Una historia de votación: si no lo viviste y te lo cuentan, no lo creés...
| 12 de Septiembre de 2021 | 13:09

- Buen día oficial, le hago una consulta, ¿cuál es la mesa 1541?
- Es esa, tiene que formar fila en la vereda.
- Muchas gracias.
En la fila había 15 personas. Pocas. El tema es que al no ver hacia dentro de la escuela era difícil calcular cuántas había dentro, como para tener una idea del tiempo que iba a llevar votar. Desde la calle no se veía dónde estaba la urna con el número 1541. Sí distintas filas con personas con el DNI en la mano, o el celular, o la lapicera o el alcohol en gel o varias de estas juntas. Con lo cual, a esperar sin hacerse problema.
En cinco minutos nadie avanzó hacia el interior del colegio. Tampoco a los 10’, a los 15’, a los 20’, a los 25’, a los 30’... Todas las filas avanzaban menos ésta. Y el oficial, casi como un agente de tránsito que distribuía personas para un lado y para el otro, y que trataba de resolver todas las consultas y preguntas repetidas hasta el cansancio por los votantes, no hacía ni un gesto hacia la 1541.
La gente empezó a impacientarse, pero antes de que llegase a aflorar la tensión, vino la orden de entrar. Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho… Todos para adentro. Bárbaro. Buenísimo. ¿Y adentro? Nadie. ¿Cómo nadie? Sí, nadie, las autoridades de mesa y los que estábamos ingresando. ¿Y entonces qué esperábamos? Que alguien se diese cuenta que había una cola fuera de la escuela, con personas esperando para votar.
Sobraban alcohol en gel, lapiceras, DNI, números de orden y ganas de tomar el sobre lo más rápido posible para introducir la boleta. Nos faltó lo más importante, una mínima organización para poder llegar hasta la urna. ¿De quién fue la culpa? ¿Cómo nadie se dio cuenta? Y otras tantas preguntas que todos nos hicimos no tuvieron una respuesta clara. “Es lo que hay”, dijo una señora.
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