Cuento del tío en Barrio Norte: saquean a dos jubiladas con un gran operativo

A la casa entró un solo individuo, vestido con un uniforme de la empresa ABSA. Pero aseguran que la calle había sido cortada por un grupo de trabajadores de esa misma empresa. Escapó con dinero en efectivo y alhajas

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La modalidad no es nueva, ni siquiera original. Se trata de un “cuento del tío” utilizado muchas veces en la Ciudad, donde un estafador toma el papel de un operario de alguna empresa de servicios y logra ingresar en la casa de la víctima. Pero esta vez, la puesta en escena fue tan completa que llamó la atención los recursos con los que contaron los timadores.

En general, quienes roban usando el engaño buscan a gente mayor que vive sola. Los abruman con las palabras y con algún dato -fácil de conseguir- personal.

Cuando entran en confianza, la triquiñuela ya puede darse por hecha. En Barrio Norte, las últimas dos semanas fueron complicadas para los vecinos. En 2 y 36 y en 3 y 36, un hombre vestido con el mameluco de la empresa ABSA saqueó dos inmuebles. Según le contaron los damnificados a EL DIA, el delincuente tuvo cómplices que formaron parte de la actuación.

Mercedes y Teresa, dos jubiladas que ayer fueron timadas por este sujeto, aseguraron que en la calle había una obra “con conos, camionetas y otros trabajadores” y el tránsito estaba interrumpido.

O bien esa situación fue aprovechada por el ladrón para darle más verosimilitud a su historia, o todo formaba parte de la misma operación.

“FUE AMABLE Y EDUCADO”

Esa mañana, Teresa estaba sola en la casa y se encontraba regando las plantas de los canteros que están en la vereda. Un desconocido se le acercó por detrás y, de forma muy educada, la interrumpió.

Vestía uniforme de ABSA y tenía puesto un tapaboca que dejaba asomar “un bigote negro”. La mujer notó además que en las manos tenía signos de vitiligo, una enfermedad cutánea en la cual hay una pérdida del color (pigmento) de zonas de piel.

Con un tono formal y afable, le contó que era parte del equipo que trabajaba en la calle y que debía medir la presión del agua en la vivienda. “Era muy educado y amable, hasta se ofreció a entrarme algunas plantas y traer desinfectante”, sostuvo Teresa.

Luego de conversar por unos minutos, ambos entraron en la propiedad. El sujeto observó el interior y le pidió a la dueña que lo acompañe hasta la terraza. “Tenemos que medir también el plomo y el cobre que viene de los caños”, le explicó mientras sacaba una máquina parecida a un multímetro digital.

Subieron juntos y “él hacía que trabajaba con un aparato tipo tester, hasta que en un momento me dijo que me quedara ahí para que abriera y cerrara la canilla así él podía controlar la presión abajo”, refirió la damnificada.

“La verdad es que fue muy educado, amable. Incluso se ofreció para entrar las plantas y traer desinfectante”

Teresa, Víctima

“Hicimos la denuncia en la empresa y también en la comisaría. Es la segunda vez que pasa en el barrio”

Mercedes, Hermana de la víctima

Teresa estuvo entre cinco y diez minutos, hasta que le pareció que había pasado demasiado tiempo y comenzó a llamarlo a viva voz. Nadie le respondió.

Entonces bajó y se encontró con una fea sorpresa: cajones abiertos, ropa y bolsos tirados en el piso, muebles corridos. “Se llevó todo lo que pudo, entre otras cosas pesos, dólares, alhajas, todos los ahorros para la operación de mi hermana y también un dinero de mi hija que guardaba para arreglar su casa”, lamentó Mercedes.

En pocos minutos, “revolvió toda la casa”, añadió. Teresa salió enseguida a pedir ayuda y se encontró con el verdulero de la esquina opuesta, que salió en su camioneta a buscarlos. Recorrió la zona, aunque no pudo dar con ellos. En tanto, los otros operarios ya no estaban más.

Para las hermanas se trató de un hecho complejo por el despliegue realizado, “pero no sabemos si eran reales y este tipo aprovechó o es un operativo que arman” los delincuentes, manifestaron. Asimismo, indicaron que en 2 y 36 una mujer fue víctima de un atraco “igual”. El dato fue corroborado por otros vecinos del lugar. Un frentista de la zona consultado por este diario afirmó que no se trató de episodios aislados.

“Ya han ocurrido casos similares. Son tipos bien vestidos, ponen señales en las calles como que están haciendo una tarea y afanan a la gente. Está ocurriendo hace más o menos 15 días en Barrio Norte”, remarcó.

 

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