Las disputas que se esconden detrás de la cita electoral legislativa en la Provincia

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Por JOSÉ PICÓN

jpicon@eldia.com

Existe un elemento fáctico y otro, en cambio, cargado de especulaciones y simbolismos. El primero, tiene que ver con la presentación de las listas de candidatos que competirán en la Provincia en las elecciones Primarias del 12 de septiembre que operó ayer. El otro, con el abanico de opciones que abre el cumplimiento de ese acto formal.

Más allá de los ganadores y perdedores que arrojó como saldo inevitable la inscripción de los candidatos en las distintas fuerzas, lo que se abre ahora es la puerta a una contienda política que excede este turno electoral legislativo y se proyecta hacia la pelea mayor de 2023.

Ese escenario es el que dota aún de más trascendencia a esta elección de medio término. Los propios protagonistas lo sintetizan con la sentencia de que “no hay 2023 sin 2021”. Traducido: sin una estación previa de la que puedan emerger con cierta dosis de fortaleza, creen que las chances para la pelea grande que se dará en dos años por la Presidencia y la Gobernación se verán, por lo menos, afectadas.

El oficialismo empieza a jugar su propia dinámica de sucesiones. Con algunas señales sobre la mesa y bastante de futurología, en el mundo kirchnerista se dice que hoy por hoy, el candidato presidencial que prefiere Cristina Kirchner se llama Axel Kicillof. Para el Gobernador, que prefiere no hablar de ese tema incómodo y busca concentrarse en su gestión, la elección que se viene surge crucial.

Kicillof necesita revalidar su gobierno por motivos adicionales. La primera, para robustece esa imagen que puede proyectarlo a la pelea grande. Pero además, para darle una impronta a su gobierno que en su entorno aseguran que encuentra desarrollo parcial debido a la mayoría opositora que controla el Senado.

El oficialismo sueña con dar vuelta ese esquema. La apuesta de hacer jugar en la lista a la ministra de Gobierno, Teresa García, es una de las señales más claras. Su destino es volver a la presidencia del bloque oficialista en la Cámara alta, un rol que supo ejercer antes de ser convocada por Kicillof.

“Con Manes, el radicalismo bonaerense finalmente logró contar con un candidato que asoma competitivo”

 

Otro de los que se juegan mucho es Máximo Kirchner. Esa eventual salida hacia arriba de Kicillof despejaría un espacio que estaría en la mira de La Cámpora. Y el hijo de la vicepresidenta surge casi con naturalidad como candidato en el esquema que se amasa en el Instituto Patria.

No parece casual que el diputado nacional se haya concentrado en el armado de las listas seccionales. El dato es insoslayable: quienes resulten electos compartirán al menos los dos primeros años de mandato del próximo gobernador.

La oposición también juega fuerte en esa elección bonaerense. Lo que parece estar sobre la mesa, más allá de la disputa que deberán librar en las PASO el radicalismo y el PRO, es la proyección presidencial del espacio. Por eso, Facundo Manes y Diego Santilli no sólo se medirán por la diputación nacional.

Con Manes, el radicalismo bonaerense logró finalmente contar con un candidato competitivo. Su figura generó una rápida adhesión en un partido que desde el nacimiento de Juntos por el Cambio en la Provincia ofició de actor de reparto. Ahora, la interna contra el PRO supone un proceso de revitalización con chances de proyectarse a 2023. Si el neurocientífico logra derrotar a Santilli y luego cumple un papel destacado en las generales de noviembre, automáticamente se subirá a la selecta grilla de aspirantes presidenciales de la oposición.

El ahora ex vicejefe de Gobierno porteño carga sobre su mochila el peso del plan presidencial de su jefe, Horacio Rodríguez Larreta. Santilli es un engranaje central de esa indisimulable aspiración política. También lo es María Eugenia Vidal, que recorrió el camino inverso rumbo a Capital Federal.

Larreta está convencido de que necesita imponer a Santilli contra propios y extraños como muestra de poder. Acaba de ganar una batalla al vencer la resistencia del ala dura del PRO a la que, no obstante, tuvo que hacerle concesiones en las listas para aceptar ese deseo. Pero la guerra subterránea sigue. Acaso se desate si su candidato no logra derrotar al radicalismo en la interna de septiembre.

La apuesta es doble para el jefe de Gobierno porteño. Implica jugar por adelantado otra ficha: la que tiene que ver con la Gobernación. Surge con claridad que Rodríguez Larreta ya eligió y que al hacer jugar a Santilli en la Provincia también lo empuja a la pelea por la sucesión de Kicillof. Por eso, la disputa en las PASO en Juntos por el Cambio está plagada de condimentos y excede la mera disputa por una banca.

 

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