Vecinos de distintos barrios víctimas de la delincuencia, que no detiene su accionar

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Paradas de micros que se han venido convirtiendo en verdaderos llamadores de la delincuencia, como las dos que se encuentran en 7 y 96; calles y barrios enteros de la Ciudad convertidos en escenarios para que los ladrones protagonicen robos y asaltos violentos; motochorros o delincuentes a pie que aterrorizan a distintos vecindarios; ciclistas a quienes se amenazó con pegarles un tiro si no entregaban su vehículo a los malvivientes; tales fueron algunos de los testimonios ofrecidos en estas jornadas por vecinos de Villa Elvira, Barrio Hipódromo, San Carlos o de la cercana localidad de José Hernández,

La inseguridad ha vuelto a enseñorearse en nuestra zona. Si se hablara de olas, esta de ahora no sería la segunda ni la tercera, porque son muchas y sucesivas las oleadas delictivas que cruzan por nuestra zona desde hace mucho tiempo. Tal como se señaló en el informe publicado ayer en este diario, los asaltos, robos y hurtos se volvieron más frecuentes y, en algunos barrios, los vecinos aseguraron que después de las 19 no salen de sus casas. Aunque no son razones sanitarias las que más los impulsa a no salir, sino el temor a ser asaltados.

En horarios diurnos, por la tarde o en la oscuridad nocturna, en Villa Elvira, en Barrio Hipódromo, en San Carlos o por las calles de Hernández; todo espacio y momento es propicio para los ladrones que atacan en la vía pública a automovilistas, peatones o ciclistas. Desde motochorros hasta delincuentes a pie, en las últimas horas los hechos con este patrón ampliaron una extensa lista que tuvo en este 2021 un crecimiento preocupante.

Fue víctima reciente una joven de 22 años, embarazada, a quien una pareja armada asaltó en 142 y 532. Le apuntaron con arma y escaparon luego con una campera, mil pesos y un celular; lo fue también un joven que volvía de su trabajo con la bicicleta que le había prestado su hermano. Al frenar frente a su casa, en 117 entre 38 y 39, una sombra lo tomó sorpresa y, al voltear, se encontró cercado por dos motochorros; pocas horas antes, en 49 entre 141 y 142, una enfermera también la pasó mal a manos de dos malvivientes que la golpearon y le robaron cuando ella esperaba el colectivo en una parada emplazada en esa esquina. Esa modalidad se volvió recurrente en un sector de Villa Elvira, donde los vecinos aseguran que “después de las 19 horas no se puede esperar el micro, porque aparecen los chorros y te roban”. En la esquina de 7 y 96 hay dos paradas enfrentadas, bautizadas por los vecinos como un “coto de caza” para los delincuentes.

Haría falta mucho más espacio en esta columna para reseñar detalles sobre hechos similares ocurridos en barrios platenses, en estos casos muy alejados entre si. Bicicletas, dinero, iPhones, carteras, documentos, celulares, muebles de jardín, llaves, todo y mucho más pasó del poder de los dueños a manos de los delincuentes.

Se ha dicho ya que los vecinos conocen a sus barrios mejor que nadie y que la Policía debiera consultarlos, para iniciar desde allí las tareas de inteligencia que hacen faltan para poder detectar a los delincuentes. En este sentido, la falta de presencia policial en las calles, además, ha dejado ya de ser un reiterado reclamo, para pasar a ser un clamor vecinal. El delito se produce normalmente –ya sea en sus inicios como en sus transcursos- en la vía pública y es allí en donde la Policía debiera marcar su presencia.

Es verdad que la inseguridad no depende en forma exclusiva del accionar policial y que hace falta el concurso de los otros poderes del Estado para combatir un fenómeno que incluye otras y muy complejas aristas. Pero la primera batalla, la de la trinchera en las calles, no se puede librar sin la presencia rápida, eficaz e inteligente de la Policía, cuya finalidad primordial y razón de ser pasa por defender a la población de los malvivientes.

 

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