Estimado lector, muchas gracias por su interés en nuestras notas. Hemos incorporado el registro con el objetivo de mejorar la información que le brindamos de acuerdo a sus intereses. Para más información haga clic aquí

Enviar Sugerencia
Conectarse a través de Whatsapp
Temas del día:
Buscar
Espectáculos |TENDENCIAS

El lado B de los villanos: los malos también tienen sentimientos… ¿y razón?

“Cruella”, reciente estreno de Disney+, se suma a una nueva corriente en Hollywood, donde los antagonistas de antaño se convierten en antihéroes. El furioso clima de época y la villanía de una sociedad desigual, causas de un fenómeno que crece

El lado B de los villanos: los malos también tienen sentimientos… ¿y razón?

“Cruella”, lo último de Disney, revisita el mito de “101 dálmatas” y le da otra vuelta de tuerca

6 de Junio de 2021 | 07:35
Edición impresa

Durante años, décadas, el villano tipo de Hollywood era sencillo: era malo. No precisaba demasiadas razones, quería conquistar o destruir todo: desde el xenomorfo de “Alien” y el T-800 de “Terminator” hasta Voldemort, pasando por Biff Tannen e Ivan Drago, eran simples antagonistas, recursos para adelantar la trama, la contraparte necesaria del héroe.

Algunos, como Michael Myers, quizás tenían razones para ser lo que eran, pero no eran exploradas. El resto era básicamente, un conjunto de desalmados que, en el mejor de los casos, eran carismáticos, irresistibles, esos malos a los que amamos odiar; y en el peor de los casos, servían para realizar comentarios de trazo grueso sobre la actualidad política: así se pobló el cine de comunistas y terroristas islámicos implacables.

Pero algo ha cambiado, y mucho tiene que ver el giro de perspectiva de la audiencia y los estudios de cine, que, claro, van de la mano: el viejo Hollywood ocupaba en el campo cultural estadounidense y global un lugar central, produciendo los mitos que servían para sostener la hegemonía del Norte. Se pueden dar miles de ejemplos de cine crítico, incluso con villanos unidimensionales, pero en el mainstream, el malo, al final, tenía que ser bien malo: la narrativa de un mal que debe corregirse encajaba a la perfección en un país convencido de sus guerras y de su lugar como justiciero del mundo Occidental y defensor de la libertad.

Esta estructura comenzó a resquebrajarse a medida que las guerras estadounidenses se volvieron menos claras, menos justificables, en este siglo XXI: lentamente, comenzamos a ver emerger en la principal corriente cinematográfica estadounidense villanos no solo con varias dimensiones, sino que, incluso, parecían tener razón. El público, desilusionado con las grandes narrativas maniqueas del pasado en un mundo violento, desigual y camino al colapso, estaba listo para tener simpatía por el diablo.

El Joker de Joaquin Phoenix, un descastado de la sociedad, fue tomado como símbolo por todas las alas políticas

SIMPATÍA POR EL DIABLO

Un mojón en este camino hacia un nuevo villano lo marcó el Joker anarquista de Heath Ledger en “El Caballero Oscuro”: sin perder la villanía extrema, y siempre salpicando el retrato del villano con problemas de salud mental que resultan problemáticos, una salida fácil y ofensiva a las razones de ser villano, ese Guasón ponía en aprietos a Batman, un justiciero por mano propia que quiere reconstruir un orden en el que él está en la cima y que siempre tuvo problemas estructurales.

El malo tradicional comenzó a quebrarse cuando las guerras de EE UU se volvieron menos claras

 

El Joker, en cambio, quiere dinamitar todo y empezar de nuevo: sus razones, sumadas a una actuación magnética, lo convirtieron en uno de los malos más emblemáticos porque no amamos odiarlo, sino que, simplemente, estamos de su lado, aunque sea por pequeños momentos en los que su carisma nos atrapa.

De todos modos, tanto ese Joker como los villanos complejos que le seguirían terminaron siendo, inevitablemente, villanos: sus métodos eran violentos, injustificables, un desborde innecesario. Y sus razones a menudo terminaban siendo simplificadas por el guión: parecían querer el bien, pero al final querían su propio imperio, como Killmonger en “Black Panther”, que comienza como una crítica voraz a los problemas raciales de Estados Unidos y cierra su actuación como un megalómano sediento de venganza. O como Ocean Master, el villano de “Aquaman” que al final, no quería descontaminar los mares, sino que estaba sediento de poder. Thanos quería recuperar el equilibrio, pero teniendo todo el poder del universo solo se le ocurrió un genocidio universal.

Esa es la forma en que Hollywood, al final, equilibraba la balanza: quizás los villanos tenían razón, pero estaban errados en sus métodos. La duda, incómoda, queda sin embargo flotando en el aire: ¿desactiva esa tendencia a la villanía sus argumentos?

LA SOCIEDAD VILLANA

Una pequeña pero creciente corriente en el cine industrial opina que no, que los villanos actúan como actúan porque la sociedad los ha empujado a la desesperación, a la bancarrota moral, a una vida ruinosa. Es la sociedad la que fabrica eso que llamamos villanos, que no son más que los descastados reclamando su lugar en el sueño americano. Es la sociedad la villana.

Otro Joker es la bandera de esta nueva tendencia: el de Joaquin Phoenix, también oscarizado, provocó polémica entre la audiencia porque su director Todd Phillips no dejaba en claro si condonaba la revolución encabezada por ese acomplejado y frustrado aspirante a comediante, violentado por la sociedad.

Una corriente del cine de Hollywood muestra a los villanos como producto de un entorno hostil

 

Phillips, en realidad, simplemente planta la semilla de la duda: ¿y si los malos somos nosotros? La ambigüedad era tal que el Joker se convirtió en emblema tanto para aquellos que quieren tener armas en la casa y dispararle a los intrusos, los votantes de Trump que sentían emociones similares a la de ese postergado Arthur Fleck, como para aquellos que pedían mano blanda con los criminales, que veían a Fleck como una advertencia de lo que ocurre en los sótanos de Ciudad Gótica mientras arriba la burguesía y la clase alta bebe cócteles glamorosos.

“Cruella”, recientemente estrenada por Disney+, sigue los pasos de “Joker”, pero también los de la propia Casa del Ratón, que tras décadas de princesas comienza a apostar a los relatos sobre villanos. Una estrategia de marketing, señalan los especialistas, para acercarse a una juventud que ya no consume esos cuentos maniqueos sobre buenos y malos: con ese espíritu nació “Maléfica”, pero también en ese sentido es que Elsa, de “Frozen”, iba a ser originalmente la villana del filme (algo de esa trama original permanece en el filme animado, que hubiera sido verdaderamente subversivo si colocaba a una princesa como la mala del asunto).

Johnny, de malo en “Karate Kid” a antihéroe en “Cobra Kai”

“Siempre nos ha interesado conocer qué es lo que lleva a una persona a vivir en su lado más oscuro. A habitar en esas partes que uno oculta o que llega a pensar pero que resultan demasiado crueles o socialmente inaceptables. Los villanos son una catarsis para el público”, dijo Emma Stone sobre “Cruella”, a propósito del estreno de la película, y ciertamente hay una atracción, histórica, por explorar el lado oscuro de las cosas, lo que está vedado en la sociedad y que puede mirarse, sin culpa ni riesgo, en el cine.

Pero hay algo más que ha vuelto a estas historias de villanos una tendencia exitosa: Cruella, como Joker, vienen de abajo. También de abajo venía Tonya Harding, la patinadora que le rompió la rodilla a su competidora, la hegemónica atleta que se llevaba las miradas y los sponsors a pesar de ser inferior a Hardin: esa es la historia real que el director de “Cruella”, Craig Gillespie, cuenta en “I, Tonya”, película que le valió nominaciones al Oscar y el llamado de Disney.

Es decir: la sofisticada audiencia del siglo XXI quiere barro, marginalidad, riesgo, morbo, en sus relatos, pero eso no es todo. Habitan un mundo donde los grandes relatos han fracasado, un mundo colapsado, donde el 1% se aleja cada vez más del sobreexplotado trabajador que vive el día entero para el laburo y gana chirolas mientras ve un mundo de fantasía por Instagram. La audiencia promedio es Arthur Fleck, es Cruella, personas a las que no se les ha dado una oportunidad. Y que toman entonces el asunto en manos propias. Son prácticamente héroes que consiguen romper con los obstáculos de la realidad en inspiradoras historias de superación, solo que son héroes de una distopía, héroes al revés, antihéroes.

Pero son los héroes de nuestro tiempo. La audiencia se siente parte de ese “abajo” invisible del que provienen Joker y Cruella, y, lo que es más, han deconstruido hace rato la figura tradicional del villano, de maldad extrema pero que también sirvió para cimentar estereotipos y relatos hegemónicos sobre minorías (musulmanes terroristas, negros criminales, latinos narcos). Los héroes tradicionales combatían justamente contra estos estereotipos: sus valores conservadores y patriotas, sin embargo, condujeron a este mundo desigual. Y en un mundo villano, los superhéroes que defienden el estado de cosas, el status quo, no pueden ser los protagonistas de la historia.

Killmonger, ¿tenía razón?

REVISIONISMOS

Es así que llegamos a este momento donde la industria ha comenzado a revisar sus construcciones villanescas del pasado y reescribirlas. No solo ocurrió con Joker, con Maléfica, con Cruella: también reapareció, por ejemplo, Ivan Drago, el implacable monstruo de “Rocky IV”, la más patriotera película de la saga pugilística. En “Creed”, el hijo de Drago, entrenado por su padre, desafía al hijo de Apollo, asesinado por Drago. Pero lo que parecía sentar el escenario para otra metáfora de la Guerra Fría termina siendo en realidad una historia trágica sobre un tipo aplastado por el régimen comunista a causa de su derrota contra Rocky.

La historia de Drago es mucho más emotiva que la del protagonista, Adonis Creed: el heredero ha dejado atrás buena parte de sus complejos en la primera entrega de la nueva saga, y su triunfo no significa demasiado para el espectador; en cambio, la derrota del pobre Drago es devastadora, un regreso a las ruinas a las que fue relegado por la sociedad. De aquella batalla, sin embargo, padre e hijo salen fortalecidos, unificados. Caen las lágrimas. ¿Y si Drago nunca fue el villano?

El mismo planteo hace “Cobra Kai”: la serie nació de un chiste al pasar de “How I met your mother”, serie en la que un personaje afirma que Johnny Lawrence es el verdadero “Karate Kid”, el que sabía pelear, el que entrena, y la víctima, derrotado por una patada ilegal por el joven cancherito que le robó a su novia, Daniel-san. Esa broma es la premisa de “Cobra Kai”: la serie de Netflix tiene como protagonista a Johnny, que lejos de sus días de gloria es un borracho sin rumbo y con mucha ira en el corazón por el lugar que ocupa en la sociedad.

Si la sociedad es la villana, ¿qué son los héroes clásicos que defienden ese estado de cosas?

 

La primera temporada es implacable: mientras Daniel-san es, básicamente, exitoso e insoportable, el público conecta inmediatamente con este Johnny que, queriendo salir del pozo, funda un dojo y termina enseñándole a empoderarse a un conjunto de freaks a los que de joven les hubiera hecho bullying.

Sin embargo, el corazón de Johnny, “basura blanca” estadounidense marginado del sueño americano, el votante de Trump furioso porque no le tocó su parte de la torta prometida, sigue estando nublado, y si bien eleva la vida de muchos de estos muchachos, también los lleva por un camino de violencia y venganza. Pero no importa: aunque se equivoque, no podemos sino empatizar con este pobre tipo frustrado, signo inequívoco de los tiempos que corren...

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE a esta promo especial
+ Comentarios

Para comentar suscribite haciendo click aquí

ESTA NOTA ES EXCLUSIVA PARA SUSCRIPTORES

HA ALCANZADO EL LIMITE DE NOTAS GRATUITAS

Para disfrutar este artículo, análisis y más,
por favor, suscríbase a uno de nuestros planes digitales

¿Ya tiene suscripción? Ingresar

Full Promocional mensual

$670/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $6280

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Acceso a la versión PDF

Beneficios Club El Día

Suscribirme

Básico Promocional mensual

$515/mes

*LOS PRIMEROS 3 MESES, LUEGO $4065

Acceso ilimitado a www.eldia.com

Suscribirme
Ver todos los planes Ir al Inicio
cargando...
Básico Promocional mensual
Acceso ilimitado a www.eldia.com
$515.-

POR MES*

*Costo por 3 meses. Luego $4065.-/mes
Mustang Cloud - CMS para portales de noticias

Para ver nuestro sitio correctamente gire la pantalla