Cambios de conducta
Edición Impresa | 4 de Julio de 2021 | 05:14

Totalmente integrados a la vida familiar y social de sus dueños, muchas mascotas comenzaron a experimentar, a lo largo de lo que va de pandemia, conductas diferentes, en un marco en el que, además, más gente decidió compartir su día a día con una nueva mascota. El problema es que, en muchos casos, esa convivencia comenzó a resultar difícil.
El de Cecilia Pela, dueña de Paco, un caniche mediano que tiene dos años, fue uno de esos casos.
“Aunque nunca fue un perrito tranquilo, jamás había manifestado problemas de ansiedad por separación -cuenta - hasta que el año pasado, cuando aflojaron las restricciones de la cuarentena y la familia empezó a ausentarse más horas de la casa, Paco empezó con temas de conducta. Nunca los había tenido, si bien nunca fue un perro tranquilo. Lo que pasó es que después de 8 meses encerrados, en el verano empezamos a tener mas actividades y vida social y Paco se quedaba más tiempo solo. Empezó a aullar, no paraba hasta que llegábamos a casa. Los vecinos se empezaron a quejar porque escuchaban al perro llorando todo el día. Era un estrés, con mis hijas googleamos mil formas de solucionar el problema pero nada resultó, hasta descargamos una app para seguimiento y monitoreo de mascotas y le hablábamos por ahí y no hubo caso, hasta que al final empecé a buscar algo mas especifico y di con un entrenador que solucionó el problema. Paco siempre fue de hacer lío, de tirar de la correa, pero no lo hubiera llevado a un adiestrador por el tironeo o por pelearse con otros perros, pero a lo que hacía en casa había que solucionarlo”.
El de Natalia Bueno (28), dueña de “Tati”, una jack russell, es otro caso. Cada vez que salía Tati le hacía un escándalo, ladraba, no se quedaba quieta ni un segundo y todo terminaba mal.
“La traje en mayo del año pasado -cuenta - vivo sola y quería una compañía. En casa se portaba bárbaro, pero era salir con ella a pasear o a encontrarme con alguien y se hacía imposible mantener una conversación, empezaba a ladrar, se movía todo el tiempo, era ansiedad, lo que tratamos con un especialista en 6 sesiones que fueron virtuales”.
A Laura Passman le pasó algo similar. Este año acostumbró a su perrita Alma a ir a la puerta del colegio a buscar a sus hijos, pero el problema comenzó cuando empezaba a ladrar y asustar a otros niños y a irritar a algunos padres. Su entrenador también le diagnosticó ansiedad.
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