La Plata Fase 1 vs. La Plata Fase 2: cómo se mueve hoy la Ciudad comparado con 2020

Cuando comenzó la cuarentena estricta el año pasado por la irrupción del coronavirus el problema tomó enseguida el cariz de un panorama oscuro que en principio se extendería por dos semanas. Era por entonces inimaginable para la gran mayoría de los platenses pensar en qué condiciones estaríamos un año después. Pero el tiempo pasó y hoy se pueden establecer algunas diferencias y similitudes, marcadas principalmente por la Fase 1 de 2020 y la Fase 2 de este 2021.

Todavía sin vacunas, con el mundo prácticamente bajo confinamiento y con la amenaza de un virus prácticamente desconocido, La Plata empezó a transitar en los últimos días de marzo del año pasado su primera experiencia de supervivencia a una pandemia que rápidamente fue demostrando, aquí y en el mundo, toda su capacidad de daño.

Pasaron los días y pronto llegó abril, con la esperanza de que el cuadro cambiara y que se levantara el confinamiento. Pero el virus siguió asediando y las restricciones se agudizaron. La ciudad de las diagonales, como el resto de las ciudades del país y del mundo, acostumbrada al ajetreo de las multitudes, se convirtió en una postal de calles desiertas sin sus autos ni su gente, con dependencias cerradas y con comercios que tuvieron que mantener las persianas bajas por un largo período.

Sólo unos pocos locales contaron con permiso para permanecer abiertos, aunque la afluencia de clientes, en medio de la psicosis, se mantuvo escasa. La gente fue asomando a la calle muy de a poco y casi a tientas en la medida que se fueron habilitando algunas actividades y ante la necesidad de asirse de artículos necesarios para poder sobrellevar el encierro. Así el uso de barbijos (o tapabocas) y las sorprendentes filas con distanciamiento comunitario se erigieron como los principales cambios de comportamiento por la pandemia.

Pero a grandes rasgos a lo largo de ese mes en la vía pública, sobre todo en el Centro, reinó la desolación. En esa sintonía se dirigieron los recordados controles policiales para evitar la circulación de personas a pie o en vehículos. En los barrios más alejados del Casco Urbano en donde los operativos tal vez no llegaron con tanto rigor los vecinos tuvieron algo más de margen para desplazarse, aunque aun así tuvieron que someterse a las medidas sanitarias correspondientes.

Un año después si el panorama no es el mismo es principalmente por dos motivos, porque se conoce bastante más del enemigo y en consecuencia existen conductas sociales para hacerle frente, y porque no sólo se descubrió la vacuna y se empezó a aplicarla en la población. Sin embargo, el coronavirus todavía sigue al acecho, como en el resto del mundo, a tal punto que cuando se pensó que podría haber una distención recrudecieron los contagios y las autoridades comenzaron nuevamente a establecer restricciones con impacto en la vida cotidiana de todos.

Si bien La Plata no transita abril bajo una paralización total como la del año pasado (Fase 1), la pandemia obligó a retroceder a la Fase 2 y a restringir la presencia de los chicos en la escuela, a evitar la circulación en determinados horarios de quienes no califican como trabajadores esenciales y establecer cierres en dependencias y topes de horarios en los comercios.

Por otro lado, como señalan especialistas, además de las limitaciones también es necesario saber convivir con el enemigo por el simple hecho de que la economía necesita seguir funcionando para beneficio de todos y para no sucumbir.

Un año después la posibilidad de la erradicación del virus pareciera ser un anhelo más allá de las avanzadas investigaciones que se lograron a esta parte. El virus impactó en un principio por su poder de transmisibilidad y ahora lo vuelve a hacer pero con su capacidad para mutar  en nuevas variantes, una de las mayores preocupaciones de los expertos.

Las consecuencias, pueden apreciarse día a día, son los hospitales y clínicas saturados por los vecinos que concurren a hisoparse o a pedir atención médica, produciéndose de ese modo una alta demanda de recursos, sobre todo de camas de terapia intensiva y de salas intermedias, como también el agotamiento del personal de salud.

La esperanza por el momento parecieran ser las vacunas, que no sólo se están aplicando a pesar de la escasez de dosis a nivel mundial sino que continúan en desarrollo contemplando los nuevos comportamientos del "enemigo invisible" tal como lo han denominado las más altas autoridades nacionales y del mundo.

No obstante, en sintonía con lo que exigen las autoridades sanitarias, abril encuentra a la Ciudad con mucho más movimiento que hace un año y con la mayoría de los vecinos tomando los recaudos necesarios para evitar que el virus penetre en los círculos afectivos cotidianos y su circulación a nivel comunitario.

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