La Policía debe reaccionar frente a la ola delictiva que aflige a toda la Región

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Hace unas dos semanas se aludía en esta columna a la necesidad de que la Policía realizara cambios drásticos en su accionar en La Plata, en razón de la creciente ola de delitos que aflige a la población de los distintos barrios, acosada cada vez más por una ola de atracos violentos. Se dijo entonces y es hora de reiterarlo, que sólo una presencia policial suficiente, visible y operativa en cada zona, podría ser apta para prevenir y controlar la presencia de delincuentes.

El jueves pasado se sucedieron caravanas de automovilistas y reuniones, todas ellas muy nutridas, en las que vecinos de diversas zonas se movilizaron en protesta por la falta de seguridad y en todos esos encuentros se coincidió en pedir mayor presencia policial en las cales y el despliegue de mínimas tareas de inteligencia que faciliten una más rápida detección de los malvivientes.

Tal como se informó ayer, cada sector de La Plata tiene su problema particular con la inseguridad, tanto en lo que refiere a modalidades de robo como a la frecuencia con que se cometen los mismos. Sin embargo, en las tres últimas manifestaciones que hubo para poner en agenda los temas, se habló también de “las promesas que nunca se cumplen”.

La ya “tradicional” Asamblea Vecinal del barrio El Mondongo, que comenzó como una charla para exponer situaciones y soluciones, mutó en una avalancha de reproches a los funcionarios de la Provincia y del Municipio que se habían hecho presentes.

También hubo quejas hacia la comisaría Novena, vinculadas al accionar de las personas trans que todas las noches se apostan en las esquinas de la vecindad. Los temas de la venta de drogas y del ejercicio de la prostitución volvieron a ser cuestionados.

Se reiteraron las caravanas de protesta en Los Hornos y en City Bell, lugares en los que se vienen reiterando –tanto como ocurrió en Ringuelet, Gonnet y Villa Elisa- entraderas muy violentas, en las que las víctimas son golpeadas duramente y atadas por los delincuentes.

Un vecino hornense sostuvo que los mentados 60 nuevos patrulleros “no son nuevos, sino que vinieron a reemplazar a los anteriores, de modo que tenemos la misma cantidad de móviles”. Dijo, además que, con la presencia de patrulleros “ocurre lo mismo que pasa con la manta de pobre: cuando cubren la Zona Norte, acá nos quedamos sin protección en los pies”.

Parece preciso insistir en que la fuerza policial debe insertarse más profundamente con la población a la que asiste. Si no participa de algún modo en la vida de los barrios, si no conoce a sus habitantes y, además, tampoco realiza patrullajes -en móviles y también a pie- no es extraño que el delito se encuentre enseñoreado en todos los barrios platenses.

Está claro que en la ciudad de La Plata y en nuestra región están faltando por parte del Estado acciones preventivas destinadas, entre otros objetivos, a restablecer mayores niveles de seguridad para la población y a impedir que la violencia se irradie, cobre nuevas víctimas e imponga una violencia que se está volviendo cada día más irracional y preocupante.

Los vecinos platenses vienen demostrando su intención de participar, de colaborar con ella, sin perjuicio de que están agotando todos los métodos posibles -instalación de rejas, de alarmas vecinales o particulares, de distintos sistemas de defensa- para no caer víctimas de esta creciente ola delictiva.

 

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