Lo apuñalaron, le robaron las zapatillas y tuvieron que extirparle un riñón

El ataque fue el 24 de enero en un estacionamiento de 53 entre 8 y 9, donde la víctima estaba trabajando como encargado. Según su familia, hubo una discusión previa con el agresor, que fue detenido ayer en boulevar 81 y 69

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El 24 de enero pasado, un hombre descalzo, ensangrentado y con gestos de dolor entró en la comisaría Primera para denunciar el ataque que acababa de sufrir en el estacionamiento ubicado a pocos metros -en 53 entre 8 y 9-, en el que se desempeñaba como encargado. Tras asegurar que un conocido lo había agredido con un arma blanca para robarle las zapatillas, dio media vuelta y mostró a los efectivos y auxiliares presentes en dicha dependencia las pruebas del embate.

Con la remera con una aureola de sangre a la altura de la cintura, los policías lo subieron de forma inmediata a un móvil y lo trasladaron al Hospital San Juan de Dios. Había comenzado para el hombre una odisea hospitalaria que terminaría un mes después, con varios centímetros de intestino extirpados y un riñón menos.

Ayer, en horas de la mañana, un mes y una semana después del feroz ataque, policías de la DDI lograron dar con el paradero del sospechoso, un sujeto de 37 años que solía permanecer en la esquina de 8 y 53 para desempeñarse como cuidacoches. Pese a que tenía declarado un domicilio en Berisso, no habían podido capturarlo porque pernoctaba en distintos lugares, se informó. Hasta ayer, cuando fue visto en Boulevard 81 y 69, donde lo identificaron y aprehendieron, acusado de “robo calificado y tentativa de homicidio agravado por alevosía”.

La víctima, Darío Encina, de 46 años, en tanto, continúa recuperándose de las heridas y las consecuencias de lo que la familia califica como “una mala praxis llevada a cabo en el Hospital de Gonnet”.

El reporte oficial da cuenta de que el hombre estaba saliendo de un cumpleaños que se había celebrado en aquel estacionamiento, propiedad de su madre, cuando fue abordado por un sujeto que le asestó dos puntazos para robarle la bicicleta en la que se desplazaba y las zapatillas. Horas después, testigos se presentaron en la comisaría asegurando conocer al atacante. Describieron que se trataba de un “trapito” que paraba en la esquina de 8 y 53 y en plazas de la zona céntrica. La versión que brindó la familia a este diario difiere en cuanto a las circunstancias del ataque.

Según contó la madre de Encina, su hijo jamás imaginó que aquel domingo de enero iba a terminar con dos puntazos y que se los iba a propinar un hombre al que conocía y con el que solía frecuentarse asiduamente.

Tal era el vínculo que habían construido ambos a través de los años, que el encargado del estacionamiento solía compartir mates y comidas con el sospechoso. Justamente, en uno de esos tantos encuentros habría tenido lugar el ataque que casi le cuesta la vida.

“Se conocían de la calle. Tantos años dándose los buenos días y buenas tardes que terminaron compartiendo. Yo siempre le decía que no lo invitara, que no se confiara. No me gustaba su aspecto y sus actitudes. Pero mi hijo no me hizo caso”, señaló Marta. Añadió al respecto que, según le contó su hijo, ese día se encontraban compartiendo un almuerzo y que el trapito sindicado como el agresor formaba parte del convite.

“Bien, bien, no sé por qué discutieron. Mi hijo está muy mal física y psicológicamente y por eso intento no tocarle mucho el tema. Parece que estaban tomando y de pronto este tipo agarró un cuchillo y se lo clavó en la espalda”, precisó la mujer mientras mostraba unas “manchas de sangre” que más de un mes después continúan grabadas en el asfalto del estacionamiento.

“Lo que nosotros queremos como familia es que se haga justicia. Nos contaron que discutieron por una mujer de la que el agresor está enamorado. Creemos que por eso lo atacó. Aparentemente, mi primo mantuvo una relación con la chica. Y al parecer, el día de la reunión, él se lo contó y por eso el trapito lo terminó acuchillando”, reveló el primo de la víctima.

La madre de la víctima señaló que, además del ataque, su hijo debió enfrentarse a una “pésima atención” hospitalaria que derivó en que su hijo perdiera gran parte del intestino y un riñón, por lo cual vive ahora con un ano contra natura. “En el Hospital de Gonnet lo dieron de alta sin siquiera hacerle un estudio. Gracias a los trabajadores del San Martín que lo salvaron”, indicó.

“Nos contaron que ese día discutieron por una mujer de la que el agresor está enamorado. Creemos que por eso lo atacó”

 

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