del músico.
“Hicimos un disco con reproducciones bellísimas… y una carpeta enorme con toda la historia de Berni y Juanito. Salió a la venta en la Capital y a la semana llegó el ejército a todas las disquerías en camiones para llevarse todos los discos. Fue fatal para nosotros”, recordaba.
Perseguido, Isella terminó exiliándose junto con Sosa y otros artistas. A La Negra la había conocido en sus días fronterizos y ella grabaría 14 temas suyos, aunque hacia la década del 90 la suya fue una relación marcada por las peleas. “Fue casi una hermandad de muchas décadas… yo tengo diez hermanos y no con todos me he llevado bien… y con el que me llevaba bien, a veces, solo a veces, me agarraba a los ‘bollos’. ¡Nos peleábamos fiero! Pero después, hermanos”, explicaba Isella, y afirmaba que “con Mercedes me pasaba eso. No se olvide que nuestra existencia no era fácil y que nuestra ‘alegría’ venía casi siempre con un buen vinito… ¡que a veces no era tan bueno!”, decía, sonriente.
Isella volvería de más allá de las fronteras argentinas con Alfonsín, un retorno a “una fiesta”, aunque apenas una década más tarde sufriría la crisis en la escena del folclore que, para él, había “perdido la magia y el amor al canto, todo se ha comercializado, malamente, desde los artistas hasta los festivales”.
En 2012 renunció oficialmente a Cosquín pero no a la actividad. A finales del año pasado lanzó “Autor”, un documental sonoro en el que relata sus composiciones más emblemáticas.
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