VIDEO: Sin escapatoria, todos los caminos conducían a la perpetua

Sabrina Antonioli Ango tenía 33 años. El 23 de agosto de 2018 fue ultimada a mazazos en una casa de la calle 116 entre 32 y 33. El Tribunal III confirmó lo que se sospechaba. El albañil Marcelo Oscar Doval es su asesino

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Los testimonios fueron tan contundentes, como las demás pruebas recolectadas a lo largo de la instrucción, por el bestial asesinato de la martillera platense, Sabrina Antonioli Ango (33), ocurrido hace poco más de tres años en una vivienda del barrio Hipódromo de La Plata. Por eso no hubo sorpresas. La Justicia falló tal como se esperaba y condenó al albañil Marcelo Oscar Doval, persona que se suponía de extrema confianza para la víctima, a la pena de reclusión perpetua.

En la sala de audiencias hubo una mezcla de sensaciones. Por un lado, el dolor indescriptible que produce toda pérdida dentro de un contexto de tanta violencia, saña y alevosía, revivido en cada relato, en cada jornada del juicio, y por el otro, la tranquilidad de saber que el caso no quedará impune.

Más allá de los tiempos legales, que muchas veces cuesta soportar en medio de la angustia desgarradora para los familiares de una persona asesinada, la palabra “perpetua” retumbó con fuerza en los pasillos de los tribunales penales de la calle 8 entre 56 y 57.

A partir de ahí, el resto poco importó. Tecnicismos, plazos legales y futuros planteos recursivos, que quedará para el mundo de los abogados.

En el círculo íntimo de Sabrina, encarnado en su marido, el contador Juan Ignacio Plotycia, que se salvó de milagro en el mismo y salvaje ataque, y la madre de la profesional, Patricia Mariel Ango, que conmovió a todos cuando en la primera jornada del debate habló sobre su hija, se sintió un poco de paz. Algo que sirvió para aplacar un poco esa pena inconmensurable, que llevarán a lo largo de los años.

Los integrantes del Tribunal Oral en lo Criminal III de La Plata, Ernesto Domenech, Santiago Paolini, y Andrés Vitali, por la secretaría de Andrea Lamamy, encontraron culpable a Doval por los delitos de “homicidio doblemente calificado criminis causa con alevosía, tentativa de homicidio doblemente calificado criminis causa y con alevosía y robo calificado por el empleo de arma, todos en concurso real”.

Con el voto del doctor Domenech, que encontró adhesión en sus colegas del estrado, se dio por probada la agresión criminal cuando Sabrina Antonioli Ango había regresado de hacer unos mandados y Doval, que estaba haciendo algunas reparaciones dentro de su domicilio, la sorprendió con una maza dentro de la habitación donde se estaba cambiando de ropas.

La golpiza fue tan feroz, que la mujer sufrió una fractura de cráneo, entre otras lesiones en la cabeza y rostro, la pérdida de varias piezas dentarias y la muerte, casi en el acto.

Doval trató de tapar su acción homicida, previo juntar varios efectos de valor, pero justo llegó Plotycia a la casa y también buscó eliminarlo, según entendieron los magistrados, siempre con la intención de ocultar el robo y profugarse.

Sin embargo, el hombre luchó por su vida y, más allá de las lesiones que le provocó el agresor, con la maza y un cuchillo, que lo mantuvieron internado unos días, logró salvarse y convertirse en el principal elemento de cargo contra el albañil, a quien señaló con lujo de detalles por lo sucedido aquel imborrable 23 de agosto de 2018.

Lo que vino después, con la captura a pocas cuadras del sospechoso, quien lucía nervioso, tenía las manos ensangrentadas, pese a llevar un par de guantes colocados y pertenencias de Antonioli Ango, no hizo más que corroborar los dichos de Plotycia y de los demás testigos, que confirmaron la relación de proximidad que había entre Sabrina, su esposo y Doval.

“Péguenme un tiro”, dijo el albañil a la Policía, cuando lo tenían reducido y su intento de fuga había terminado.

SIN eximentes de responsabilidad

Como se sabe, la defensa del acusado, a cargo del doctor Gastón Nicosia, planteó como eximente de responsabilidad un grado de intoxicación alcohólica, que le impidió a su representado comprender la criminalidad de sus actos o dirigir sus acciones.

Sin embargo, los jueces, que acreditaron cierto grado de consumo, no lo consideraron de tal entidad como para introducirlo en un estado de inconsciencia, alteración morbosa de sus facultades o insuficiencia de las mismas, sobre todo por la secuencia de las distintas acciones desplegadas, los diálogos sostenidos en su huida y en circunstancias de su captura.

Hasta simuló un diálogo telefónico con la persona a la que ya le había quitado la vida, expresaron en el fallo.

Por último, cabe destacar que la resolución, en un todo, coincidió con la petición formulada por la fiscal María Victoria Huergo y el representante del particular damnificado, Juan Tiberio.

Si bien Doval tomó alcohol, se consideró que fue plenamente consciente de sus actos criminales

 

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