Un rover de la NASA, cada vez más cerca de Marte
Edición Impresa | 16 de Febrero de 2021 | 01:12

Después de siete meses de viaje, el rover Perseverance de la NASA intentará aterrizar en Marte el próximo jueves, en una maniobra peligrosa que marcará el comienzo de la primera misión pensada con el único objetivo de demostrar que existió vida en ese planeta.
La misión Marte 2020, que despegó de Florida a finales de julio, lleva el Perseverance, el mayor, más rápido y más avanzado vehículo jamás enviado al planeta rojo.
Construido en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL, por sus siglas en inglés), pesa una tonelada, está equipado con un brazo robótico de más de dos metros de largo, 19 cámaras y, por primera vez, dos micrófonos. Si llega intacto, será el quinto rover que realiza el viaje desde 1997.
Hasta ahora todos son estadounidenses, y uno de ellos, el Curiosity, sigue en funcionamiento, aunque la semana pasada China puso en órbita alrededor de Marte su sonda “Tianwen-1”, que contiene un robot teledirigido que debería intentar aterrizar entre mayo y junio.
El jueves, el Perseverance posará sus seis ruedas en el cráter de Jezero, un lugar de aterrizaje “espectacular”, en palabras de Ken Farley, científico del proyecto. Ese cráter había sido considerado para misiones anteriores, en particular para el Curiosity, pero se descartó por considerarse demasiado peligroso.
Los investigadores creen que hace más de 3.500 millones de años el cráter de Jezero albergaba un profundo lago de unos 50 kilómetros de ancho, cuando “Marte era muy similar a la Tierra en muchos aspectos, tenía una atmósfera importante, lagos y ríos, lugares donde los organismos que conocemos podrían haber prosperado”, según explica Ken Farley, quien considera que “estos son los únicos ambientes habitables que conocemos más allá de la Tierra”.
El Perseverance, que se desplaza tres veces más rápido que los anteriores rovers, tendrá que recorrer, durante varios años, más de veinte kilómetros, donde tomará muestras que serán analizadas en busca de posibles rastros microscópicos de organismos antiguos. “No debemos esperar un diente fósil, un hueso o una hoja -advirtió el científico- sino más bien rastros de vida microbiana, lo que sería “fabuloso”.
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