Llegó el momento del palo borracho: ya asombra con su colorida floración

En nuestra región hay dos especies, de flores rosadas y blancas. Hasta mayo florecen; luego aparecen los frutos, explicó un naturalista

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Con sus flores desplegadas a pleno, los ejemplares de palos borrachos que se desparraman en la Región ya deslumbran con su floración aportando una explosión de color que llama la atención de los vecinos.

Desde la época fundacional, el Chorisia, popularmente conocido como palo borracho o algodonero, se adaptó muy bien a los espacios públicos de la Ciudad.

“Por estos día ha comenzado la floración de grandes árboles que no nos pueden pasar desapercibidas, la del Palo Borracho de flores rosadas o Samohú (Ceiba speciosa) y la del Yuchán o Palo Borracho Blanco (Ceiba chodattii)”, destacó el berissense Julio Milat, siempre atento a los fenómenos que la naturaleza les regala a los vecinos.

El naturalista explicó que “el de flores rosadas (es) originario de las selvas del noreste de nuestro país, de los bosques y selvas del este de Formosa, Chaco, Misiones y Corrientes”. Mientras que el Yuchán “crece en ambientes más secos, en el noroeste argentino, en bosques de transición entre el Chaco y las Yungas, Salta, Jujuy, Tucumán, Santiago del Estero y Chaco”.

Por lo tanto -dijo- no son originarios de la región del Plata, pero son especies muy cultivadas por su valor ornamental en calles, plazas y parques.

En La Plata entre los más grandes y añejos se encuentran los que circundan la plaza Almirante Brown en 1 y 52, los que se despliegan junto al Parque Saavedra y aquellos alineados en el boulevard de Circunvalación, entre otros.

“Son árboles de gran tamaño, florecen hasta mayo y luego aparecen los frutos en forma de grandes cápsulas que maduran y se abren en primavera”, describió Milat.

Durante la floración son visitados por gran cantidad de insectos, mariposas y especialmente picaflores, que toman posesión de cada árbol, lo que provoca disputas y corridas entre ellos, explicó el naturalista, que retrató el fenómeno.

“La madera blanda de sus grandes troncos era utilizada por los pueblos originarios para hacer canoas o para almacenar y fermentar bebidas como la chicha, de allí el nombre de palos borrachos”, explicó.

Los palos borrachos son ideales para los espacios abiertos y ramblas espaciosas, “no se aconseja colocarlos en las veredas porque llegan a crecer mucho. En nuestra ciudad hay dos especies de palos borrachos: los que tienen un tronco bombé y flor blanquecina, y los de tronco cilíndrico cuya flor es rosada y ofrece cada año un espectáculo único.

“La observación de un ejemplar en mi jardín me ha permitido momentos maravillosos, la visita de los picaflores, las diferentes especies de mariposas, los vuelos incesantes de los abejorros. Y también la visita de un Carpintero bataraz, las más frecuentes apariciones de la Catita Chirirí para romper el fruto y alimentarse de las semillas. O descubrir a un Cabecita negra retirar las fibras algodonosas del fruto para material en su nido”, relató Milat. Y agregó: “Estamos transitando momentos de vuelos, colores y zumbidos, no se los pierdan”.

 

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