¿Vamos camino hacia un nuevo debate sobre la presencialidad escolar?
Edición Impresa | 8 de Agosto de 2021 | 02:18

A una semana de reiniciadas las clases tras el receso invernal, cuando la decisión del gobierno nacional de hacer extensiva la presencialidad en las aulas puso fin a un debate que partió a la sociedad como pocos, la llegada de la variante Delta de coronavirus, mucho más contagiosa que las anteriores, plantea un nuevo escenario a considerar. El desconocimiento sobre el impacto que podría tener en los chicos y adolescentes, entre los cuales la tasa de vacunación es muy baja, ha llevado ya a que en otros países el tema de la presencialidad escolar haya vuelto a sonar.
En Estados Unidos, por ejemplo, las autoridades de los Centros para el Control de Enfermedades, uno de los principales organismos en materia de salud, reconocieron oficialmente días atrás que la variante Delta obliga a rediseñar las medidas de prevención para evitar que se disparen los casos de Covid. “La guerra ha cambiado”, advierte un documento interno de esa agencia publicado por el diario New York Times en medio del regreso a clases en gran parte del país.
También allí, como en Argentina y otros países, hubo el año pasado un polémico debate sobre cuánto contribuyen las escuelas a la propagación del virus y si deberían cerrar. Mientras que para algunos padres, maestros y funcionarios, mantener las escuelas abiertas cuando circulaba un virus nuevo y poco comprendido parecía un riesgo inaceptable; para otros fue el cierre de escuelas lo que planteó el mayor peligro: retrasos de aprendizaje, aumento de las disparidades educativas y empeoramiento de la salud mental en la población infantil.
Si bien Estados Unidos prioriza en este momento la presencialidad escolar, el avance de la variante Delta está poniendo en cuestión esa decisión. Algunos epidemiólogos ya han comenzado a plantear que -dado que se desconoce si la nueva variante no afecta a los niños más gravemente que las anteriores y entre ellos la vacunación es muy desigual- resulta crítico que las escuelas adopten en principio mayores precauciones de seguridad.
Por lo pronto en Argentina, el Gobierno Nacional ratificó la decisión de sostener las clases presenciales pese a que es posible que la variante Delta comience circular durante las próximas semanas entre la comunidad. “No vamos a volver atrás con la medida. Creemos que hemos encontrado un equilibrio para cuidar la presencialidad y la salud”, aseguró Nicolás Trotta, el ministro de Educación.
“Tasa de incidencia”
Al explicar el criterio que aplicaría el Ministerio para determinar una eventual suspensión de la presencialidad por el avance de Delta, Trotta se refirió a la “tasa de incidencia de contagios”. En la medida que ésta no ponga a una determinado distrito en situación de alarma epidemiológica no habría marcha atrás.
“Para una escuela segura se tienen en cuenta una tasa de incidencia de circulación baja, inferior a los 500 casos cada 100 mil habitantes, la capacidad de respuesta del sistema sanitario, dos factores que hoy son positivos, y finalmente el cumplimiento de los protocolos”, dijo el ministro de Educación subrayando en este sentido la importancia de garantizar en las aulas una adecuada ventilación.
“La variante Delta ha provocado un aumento de infecciones y hospitalizaciones”
“Uno de los elementos más importante del protocolo es la ventilación cruzada, que implica la apertura de las ventanas. Muchas jurisdicciones como la Provincia de Buenos Aires han adquirido medidores de dióxido de carbono, que permiten ver cómo está el aire en el aula para tener la apertura justa de la ventana, entre 5 y 7 centímetros y que las temperaturas no sean tan bajas en el interior”, contó Trotta, quien remarcó también el distanciamiento social. “Es una medida que tenemos que sostener, como el uso del tapaboca, con el desafío de intensificar la presencialidad de cara a toda la segunda mitad del año, sumando días, horas a partir del proceso de superación de la pandemia”, aseguró.
ENTORNOS más CONTROLADOS
En la Provincia de Buenos Aires son 4.150.000 los alumnos de todos los niveles que el lunes pasado retomaron las clases en 16 mil establecimientos provinciales bajo el plan para un “Regreso Seguro a las Clases”, acordado entre los gremios y la dirección de Educación. Este implica un sistema de rotación presencial semanal en dos burbujas por grupo, uso obligatorio de tapabocas, distanciamiento de un metro y medio entre alumnos, adecuada ventilación de las aulas e higiene personal.
Si bien en Argentina la presencialidad durante la pandemia tiene por el momento un recorrido corto (sólo parte de las escuelas comenzaron aplicarla sobre el final del primer cuatrimestre pasado) las evidencias reunidas por otros países sugieren que, al menos el año pasado, la transmisión en ámbitos escolares fue generalmente baja cuando éstos cumplieron con las medidas de prevención.
“Se necesita llegar al 85 por ciento de la población vacunada con las dos dosis”
Estudios específicos mostraron que cuando se aplica una combinación de medidas básicas (división de alumnos en burbujas, uso de tapabocas, detección de síntomas al ingreso, distanciamiento y ventilación), las tasas de transmisión del coronavirus en las escuelas resultan ser incluso más bajos que los detectados en la población general.
Si bien esto se explicaría por el hecho de que las escuelas pueden ser entornos controlados y con medidas de seguridad más estrictas que la comunidad circundante, algunos epidemiólogos creen también que las menores tasas de contagios en ellas se deberían al hecho de que los niños menores de 10 años parecen tener menos probabilidades de transmitir el virus, algo que en el caso de la variante Delta nadie puede asegurar.
POR QUÉ AUMENTA EL RIESGO
Dos veces más transmisible que la versión del coronavirus que desató la pandemia, la variante Delta ha provocado un aumento de infecciones y hospitalizaciones hasta en países con mayores tasas de vacunación. Investigaciones recientes sugieren que las personas infectadas con ella pueden tener una carga viral mil veces mayor, lo que podría tornarlas más contagiosas y por más tiempo que aquellas que contrajeron el año pasado la versión original.
La variante Delta produce “mil veces más carga viral en la nariz y la garganta, y por eso contagia más. Además las vacunas son menos eficaces contra ella aun con las dos dosis. Por ejemplo, las vacunas de RNA mensajero (como la de Pfizer y Moderna), caen de un 95% de eficacia a un 88%, y son las que caen menos. Otras, como la de AstraZeneca, con una dosis ofrece sólo un 30% de protección; y con dos dosis, protege entre el 60 y el 80%, lo que quiere decir que de cien personas vacunas expuestas a la variante Delta unas cuantas se pueden enfermar. Y cuanto más casos, más riesgo de enfermedad y de muerte hay”, explica la médica infectóloga Silvia González Ayala, titular de la Cátedra de Infectología de la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP.
A su entender, “lo que pase con la variante Delta en la comunidad se va a reflejar en las escuelas en la medida que éstas no mantengan las medidas de protección: el uso del tapabocas-nariz, la distancia social, la higiene de manos… Todo eso es necesario sostenerlo hasta que tengamos la población vacunada. Para lo cual se necesita llegar al 85% de la población vacunada con las dos dosis. Es una carrera contra reloj”.
En este contexto apremiante, muchas preguntas sobre la variante siguen sin respuesta, incluido el riesgo preciso que representa en un entorno escolar. Lo que está claro es que la Delta viene provocando brotes en muchos países que tenían la situación más o menos controlada y que en ellos las comunidades escolares no quedaron a salvo. ¿Por qué Argentina sería una excepción?
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