“Es difícil imaginar lo que es convivir con esto”

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Gisela Cisneros es platense, tiene 36 años y hace dos que le diagnosticaron Enfermedad de Crohn. Es profesora de Danzas , instructora de pilates y madre. Pero su condición venía de antes, y lo sufría sin saber muy bien de que se trataba.

“Para quien no lo padece – cuenta – es difícil imaginar como es convivir con esto. Hay que planificar todo, la hora de comer para calcular que si cae mal una comida hay que estar en casa o cerca de un baño; calcular las horas que se van a dormir porque nunca se sabe si los dolores te van a despertar. Hay que imaginarse lo que es estar cuatro meses seguidos con una resaca, o sentir que se está con la menstruación todos los días. Porque algo así se siente en un brote del Crohn”.

“Se necesitan transfusiones de sangre y de hierro porque una se desangra -agrega Gisela - y en mi caso todo el 2020 fue de muchas agujas. Lo raro o lo difícil es que al principio son descomposturas que duran una semana y luego pasan, pero nunca se sabe cuándo aparecen ni cuándo se van, por lo que se vive en una incertidumbre que agota. Muchas veces todo esto implica que te miren mal, o te critiquen por estar descompuesta, o que piensen mal. Yo me encargaba de que no se notara, me maquillaba y llegaba a mis extremos de cansancio, porque no quería saber nada con la palabra debilidad, y porque hay quiénes no podemos darnos el lujo de enfermarnos cuando hay que mantener una casa y una familia, pero por dentro estaba rota, literalmente, con un intestino en llamas que sólo se calma a veces con dos inyecciones en la panza por mes”.

“Me angustiaba mucho -añade - y no sólo por los dolores, por excretar sangre durante 4 meses seguidos, o por estar débil, sino por no ser la que era antes, por ser una constante decepción para mí, para mis alumnas y para mí hija. Pero con el tiempo, después de leer, hablar, perder trabajos, perder amistades, entendí que tenía que elegir, porque te permitís ser otra o el Crohn te hunde. Así que empecé a comunicar con todas las letras cómo me sentía, dejé de esconder los síntomas, y desde el diagnóstico acepté el tratamiento que me da el equipo de Gastroenterología del hospital San Martin de La Plata, para quiénes no tengo más que palabras de amor y agradecimiento. En lo personal aprendí a elegir mis batallas. Aún sigo triste por ésta condición, aún no entiendo mucho qué me pasa y sólo sé que cuando estoy en remisión, es decir con la enfermedad calmada, vivo los días con alegría y no me hago problemas por pavadas. Porque en el fondo, el Crohn hace tomar conciencia del valor de cada cosa”.

 

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