Susana Rubí Brizuela

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Provocó una enorme tristeza la muerte, a los 80 años, de Rubí Brizuela, notaria que se desempeñó durante un largo tiempo en el Colegio de Escribanos; dirigió, asimismo, su propio registro; y cosechó la admiración y el afecto de sus compañeros de tareas y de muchos amigos que ganó a raíz de los destacados atributos de su personalidad.

Susana Rubí Brizuela –tal su nombre completo, pero el entorno la llamaba Rubí- había nacido en la ciudad bonaerense de Azul el 18 de julio de 1940. Quedó huérfana de padre muy pequeña, perdió a su único hermano en un accidente y esa tragedia la marcó de por vida. Pasó parte de su infancia en Tres Arroyos, donde su madre tenía familiares, y creció en un ambiente rural, rodeada de naturaleza, y cerca del mar.

Tras cumplir los 30 años se radicó junto a su madre en La Plata, ciudad que adoptó como propia para siempre. Concursó para un cargo (rindió con resultado brillante una prueba escrita y oral) e ingresó al Colegio de Escribanos de la Provincia, donde durante más de veinte años trabajó en el área de Administración.

Tenaz, fuerte de espíritu e inquieta a la hora de superarse, comenzó a estudiar Derecho en la facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata y así, como resultado de mucho esfuerzo y perseverancia, se graduó de abogada y escribana.

Con el sueño de los títulos universitarios materializado se abrió su propio camino y accedió a la titularidad de un registro. Se jubiló como escribana en 2019.

Radical “de toda la vida” -solía enfatizar-, y portadora de un temperamento fuerte y una ética rigurosa, pero dueña a la vez de una gran sensibilidad, le dolían las situaciones sociales injustas y propiciaba la idea de que se produjeran cambios en ese sentido.

Rubí fue de esas personas muy sociables, con una gran facilidad para relacionarse, pero que disfrutaba también de los momentos en soledad.

Viajó por el país, Europa, Estados Unidos y América Central y cada ruta fue una aventura. Amaba el arte en todas sus expresiones pero en particular el teatro, el cine y la música.

Hincha de Estudiantes, unos años atrás, acompañada de amigos, visitaba con frecuencia la cancha pincharrata para alentar a su equipo favorito.

Fue la abuela “del corazón”, como ella decía, de Lautaro y Facundo. Y esos lazos la colmaron de felicidad.

 

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