La Ciudad otra vez lastimada por pintadas y bataholas entre hinchas de fútbol

Edición Impresa

Una vez más dos grupos de hinchas de Estudiantes y de Gimnasia protagonizaron -en esta oportunidad en la zona de 1 y 53- una batahola que incluyó golpes, tiros, piedras y el saldo de una persona herida y de, al menos, catorce detenidos, en una situación que se habría originado según fuentes estudiantiles por el intento de realizar pintadas en el Estadio Uno por parte de barras del segundo equipo nombrado.

Los incidentes generaron un cuadro de tensión extrema en la zona del paseo gastronómico que forma parte del estadio Uno, en el sector de 55 entre 1 y 115. “El personal de seguridad tuvo que cerrar los portones de acceso en momentos en que había gente cenando”, se indicó.

Según esa versión, la violencia entre grupos se generó a partir de un presunto intento de realizar pintadas en el sector del estadio de Estudiantes que da hacia el interior del Bosque. En esas horas, por la zona se movían hinchas referenciados con ambos clubes. En un caso, pintaban troncos de árboles con los colores de una de las instituciones y en otro, a pocas cuadras de distancia, un mural identificado con la otra institución.

Otras versiones alrededor del enfrentamiento señalaron que en la zona se escucharon varios disparos de arma de fuego y que hubo más heridos. Eso no fue confirmado en las primeras actuaciones de la Policía.

Será desde luego la Justicia la que determine las responsabilidades del caso y las eventuales penas que corresponda aplicarles a quienes participaron de los incidentes. El hecho quedó caratulado como “daño y lesiones en riña” y es investigado por una fiscal de La Plata.

Sea como sea, nuestra ciudad conoce que desde hace muchos años existe una suerte de endémica disputa de espacios por parte de grupos de ambos clubes, que pintan con sus colores los árboles, los frentes de algunas casas, los cordones e inclusive graban leyendas agresivas o dibujan escudos de ambas instituciones en las calzadas platenses.

Existen, por cierto, barrios en los que resulta llamativo el desborde de pintadas a favor o en contra de ambos clubes, en situaciones que originan réplicas gráficas del mismo tenor y que en años anteriores intentaron dirimirse mediante reuniones de dirigentes de ambos clubes con sucesivos intendentes, lográndose en oportunidades algunas “treguas” que, de tanto en tanto se vieron interrumpidas con nuevas oleadas de grafitis y pintadas.

Una cosa es la pasión deportiva propia del fútbol que, en ocasiones, deriva en rencillas de menor cuantía. Otra cosa y muy distinta es el accionar sistemático de patotas, con gente armada y dispuesta a cometer cualquier delito, que, además, se cree autorizada para embadurnar el mobiliario, las calles, las veredas y los árboles de la Ciudad y que, en oportunidades, protagonizan verdaderas batallas campales. Las disputas “internas” por lugares de venta y de estacionamiento durante los partidos son otras de las actividades marginales.

Es mucho lo que se ha dicho de la violencia en el fútbol, subordinada en forma directa a la impunidad con que se vienen manejando los barras bravas en la mayoría de los clubes profesionales del país.

Existen probados ejemplos, dignos de imitar, como el que se presentó en Inglaterra para combatir a los temidos “hooligans” -hinchas que desencadenaron tragedias en varios estadios ingleses y europeos- hasta que en 1989, mediante a las decisiones conjuntas que adoptaron el Estado británico, la Policía, los clubes de fútbol y la empresa privada, lograron erradicarlos por completo.

En nuestro país, en momentos en que se habla del retorno de los hinchas a los estadios, debe extirparse de raíz y de una vez por todas el accionar de los barras, tanto en los estadios como en otros lugares en donde suelen prestar, como se sabe, “servicios especiales” y en donde cuentan con inexplicables respaldos de personas “influyentes”.

 

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE