Por una toma, vecinos de Romero temen una epidemia de delitos

Edición Impresa

Todo empezó el sábado 8 de mayo último por la tarde en un terreno situado entre las calles 164 a 167 y de 34 a 36. El espacio “es de unos chicos que viven en el mismo terreno y están haciendo los trámites de la subdivisión”, contó Diego, un vecino “histórico” de ese sector de Romero. Hasta ese lugar se acercó un numeroso grupo de personas, “entre 40 y 50” con varios menores y “dos cabecillas que manejaban todo”, según confiaron testigos a EL DIA. Eran las 16 horas y algunos moradores de la zona salieron a observar la procesión. Algunos incluso se animaron a conversar con los sujetos que “comandaban” al resto, para pedir explicaciones y advertirles que se trataba de una propiedad con dueños vivos.

Ante la negativa respuesta de los intrusos, dieron aviso a la Policía. “A las 19.30 ya estaba la Infantería, la comisaría de Romero y la zonal. Con mucha prolijidad los sacaron y detuvieron a seis personas, en cuatro horas despejaron todo, una manera impecable de actuar”, afirmó Diego. Como precaución, añadió, “dejaron una custodia que todavía permanece apostada en la esquina de 167 y 36”.

La calma regresó a esa vecindad rural del oeste platense. Sin embargo, el día posterior, “a eso de las 18 volvieron”, señaló, al tiempo que indicó: “La verdad es que pensábamos no iba a pasar más nada”. El “líder” se presentó. “Un tal Walter, que salió por un canal de televisión haciendo espectáculo, manejaba todo”, aseveró Diego. Se trataría de un joven del barrio.

Esa jornada hubo un detenido. No obstante, con las cámaras filmando “la Policía ya no actuó y permaneció cuidando la casa de los dueños”, aportó Analía, otra lugareña. El lunes 11 regresaron, aunque se ubicaron sobre 167 y 32. “En esa esquina pusieron un ‘comedor’ en el que nunca vimos que ofrezcan comida”, agregó la mujer.

Enriqueta, otra vecina, le confesó a este medio que desde el momento en que comenzó la intrusión, “esta gente aterroriza al barrio, pasan en patotas y amenazan a todos”. Asimismo, resaltó que “era muy tranquilo este lugar, yo me vine a vivir acá cuando no había nadie, ahora nos viven robando. Me han saqueado tantas veces que estoy re podrida”.

Esa situación no fue ratificada por el resto de los entrevistados. “Tenemos un grupo de whatsapp del barrio en el que nos vamos comentando todo lo que pasa, y por suerte no hemos tenido casos de robos”, explicó Analía.

Los usurpadores “no llegaron a instalar nada porque los vecinos no los dejamos. Los paramos cuando vimos que ponían palos para dividir en lotes”. Sin embargo, el miedo a que vuelvan está latente: “Sabemos que cuando se vaya la patrulla, ellos van a volver”, sintetizaron.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE