Deben acentuarse acciones en defensa de los humedales de nuestra zona

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La reciente sanción por parte del Concejo Deliberante platense de una ordenanza que apunta a preservar los humedales de la periferia platense, en especial los correspondientes a la cuenca del arroyo El Pescado y los demás afluentes que se encuentran en la zona Sur del partido de La Plata, constituye un paso positivo hacia el impulso de una política integral que defienda a estos espacios, vitales para la mejor defensa del medio ambiente.

Capaces de equilibrar los fenómenos meteorológicos extremos, claves para mitigar la crisis climática y barreras naturales contra las subidas del nivel del mar y las crecidas de los humedales están disminuyendo en la mayoría de las regiones del mundo a pesar de ser imprescindibles para la supervivencia humana. También en nuestra región se encuentran bajo amenaza ante las avanzadas desaprensivas de las construcciones.

Concretamente, con la nueva disposición, se busca resguardar las parcelas que rodean al Arroyo El Pescado para evitar que se realicen construcciones privadas que pongan en riesgo los humedales de la periferia. La normativa busca proteger el territorio que rodea al arroyo El Pescado desde su nacimiento, entre las calles 612 y la Ruta Provincial 36 de La Plata, hasta su desembocadura en el Río de La Plata, entre el Balneario Bagliardi y el Balneario Municipal de La Balandra de Berisso, aunque claro que en este último espacio la tarea de contralor le corresponde al distrito vecino.

Se indicó que la ordenanza busca poner en práctica en la ciudad la ley provincial de Humedales, delimitando las zonas a resguardar, protegiéndolas del avance poblacional y evitando construcciones indebidas que pongan en riesgo los humedales del sur del Partido.

Está claro que la letra de la ordenanza podría quedar reducida a planos declamativos, de buenas intenciones, en la medida en que el poder municipal no sólo apunte a la defensa de los humedales, sino que lo haga enhebrando normas y planes racionales y concretos, que impidan la expansión urbanística informal que se viene imponiendo en la periferia, sometida a usurpaciones, asentamientos poblacionales precarios y privados de servicios esenciales, como los desagües cloacales y pluviales, el agua corriente, la luz, el gas y la electricidad.

Como se sabe, hace ya muchos años que los especialistas y no pocos pobladores de distintas zonas zonas vienen presentando denuncias y advertencias sobre repetidos perjuicios a esas áreas naturales. Así, en la región costera, son numerosos los pedidos de preservación de los montes ribereños y de los humedales existentes, afectados por distintos tipos de contaminación y por la mano del hombre.

Sobre esa misma cuestión, se ha dicho aquí en ocasiones anteriores que permitir que permitir desaprensivas acciones humanas en materia urbanística no hace sino acelerar un proceso de deterioro irreversible. Tampoco deberían echarse en saco roto las enseñanzas que dejaron las trágicas inundaciones registradas en nuestra zona, demostrativas de la negativa incidencia que pueden llegar a ejercer las obras y los asentamientos no planificados.

En cuanto a las zonas ribereñas de la Región, con reservas naturales que aún se está a tiempo de salvar, como son la Selva Marginal de Punta Lara, las islas y canales, así como los humedales, merecen que se haga un esfuerzo integral y serio para su preservación, de modo de protegerlos de las actividades que podrán afectarlos, dejarlos al margen de toda agresión y permitír que la Naturaleza exponga en ellos sus magníficas cualidades.

 

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