Confundir el hambre con el sueño también engorda

Este aspecto, que suele pasar desapercibido, se suma a una larga lista de factores relacionados con nuestro estilo de vida y hábitos que predisponen al sobrepeso

Edición Impresa

Llevar una dieta con muchas calorías, hacer comidas rápidas, tomar bebidas calóricas como los refrescos azucarados, permanecer mucho tiempo inactivo, el sedentarismo…, son hábitos que pueden contribuir al aumento del peso corporal.

A estos factores se añaden otros favorecedores del sobrepeso relacionados con nuestro estilo de vida y estado psicoemocional, como no dormir lo suficiente, llevar un ritmo de vida acelerado y estresante, o dar rienda suelta a los excesos y el descontrol gastronómico en ciertas etapas del año, como las vacaciones y las fiestas.

La falta de regularidad en los horarios alimenticios y comer en compañía de personas que descuidan sus alimentación, son otros hábitos o conductas que favorecen que engordemos y que está a nuestro alcance corregir, pero hay un factor poco conocido que favorece el sobrepeso y nos pasa inadvertido: confundir el hambre con el sueño, según la nutricionista Fran Sabal.

Esto puede parecer algo inusual, ya que las ganas de comer y las de dormir, parecen ser dos sensaciones muy diferentes entre sí, pero esta confusión perceptiva es un fenómeno más frecuente de lo que se supone, de acuerdo a esta experta.

Sabal es licenciada en Nutrición y Dietética por la Universidad de Valparaíso, en Chile; experta en gestión emocional y Programación Neurolingüística (PNL) y dirige la Escuela de Nutrición Emocional.

Esta experta pone el foco en que debemos entender la alimentación de manera global, ya que “en nuestro organismo todo está interrelacionado”, y considera al peso como el resultado de la interacción de los cuatro niveles de nuestro ser: mental, emocional, nutricional y espiritual.

DORMIR BIEN PARA ADELGAZAR MEJOR

Desde esa perspectiva el sueño tiene un papel fundamental sobre nuestro peso, por lo que es vital, no solo poder conciliarlo bien y dormir de la mejor forma posible, sino además evitar confundirlo con el hambre, “lo que conduce a ingerir más comida cuando, en realidad, lo que estamos necesitando en ese momento es dormir más y mejor”, según explica.

Ante la pregunta sobre cómo es posible confundir dos sensaciones que parecen tan distintas, la experta dice que “muchas veces, al sentirnos cansados, pensamos que tenemos hambre o que necesitamos alimentos para poder conseguir más energía, pero lo que realmente necesitamos es descansar. Por esa razón, hay momentos en los que confundimos la necesidad de sueño con una sensación de hambre. Por ello siempre invito a las personas a que se alimenten de un modo consciente, a que lleven la consciencia a su alimentación”.

Para conseguir ese objetivo, sostiene que, ”por ejemplo, antes de comer, lo ideal es sentarse, respirar sosegada y profundamente, conectar con nuestro cuerpo y sus sensaciones y preguntarnos ¿qué estoy sintiendo realmente? ¿En verdad tengo hambre? En ese momento tal vez sea de ayuda observar cómo han sido nuestras horas de sueño últimamente, cómo hemos estado descansando y cuáles son nuestros niveles de estrés, para así saber qué necesitamos verdaderamente en ese momento. Sorprendentemente cuando hacemos este ejercicio de auto observación muchas veces nos damos cuenta de que lo que tenemos realmente no es hambre como creíamos”.

Tras destacar que la falta de sueño es un elemento más de los que pueden favorecer el aumento de peso (“podemos dormir las 8 horas al día recomendadas, pero de todos modos engordaremos si el resto del día llevamos unos hábitos que no son saludables” sostiene), la experta dice que “lo importante es saber que el sueño de noche es el gran reparador y regenerador de nuestros tejidos y ese sueño nocturno es el que se relaciona directamente con nuestro sistema endocrino, es decir, con nuestro sistema hormonal. La siesta puede ser un añadido a estos hábitos de sueño nocturno, con lo cual no puede considerarse como un reemplazo de lo que no hayamos descansamos durante la noche”.

La cantidad de sueño no es lo único que importa sino también la calidad de ese sueño:

“Es importante dormir una cantidad de horas que nos ayuden a sentirnos descansados pero, además esas horas, tiene que procurarse un descanso reparador”.

Seguidamente aporta algunos consejos para dormir mejor.

“Lo ideal es dormir en silencio, para dejar descansar nuestro cerebro, el cual no deja de funcionar mientras dormimos, con lo que, si existen ruidos ambientales, va a estar más activo. Otro factor a tener en cuenta es que conviene dejar pasar, al menos dos horas, desde que comemos hasta que nos acostamos, para que haya un descanso metabólico, que permita a nuestro cuerpo descansar durante la noche, en lugar de estar ocupado en un proceso digestivo. Por otra parte, si tenemos preocupaciones antes de acostarnos tal vez sería aconsejable anotarlas en nuestra agenda o nuestro cuaderno, para poder dormirnos sabiendo que vamos a poder resolverlas en el día o los días siguientes, por ejemplo. Antes de irse a dormir por la noche, también es importante evitar exponernos a situaciones excesivamente estimulantes como ver una película de miedo, además de evitar el consumo de bebidas como el café, té o refrescos que dificultan conciliar el sueño”.

 

Preguntas
“Antes de comer, lo ideal es sentarse, respirar sosegada y profundamente, conectar con nuestro cuerpo y sus sensaciones y preguntarnos ¿qué estoy sintiendo realmente?, ¿en verdad tengo hambre…?, ¿cuánto y cómo he dormido y descansado últimamente?”.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE