Investigar a toda la cadena delictiva que actúa en el robo de tapas de servicios públicos
Edición Impresa | 6 de Noviembre de 2021 | 02:23

Una vez más se tomó conocimiento del robo de tapas de registros que cubren las cámaras subterráneas de distintos servicios públicos en la Ciudad, así como de la sustracción de elementos metálicos tales como las cañerías de bronce de los medidores de gas o las botoneras de los timbres de los porteros eléctricos, entre otros objetos expuestos al vandalismo en la vía pública.
En ediciones recientes se informó sobre la desaparición de tapas metálicas en las zonas de Tolosa y, ya en el casco céntrico, en cercanías de plaza Italia. Vecinos de esos lugares alertaron sobre el peligro que implican esas faltas, toda vez que dejan abiertos huecos en los que cualquier persona puede sufrir accidentes.
Ubicadas generalmente en el medio de veredas de alta circulación peatonal, por la que transitan sobre todo niños y personas de edad mayor que, por distintos motivos, pueden no reparar en esos peligros, los vecinos reclamaron la reposición urgente de estas tapas.
Lo cierto es que cada vez son más frecuentes los robos de aquellos elementos que están en la vía pública o en sectores externos de las viviendas, y están fabricados con cobre, bronce o aluminio. Se habla aquí de cables telefónicos o de luz, de tapas metálicas de distintas redes y, como se ha dicho, en este último caso de piezas de los medidores de gas.
Está claro, entonces, que más allá de la prevención policial que debe reclamarse, frente a este como a cualquier otra clase de delito, resulta imprescindible en estos casos investigar la cadena delictiva y detectar a quienes compran estos metales robados.
Esta fue y sigue siendo, por cierto, la clave para desbaratar algunos casos el robo de automóviles: llegar a los desarmaderos ilegales, esto es a desmontar la existencia de organizaciones delictivas que vertebran su actividad con vehículos robados.
En años recientes, en uno de los operativos efectuados contra un desarmadero ubicado en un barrio de Berisso, se detectó tal cantidad de autopartes robadas, que la Policía no pudo retirarlas y los dejó en custodia al responsable del lugar. Se pudo determinar, en efecto, que lo que había en el depósito de repuestos allanado era el producto del robo de unos de unos 160 automóviles por mes en la Región.
Podría aducirse, frente a la falta de resultados en el combate a estos robos -si es que hay combate-, que no resulta fácil encontrar in fraganti a quienes los cometen. Pero está claro que esos ladrones son apenas el primer eslabón de una cadena delictiva que concluye en un creciente y ya vigoroso mercado negro en el que todos esos metales se comercializan a precios elevados.
Y no debería entonces ser tan difícil detectar esos “mercados” y desbaratar una modalidad delictiva que destruye el equipamiento urbano y perjudica con demasiada frecuencia a miles de ciudadanos.
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