“Te corto el dedo”: la amenaza a un jubilado en una entradera

Fue en 16 entre 73 y 74, cuando el hombre, de 75 años, se disponía a ir al traumatólogo. Pero llegaron tres ladrones armados que sembraron el terror. Su esposa evitó la mutilación dándoles $80 mil y 1.500 dólares

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Un matrimonio de nacionalidad portuguesa, el hombre de 75 años y su esposa, de 72, vivió un dramático caso de inseguridad en su domicilio del barrio Altos de San Lorenzo, en momentos en que estaban junto a una hermana melliza de la mujer.

Todo se desencadenó a las 9.05 de la mañana del lunes pasado, cuando Alves Nascimento Guerra ya había sacado del garaje de su casa en 16 entre 73 y 74 a su Citroën Aircross, porque tenía un turno asignado con su traumatólogo.

Pero apenas se subió al rodado para cumplir con ese trámite, dos delincuentes se lo impidieron amedrentándolo con armas de fuego.

Paralizado frente a la impensada situación, enseguida escuchó la exigencia de los delincuentes de que ingresara con ellos a la vivienda. Y temiendo peores consecuencias, entonces optó por acatar lo que con tono de voz firme le demandaron.

“PEDÍAN DÓLARES”

Así, en cuestión de segundos, los asaltantes lograron que también fueran invadidas por el miedo la esposa de Nascimento Guerra, Silvia De Sousa, y su hermana melliza, quienes en esos instantes se encontraban desayunando y conversando animadamente en el comedor de la propiedad.

Ayer, en el garaje de su inmueble, el jubilado le contó a EL DIA que “estos tipos me agarraron justo que ya arrancaba para ir al consultorio del traumatólogo. Ni vi cómo llegaron hasta la puerta de casa”.

“Conmigo entraron dos (delincuentes) y después ingresó un tercero. Pedían dólares. Les dije que no había y uno de ellos me dijo `cómo que no hay dólares, mirá la camioneta nueva que tenés`, sin que pudiera hacerle entender que un vehículo similar lo tienen muchas persona de clase media. No somos millonarios”, enfatizó.

“TE CORTO UN DEDO”

Durante su relato sobre el asalto, Nascimento Guerra acentuó, en más de una ocasión, que la banda buscaba fundamentalmente llevarse la mayor cantidad posible de dinero en efectivo.

Pero ni los insistentes reclamos en ese sentido de los intrusos ni las armas de fuego que apuntaban hacia él, su esposa y su cuñada, le hacían deponer su firme postura de acceder a esa pretensión de los maleantes.

Y fue de tal magnitud el nivel de tensión al que se arribó en esas circunstancias, que uno de los delincuentes le advirtió que iba a cortarle entonces un dedo.

Al respecto, recordó que, inclusive, “el mismo ladrón agarró una cuchilla de la cocina y siguió amenazándome”.

Desafiante, reveló que “le dije dale, cortámelo”. Pero su esposa, desesperada frente a esa posibilidad, accedió a entregarles a los asaltantes lo que tanto querían.

“Mi mujer les dio 80.000 pesos y 1.500 dólares. Y recién ahí se calmaron un poco, porque ya la tenían encañonada en la cabeza”, reflejó el jubilado.

Pero la banda, igualmente decidió engrosar el botín obtenido y se apoderó también de “dos alianzas de oro, dos celulares, una escopeta de un caño y de calibre 16 y hasta el disco rígido de las cámaras de seguridad que instalamos en casa”.

Asimismo, estimó que los indeseables visitantes “estuvieron acá entre 10 y 15 minutos”.

El damnificado por esta entradera después mencionó que “a los pocos minutos de que escaparon estos delincuentes, llegaron policías de la comisaría Octava y de la DDI. Más tarde, también vino personal policial de la Científica”.

Pese a que rápidamente se dispuso montar un amplio rastrillaje por las cercanías a ese barrio, para tratar de interceptar a los responsables del atraco, los resultados fueron infructuosos. Y nada se conoce hasta el momento sobre el paradero de aquellos.

PERSEGUIDO POR LA INSEGURIDAD

Durante el mano a mano que mantuvo con este diario, Nascimento Guerra además dio a conocer que no es la primera vez que resulta víctima de un robo.

“Hace unos 15 años sufrí una salidera bancaria luego que con mi hijo retiramos dinero del Banco Nación, en 7 y 48. Esa vez tomamos un taxi y fuimos hasta 61 entre 9 y 10, donde habíamos dejado estacionado nuestro auto. Pero nos siguieron y después de bajar del taxi nos llevaron la plata, que era producto de la venta de un auto”, detalló.

Trajo luego a su memoria otro asalto que lo tuvo entre los damnificados. Consignó que “fue hace 10 años, cuando estaba en 6 entre 63 y 64 haciendo un trámite en una compañía aseguradora y llegaron ladrones”. Más acá en el tiempo, hace 4 años, “también me robaron cuando estaba como cliente en una ferretería en 11 y 72”. Por eso, reflexionó: “no me meto con nadie, pero la inseguridad se metió conmigo”.

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