Volvió el caos vehicular en las zonas de escuelas platenses

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La vuelta a la presencialidad escolar se tradujo en retorno del caos vehicular frente a las escuelas de nuestra ciudad y ello era previsible porque en el extenso período de la cuarentena no se hizo nada para buscar alternativas destinadas a resolver el problema del estacionamiento frente a las escuelas en los horarios. De modo tal que volvieron las dobles filas, los nudos, los embotellamientos y el contexto de un descontrol que sólo por milagro no se traduce en desenlaces más graves.

En la edición de ayer se publicó un informe en este diario, revelador de las verdaderas condiciones de virtual intransitabilidad que ganan las calles frente a las escuelas en las horas de entrada y salida de los chicos. Ahora la Comuna impulsó la variante de que las grúas se acerquen a esos sitios conflictivos para concientizar a los padres que conducen automóviles. Aunque se anunció que también las grúas se ocuparán del acarreo de aquellos vehículos mal estacionados, que bloqueen las rampas para discapacitados, entre otras infracciones que se sancionarán.

Antes de formular alguna otra consideración, conviene partir de una generalidad: los organismos del Estado suelen ser lentos, extremadamente lentos, para buscar alternativas frente a los problemas que se plantean. Se toman algo más que su tiempo para resolver muchas cuestiones. Podría hablarse, por ejemplo, de las colas que deben hacer los jubilados para poder cobrar sus haberes todos los fines de mes; de las falencias que presentan los cajeros automáticos; de las demoras inconcebibles de muchos trámites burocráticos, entre tantos otros trastornos que podrían evitarse.

Se supone que, para todas esas situaciones que originan perjuicios a miles de personas no existen soluciones milagrosas, pero sí pareciera necesario que los organismos públicos con incumbencia en cada uno de esos temas busquen no sólo alternativas superadoras –que las hay, que se aplican en muchos otros países y que debieran ser imitadas-, sino que también inculquen en la población, mediante continuadas campañas de concientización, conocimientos y principios educativos que colaboren para resolverlas mejor.

Cabe recordar que hace unos años la Comuna había informado sobre la capacitación a casi un centenar de inspectores para que realizaran controles y, en su caso, se labraran infracciones a quienes dejaran estacionados sus vehículos en doble fila. El plan apuntó al reordenamiento del tránsito platense y para eso se previó que los empleados comunales se apostaran en diferentes instituciones educativas. Sin embargo, la gran demanda de los establecimientos obligó a que los inspectores debieran rotar para hacer los controles, debilitándose así las fiscalizaciones.

Desde luego que quedan pendientes muchas cuestiones de fondo, relacionadas con poner en marcha planes integrales de ordenamiento del tránsito, que alivien a la Ciudad de la presión que ejerce un parque automotor en continuo crecimiento. Importa también, y mucho, que se reconozca la existencia del problema y que las áreas municipales con competencia en la materia encaren un estudio serio sobre las posibles soluciones, con el objetivo de plasmar luego las propuestas en una ordenanza vial. Como se ha dicho en otras oportunidades en esta columna, un primer paso podría ser el análisis de modelos de otras ciudades, tanto del nuestro como de otros países del mundo, que han logrado resolver en gran medida esta compleja situación.

 

 

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