Tendencias: pasos de esperanza en la lucha contra el calentamiento global

Un reciente fallo judicial ordenó a un gigante petrolero a reducir en un 45 por ciento sus emisiones y muchas voces se sumaron en lo que se considera un “triunfo del clima”. Indicios de que el cambio climático podría comenzar a cambiar

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La lucha contra el cambio climático podría empezar a cambiar a partir de un fallo judicial, calificado como histórico y conocido esta semana, por el cual el gigante petrolero Shell deberá reducir sus emisiones de CO2 en un 45 por ciento de aquí a finales del año 2030, según ordenó un tribunal holandés tras una demanda de un grupo de organizaciones de defensa del medioambiente.

El caso, denominado “el pueblo contra Shell”, podría convertirse en un precedente en los tribunales de todo el mundo, donde se están multiplicando demandas similares.

“El tribunal ordena a Royal Dutch Shell que reduzca sus emisiones de CO2 de aquí a finales de 2030 en un 45 por ciento neto respecto a 2019”, se declaró durante una audiencia en La Haya.

La demanda fue presentada en abril de 2019 por “Milieudefensie”, la filial holandesa de la organización internacional “Amigos de la Tierra”, y más de 17.000 holandeses se unieron a la demanda como parte civil.

Junto a otras seis ONGs, entre ellas Greenpeace y ActionAid en Holanda, Milieudefensie acusó a Shell de no hacer lo suficiente para alinearse con el Acuerdo de París de lucha contra el cambio climático, y denunció la “destrucción del clima” por parte de la compañía, una de las mayores petroleras del mundo y con una larga lista de denuncias en su haber.

“El caso climático contra Shell es único porque es la primera vez en la historia que se pide a los tribunales que ordenen a una empresa que emita menos CO2 cambiando su política”, había dicho Milieudefensie unos días antes del veredicto.

Las organizaciones pedían al tribunal neerlandés que ordenara a la firma a reducir sus emisiones de CO2 en un 45 por ciento para 2030, “en línea con los objetivos acordados en el Acuerdo de París sobre el clima”.

La multinacional anglo-neerlandesa había anunciado en febrero que planeaba reducir -en comparación con 2016- su intensidad de carbono neta (que descuenta de las emisiones las capturas de carbono realizadas por planes financiados por la misma empresa) en un 20 por ciento para 2030, en un 45 por ciento para 2035 y completamente (100 por ciento) para 2050, pero anteriormente, sus objetivos eran de rebajar un 30 por ciento para 2035 y un 65 por ciento para 2050.

Cabe destacar que desde el Acuerdo de París, cuyo objetivo es mantener el aumento de la temperatura por debajo de los 2 grados respecto a la era preindustrial, muchas industrias se comprometieron a reducir sus emisiones de CO2, pero las ONGs indican que no están haciendo lo suficiente.

“Las grandes empresas contaminantes como Shell tienen una enorme responsabilidad en la lucha contra el cambio climático - dijo la directora ejecutiva de ActionAid en Países Bajos, Marit Maij, antes del veredicto – y esperamos que el juez aproveche esta oportunidad histórica para que Shell rinda cuentas de sus acciones y se asegure de que el grupo reduzca sus emisiones en línea con el Acuerdo de París”.

“Esperamos que el juez aproveche esta oportunidad histórica para que Shell rinda cuentas de sus acciones”

Marit Maij,
directora ejecutiva de ActionAiden Países Bajos

 

UN TRIUNFO PARA EL CLIMA

“El clima ganó hoy -dijo Roger Cox, abogado de la rama holandesa de “Amigos de la Tierra”, que fue una de las organizaciones detrás del caso- este fallo cambiará el mundo, porque en todo el mundo la gente está comenzando a emprender acciones legales contra las compañías petroleras siguiendo nuestro ejemplo”.

Sin embargo, el tribunal de La Haya no dijo cómo Royal Dutch Shell debe efectuar la reducción de contaminantes, diciendo que la empresa “tiene total libertad para cumplir con su obligación de reducción y para dar forma a la política corporativa del grupo Shell”, mientras la compañía dijo que espera apelar la “decisión judicial decepcionante”, asegurando que invierte “miles de millones de dólares en energía baja en carbono, incluida la carga de vehículos eléctricos, hidrógeno, energías renovables y biocombustibles”.

El mismo papa Francisco insta a tener un nuevo enfoque ecológico mundial

 

Siete organizaciones ambientales y de derechos humanos y unos 17.000 ciudadanos holandeses habían presentado el caso en 2018, pidiendo al tribunal que ordenara a Shell reducir las emisiones de acuerdo con los objetivos establecidos en el acuerdo climático de París.

Ahora, según el veredicto, el grupo Shell es responsable de sus propias emisiones de CO2 y de las de sus proveedores, y esta es la primera vez que una empresa es obligada legalmente a alinear sus directrices con los acuerdos del clima de París.

“Es una excelente noticia y una enorme victoria para la Tierra, nuestros hijos y todos nosotros”, expresó en un comunicado el director de “Amigos de la Tierra”, Donald Pols.

“El juez no deja lugar para la duda: Shell está causando un peligroso cambio climático y debe pararlo ahora rápidamente”.

Según se considera, el veredicto de Shell es una enorme victoria para los ambientalistas, y otros gigantes industriales.

“De repente, ya no es suficiente que las empresas acaten la ley en sus emisiones -señaló Pols- y en un extraordinario caso como este, también tienen que cumplir con la política global del clima. Seguramente la empresa apelará el fallo, y tiene posibilidades de ganar el caso en un tribunal superior, pero ya solo el veredicto será una advertencia a las empresas de todo el mundo de que la batalla contra el cambio climática puede significar el final de cualquier cosa que parezca lo mismo de siempre”.

Shell, cuyo nombre completo es Royal Dutch Shell, es una multinacional británico-holandesa, y dado que su sede está en La Haya (Países Bajos), se pudo presentar la demanda en un tribunal holandés.

MAS VOCES PARA EL CAMBIO

El fallo contra Shell no es, sin embargo, el único paso dado en los últimos tiempos en la lucha contra el cambio climático. Recientemente, los países del Ártico, por ejemplo, se comprometieron a acelerar la lucha contra el calentamiento global en el llamado “Gran Norte”.

“Nos comprometemos a promover una región del Ártico pacífica en la que prevalezca la cooperación en materia de clima, medio ambiente, ciencia y seguridad”, dijo el jefe de la diplomacia estadounidense Antony Blinken en Reikiavik en el Consejo Ártico, que también reúne a Rusia, Canadá, Islandia, Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia.

Es que con el fin de la presidencia de Donald Trump, que descreía del calentamiento global, la nueva línea de su sucesor Joe Biden es seguida de cerca, y ahora Estados Unidos insistió en la lucha contra el calentamiento climático, al igual que sus homólogos que se alegraron estos últimos días por el “regreso” de Estados Unidos a la primera línea en este desafío planetario.

“La crisis climática es nuestra mayor amenaza a largo plazo, con el Ártico enfrentando un calentamiento tres veces más rápido que todo el planeta”, resumió el ministro canadiense de Relaciones Exteriores, Marc Garneau.

El programa de vigilancia y evaluación del Ártico publicó a su vez datos alarmantes, entre ellos el aumento del riesgo de que el emblemático hielo marino de la región desaparezca completamente en verano, antes de volverse a formar en invierno.

También el G7, el grupo de países más ricos y desarrollados del mundo, con excepción de China y Rusia, acordó dejar de financiar centrales térmicas de carbón a finales de este año para contribuir a la lucha contra el cambio climático.

El grupo, que nuclea no solo a algunos de los países más ricos del planeta sino también a varios de los que más contaminan, se comprometió a “descarbonizar” (reducir la emisión de carbono) sus fuentes de energía eléctrica a lo largo de la década de 2030, informaron en un comunicado final que recoge algunas de las promesas individuales que los países habían hecho en la reciente Cumbre del Clima, la primera iniciativa multilateral lanzada por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden.

“Es la primera vez en la historia que se pide a los tribunales que ordenen a una empresa que emita menos CO2 cambiando su política”

Milieudefensie,
filial holandesa de la organización internacional “Amigos de la Tierra”

 

El compromiso de los miembros del G7 significará reducir de manera drástica el uso del petróleo, el gas y el carbón para producir electricidad.

“El G7 reconoce que toda inversión nueva en la producción de electricidad a partir del carbono en el mundo debe cesar inmediatamente ya que no es compatible con el objetivo de limitar el calentamiento del planeta a un máximo de 1,5º C, como quedó fijado en el Acuerdo de París”, precisó.

“Se trata de un paso adelante importante, porque solo así nosotros, los países industrializados, podemos exigir de manera creíble que otros nos sigan en esa vía. Los países del G7 están comprometidos con el objetivo de lograr la neutralidad en términos de emisiones de carbono en 2050 a más tardar”, explicó la ministra alemana de Medio Ambiente, Svenja Schulze, cuando Alemania elevó recientemente sus objetivos climáticos para llegar a ese objetivo en 2045.

Mientras tanto, el Reino Unido, que preside actualmente el G7, organizará la conferencia sobre el clima COP26 en noviembre en Glasgow, Escocia, para “sentar las bases para una transición radical hacia la energía limpia”, según destacó la ministra de Medio Ambiente francesa, Barbara Pompili, que por otra parte elogió la decisión de Japón de unirse a la iniciativa.

El G7 dejará de subvencionar al sector de los combustibles de origen fósil en 2025

Los países integrantes del G7 son Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Estados Unidos y Reino Unido. Ellos son los principales fabricantes de automóviles del mundo, y con esta medida se comprometen a “acelerar radicalmente” la transición de ese sector hacia las “energías limpias”.

Además, el grupo dejará de subvencionar al sector de los combustibles de origen fósil en 2025 y, ahora, sumó nuevos objetivos, como conservar o proteger al menos el 30 por ciento de la superficie del planeta y al menos el 30% de la superficie marina de aquí a 2030.

Cabe recordar que en la Conferencia del Clima (COP) de 2015 en París, la comunidad internacional se había comprometido a tomar medidas para limitar el aumento de la temperatura media del planeta a menos de 2ºC, e idealmente a 1,5ºC. Pero la gran mayoría de emisores de gases de efecto invernadero del planeta fallaron a la hora de aplicar sus objetivos a corto y mediano plazo, y ahora la COP26 de Glasgow pareciera ser “la última esperanza” de mantener ese objetivo de forma realista, según reconoce el propio presidente de esa cita climática, el legislador británico Alok Sharma.

Pero no son solo las voces de los ambientalistas las que claman por ponerle un freno al calentamiento global. El propio papa Francisco insta a tener un nuevo enfoque ecológico mundial que además de “cuestiones ambientales” implique también una escucha al “clamor de los pobres” para evitar una mayor destrucción del futuro.

“Es una excelente noticia y una enorme victoria para la Tierra y nuestros hijos”

 

“No podemos dejar un desierto a nuestros hijos, ya que las heridas del Planeta se manifiestan dramáticamente en una crisis ecológica sin precedentes que afecta al suelo, al aire, al agua y, en general, al ecosistema en el que viven los seres humanos”, señaló recientemente el Papa, al tiempo que reivindicó la “gran responsabilidad con las generaciones futuras”.

“La actual pandemia ha sacado a la luz de forma aún más contundente el clamor de la naturaleza y el de los pobres, que son los que más sufren las consecuencias”, aseguró Francisco.

 

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